Nota de Opinión
Por: Roberto Manuel Vecchi (*) (para Crónica Ferroviaria)
Curiosamente este fue el día que el sindicato La Fraternidad, que nuclea el personal de conducción de trenes, dispuso un paro nacional que empezó a la hora cero y fue suspendido a las 10:00 horas de la mañana.
El motivo del paro fue el repudio a la medida judicial de suspender transitoriamente el servicio de pasajeros entre Buenos Aires y Bahía Blanca, hasta que se certifiquen las condiciones de seguridad para su circulación.
La decisión de la justicia es consecuencia del grave accidente ocurrido en ese ramal el día 8 de Marzo pasado.
Es decir, el sindicato dispuso una medida de fuerza contra la seguridad de usuarios y trabajadores. No sólo esto es algo inédito, sino que además es tremendamente perverso, ya que va en contra de los intereses de sus propios representados y el público usuario.
El titular de La Fraternidad, Omar Maturano, lleva más de 30 años sentado en el sillón. Este gremio tiene 134 años de existencia. Jamás en su historia un dirigente estuvo tanto tiempo en ese puesto y jamás implementó medidas oponiéndose a la seguridad de sus representados y de los usuarios.
¿Cómo fue que se llegó a esto?
Paradójicamente, un día como hoy, el 29 de Marzo de 1991, hace 31 años exactamente, concluía la huelga ferroviaria más grande de la historia que duró 45 días.
Aquella huelga fue llevada adelante por decenas de seccionales de La Fraternidad y algunas de Señaleros y la Unión Ferroviaria; y era motivada en la defensa de los ferrocarriles, la permanencia de los trenes y los derechos laborales de los trabajadores, condiciones todas que estaban siendo avasalladas por las políticas neoliberales implementadas entonces por el gobierno de Carlos Menem. La dirigencia nacional de La Fraternidad y algunos dirigentes seccionales como Omar Maturano, como así la de los otros gremios, actuaron en complicidad con las autoridades para boicotear permanentemente la lucha que llevaban adelante los trabajadores.
Esa heroica huelga ferroviaria del 91, logró frenar la implementación de las medidas oficiales, pero con el tiempo los trabajadores serían derrotados y el menemismo lograría imponer la supresión de los trenes y la privatización de los ferrocarriles.
Para eso fue necesario expulsar a 80.000 trabajadores del riel. En el caso específico de La Fraternidad que contaba con 9.000 afiliados, fueron despedidos 7.000, la mayoría de manera intempestiva. La propia dirección de La Fraternidad fue la que elaboró las listas negras de los afiliados que debían ser expulsados de la empresa, y las autoridades lo ejecutaron.
La burocracia de La Fraternidad entonces modificó el estatuto social, terminando con más de un siglo de tradición democrática, independiente y combativa que hizo grande a la institución.
La dirección de La Fraternidad pasó a actuar como socio de los concesionarios privados y como policía de sus propios afiliados, obligándolos, bajo la extorsión de ser despedidos, a trabajar en condiciones precarias, como así también, recibió la atribución de decidir quién entra a trabajar en la especialidad fuera de toda norma contractual.
Omar Maturano, que en Diciembre del 89, por entonces presidente de la seccional José León Suárez, había sido sancionado por la Asamblea General del sindicato acusado de desobedecer una medida de fuerza dispuesta por la misma Asamblea, fue entonces que asumió la dirección de La Fraternidad, y no se bajó más. Ni se va a bajar, porque prepara a su hijo para sustituirlo como si se tratara de una monarquía hereditaria.
Este dirigente y esa cúpula, son los que ahora se dan el lujo de parar los servicios de trenes, perjudicando a millones de personas, para defender las irregularidades e incompetencias de las concesiones ferroviarias.
(*): Roberto Manuel Vecchi. Docente, ex ferroviario (personal de conducción de trenes). Autor del libro: Ferrocarriles argentinos: crónica del saqueo y la resistencia. (edición del autor, 2012)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Usted podrá dar su opinión libremente, pero aquellos comentarios que vengan con insultos, improperios, etc. y sin colocar nombre y apellido, nombre y/o pseudónimo (debajo del mismo) no serán publicados.