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1 de noviembre de 2024

La importancia de una política de Estado para el sistema ferroviario

Nota de Opinión

Por Víctor Colombano (para la Políticaonline.com)

Resulta crucial que Argentina implemente un enfoque más amplio en su política de subsidios, no solo el sinceramiento y la quita de los mismos es la única alternativa.

"El ferrocarril hará la unidad de la República Argentina mejor que todos los congresos. La unidad política debe empezar por la unidad territorial, y solo el ferrocarril puede hacer de dos parajes separados por quinientas leguas una paraje único", ALBERDI, Juan Bautista, "Bases y puntos de Partida...", cit.,p, 432.

El sistema ferroviario argentino, una de las redes más extensas de América Latina, ha estado marcado por una historia rica y compleja. Nacido en 1857, en una Argentina marcada por un modelo agroexportador de economía primaria y como respuesta a la política europea de proveerse de materia primas locales, paso a ser un factor social esencial de unión de los pueblos como resalto Alberdi.

Y así fue como la impronta de su valía social y de unión federal se concretó finalmente en la nacionalización de los ferrocarriles en 1947, bajo el gobierno de Juan Domingo Perón, donde fue un hito que concreto la integración y modernización del sector, además de proporcionar un servicio accesible a la población.

Este cambio sirvió para unificar las dispares líneas que operaban bajo diferentes concesionarios privados, pero la falta de una política estatal continua, similar a los flagelos que los gobiernos de facto iban imprimiendo en el país, no dejo ajeno a la gestión ferroviaria que empezó a ser deficitaria, en particular a partir de la década de 1970.

Durante los años 80 y 90, el sistema sufrió un proceso de desinversión, donde las políticas neoliberales llevaron a la privatización de muchas líneas ferroviarias. Este proceso dejó al país con un sistema fragmentado y en gran parte deteriorado. En 1991, la concesión del servicio ferroviario de pasajeros se hizo en manos de empresas privadas, lo que generó, despido de personal, un incremento en las tarifas y, por ende, una disminución en la cantidad de usuarios. Y no debemos olvidar que ello se hizo en base a una ecuación donde se subsidiaba tanto la operación como la ejecución de las obras. O sea, se privatizaba en forma relativa, ya que el riesgo y costo del proceso estaba a cargo de las arcas del estado.

Para 1997, el uso del tren de pasajeros caía drásticamente, y sólo ciertos trayectos se mantuvieron operativos. Este retroceso se tradujo en un aumento del transporte por carretera, congestión vial y un aumento en la contaminación ambiental.

La privatización de cargas tampoco fue ejemplar, ya que se pensó en una concesión a 30 años sin subsidios, pero a menos de 3 años de su ejecución en manos privados, se iniciaron las renegociaciones para que el estado asumiera las inversiones ferroviarias.

El resultado de estas políticas fue la reducción dramática de los ferrocarriles que alguna vez llegaron a tener 43 mil kilómetros de vías.

En 2006, el gobierno decidió retomar el control del sistema ferroviario, impulsando un proceso de reestructuración y revitalización. Quizá, la implementación de subsidios importantes a los servicios ferroviarios de pasajeros ha sido un tema polémico, que merece un análisis más profundo, ya que los mismos estaban dirigidos a las empresas y no a los beneficiarios. Sin embargo, este apoyo ha permitido que, a pesar de los desafíos administrativos, muchos servicios se mantengan y beneficien a la población.

En el escenario internacional, el ferrocarril se proyecta como la columna vertebral del transporte de personas y mercaderías. Si comparamos con otros modelos, países como España han utilizado el subsidio para mejorar su red de ferrocarriles, con la implementación de tarifas reducidas y el enfoque en la intermodalidad. Asimismo, realizan promociones con descuentos a jubilados, mayores de 65 años y distintos sectores de la población, generando un aumento en el uso del ferrocarril, además de mejorar la accesibilidad para todos los sectores de la sociedad.

Está claro que en la actualidad las mejores experiencias dentro del sistema son en las que el estado cumple un rol activo y es protagonista, tanto en la inversión de infraestructura como en la operación y mantenimiento del servicio. Prácticamente no existen modelos donde el estado se ausenta o contribuya a su desfinanciamiento. Por el contrario, el estado debe estar presente, máxime cuando el transporte representa un vehículo de crecimiento de la economía y de satisfacción de necesidad de las personas.

Por ello, resulta crucial que Argentina implemente un enfoque más amplio en su política de subsidios, no solo el sinceramiento y la quita de los mismos es la única alternativa. Esto podría incluir, por un lado, tarifas justas y accesibles para los usuarios regulares, y por otro, subsidios para fomentar el uso de ferrocarriles en regiones menos favorecidas, donde la falta de infraestructura es más pronunciada. El subsidio orientado a la demanda es una variable justa y razonable, además de integra y ética.

Lamentablemente, se están suspendiendo ramales dejando pueblos incomunicados. Se pararon más de 1000 obras que quedaron adjudicadas o ya comenzadas en el 2023, se suspendió una obra trascendental que podría haber alivianado el flujo de pasajeros del Sarmiento, y por ende más comodidad para los pasajeros. Se han paralizados obras con financiamiento externo adjudicado como el viaducto del Belgrano Sur, las obras de reconstrucción de la estación Avellaneda, la renovación de vías del ramal Tigre de la línea Mitre, y la renovación de vías y señalamiento de la línea San Martín, solo para mencionar algunas.

Es esencial que Argentina establezca una estrategia de largo plazo que contemple no solo la mejora de la infraestructura actual, sino también la incorporación de tecnologías modernas y un modelo de gestión eficiente. Inversiones necesarias en renovación de vías, reparación de locomotoras y la adquisición de nuevos vagones deben ser la prioridad, garantizando que el sistema ferroviario sea competitivo y confiable.

La colaboración público-privada es otra área donde puede aprovecharse el conocimiento del sector privado, inyectando capital y gestión eficiente a proyectos ferroviarios. La mejora de interconexiones con puertos y centros logísticos, así como la implementación de un plan que incentive el transporte ferroviario de mercancías con tarifas diferenciadas, son propuestas que facilitarían el comercio y la reducción de costos de logística.

Por último, el ámbito del transporte de pasajeros necesita una atención urgente. Recuperar la confianza del usuario implica crear un servicio más frecuente, cómodo y seguro. Fortalecer la conexión entre las ciudades a través de trenes de cercanías y mejorar la integración con otros modos de transporte son pasos necesarios para elevar la calidad del servicio.

Si bien hace poco se determinó la emergencia ferroviaria y es importante realizar obras sustanciales, es necesario que salgamos de la emergencia permanente para planificar el futuro. El ferrocarril es integración, movilidad urbanística y social. Es el transporte por el cual todos los gobiernos del mundo tienen políticas de estado que perduran en el tiempo.

En conclusión, Argentina necesita una política de estado clara y articulada para su sistema ferroviario, con vocación federal y de integración. Esta política debe ser sustentada en una visión de largo plazo que contemple una debida planificación con la incorporación del sector privado en los ámbitos que sea eficiente, con un plan de inversión en infraestructura, con el fomento de la eficiencia y la sostenibilidad, la promoción del desarrollo de los proveedores y más operadores de trenes locales, con la generación de incentivo para atraer empresas internacionales del sector, y la construcción de una cultura ferroviaria que valore la modernización y la calidad en el servicio.

Solo así el país podrá recuperar su papel protagónico en el transporte ferroviario de carga y pasajeros, capitalizando su vasta red y propiciando un desarrollo sostenible y equitativo.

1 de marzo de 2024

Los ferrocarriles ¿Son nuestros?

Nota de Opinión

Por: Jorge de Mendonça (Presidente Asociación Intermodal de América del Sur AIMAS) (para Crónica Ferroviaria

En materia de infraestructura territorial, lo que importa no es de quien es, sino para quien y para qué sirve. En Argentina la discusión de la propiedad ferroviaria evade el debate de para qué y para quién están allí, pasando de largo. Eso sí, "el ferrocarril siempre tiene la culpa de todo en la Economía". 

Hace 75 años que en Argentina se conmemora la compra de los últimos ramales ferroviarios que aún eran privados (de empresas británicas en ese caso). Nunca fueron todos de propiedad privada y nunca fueron todos de propiedad inglesa. Lo que importa es para qué sirvieron y para qué deberán servir.


Alegremente, la intelectualidad urbana de la Capital siempre se quejó de los intereses del ferrocarril extranjero, y se alegró cuando cerraron de un plumazo un tercio de la red ferroviaria. Claro, no se habían dado cuenta que ya eran propios, pero la liviandad de la mesa del café metropolitano seguía siendo tan estúpida en ahorrar dinero al fisco en 1961 cerrando territorio (digo, ferrocarriles), como antes de 1948 criticando las intenciones que estaban construyendo territorio económico..

Interior cultural de la cosa ferroviaria

Cuando en alguna parte del Mundo ocurre un accidente aéreo a causa de una mala praxis, si el culpable está vivo, se queda sin trabajo, es demandado y hasta podría ir preso. Aquí e han sucedido siniestros desastrosos, y no solo del del 22 de febrero de 2012, y casi nunca se ha quedado gente sin trabajo y pilas de sumarios administrativos, civiles y penales.

En el caso del de 22/2/12, sí hay algún que otro preso, pero y por los diarios descarrilamientos?; por los retrasos?; por los equipos reparados completamente que dejan de funcionar a los pocos días u horas?; por lo durmientes nuevos que se desintegran al apoyarlos en el suelo?.

Al ferroviario se le ha echado la culpa de todo desde hace unos cien años. Editoriales enteras en contra del ferrocarril por su propiedad extranjera, por si sus tarifas, por si sus ganancias, por esto por aquello.

Una red cultural jamás mejorará si es incapaz de repararse a sí misma, por dentro y por propia convicción. El hacerlo mal, no es opción.

Echarle la culpa a otro, o que si es privado o que si es estatal o que si no alcanza la plata, o que el tren es lindo y listo, solo son trucos para no repararse.

Viene desde muy atrás, sea privado, estatal o concesionado

Lo patético es que toda la batería de latiguillos contra el ferrocarril cuando eran de propiedad extranjera o privada, siguieron en marcha luego de la nacionalización, tanto por quienes defendían la nacionalización como por quienes comenzaban a atacarla como fuente de todos los males.

Es como el niño menospreciado mezclado con el síndrome post Vietnam: Si se es malo no cuenta, pues te enseñaron que sos malo + fueron a hacer algo por la Patria y la Sociedad no estaba de acuerdo.

Todos quieren el tren, pero que no pase por su urbanidad, que no toque pito, que no traiga gente fea, que cobre barato y que les dejen los terrenos para la placita, la usurpación pobre y la usurpación rica.

"Que los ramales fueron para donde querían ellos, que centralizaban en la Capital, que ponían tarifas malas para unos buenas para otros" Listo, acabaron con el problema, levantaron los ramales y aplaudieron.

Allí había producción, comercio y trabajo, pero para la tranquilidad de los titulares de la Capital, se había acabado el problema. (Luego se preguntaron que que porqué tanta gente se mudaba hacia la Capital).

Como fantasía, el gobierno del 2003 y en adelante los que le siguieron, re enamoraron al público con el ferrocarril, pero le llamaron simplemente "tren", como que solo es una cosa bonita, simpática y que le gusta a la abuelita, en lugar de una herramienta para la construcción del territorio económico, rentable y en favor de todos los que sea posible atender.

La culpa ferroviaria es fácil de construir

Que que el camión es el que no lo deja; que es que tal gobierno no los quiere; que que tal gobierno hizo cualquier cosa; que que la culpa de que el ferrocarril funcione mal, la tiene el otro.

Ah! y el déficit ferroviario!!! Esta vez, nuevamente culpando a todo el País que lo paga, pero donde el 97,5% del déficit es solo para cubrir los servicios del área de "La Capital" (Área Metropolitana de Buenos Aires, AMBA).

Sí, todos somos culpables del ferrocarril, pero para que atienda al 0,5% del Territorio Nacional, más algunos pocos clientes privilegiados.

Es decir, desde el ferrocarril público o concesionado, la culpa la tienen todos los demás, y desde la "voz popular" la culpa de todos los males es el ferrocarril. ¿Habrá alguien que quiera hablar en serio?.

La alegría de la segregación

No es intención dar mareo al lector, pero es importante resaltar que eso de un ferrocarril separado por líneas con nombres de próceres sí que generó un problema mayúsculo.

Tal si se tratara de enemigos, la división del ferrocarril ya de un solo dueño (el Estado Argentino), en varias administraciones por línea, llevó a que "eso es de la otra línea, no lo hagas, no lo atiendas, quedátelo, sacáselo", no solo impuso una desconsolidación cada vez más intensa, sino que también hasta generó islas interiores a cada línea.

El sentido de propiedad

El ferrocarril es del Estado?; es del Pueblo?; es de los trabajadores?; es de los privados?

Definitivamente no. El ferrocarril solo debe ser para que el Territorio Económico funcione y no solo no está funcionando, sino que tampoco lo está atendiendo, toda vez que hay pueblos, ciudades y estaciones que ven pasar trenes diariamente y jamás paran para atender las cargas de los locales, sean pequeños, medianos o grandes.

El tren que pasa de largo por una ciudad, y no la atiende, por supuesto que está haciendo un daño, pues hay costo pero no hay beneficio.

El gran detalle es que el ferrocarril solo está atendiendo a grandes cargas a larga distancia de unos muy pocos clientes, mientras que si atendiera a todas las cargas, reconociera al principal cliente y aliado que es el camión, y sirviera a cada localidad, la Red Ferroviaria de Argentina sería rentable.

Entonces, ¿Qué importa de quien es si no nos atiende, si no nos sirve?

Es una falacia alegrarse porque sea nuestro, cuando es solo para muy pocos. Peor falacia aún, cuando el ferrocarril de Argentina tiene lo suficiente como para ya mismo comenzar a atender a muchos más de lo que atiende.

Cuando comprendamos que el ferrocarril es una herramienta de conectividad territorial; que el Territorio Económico solo funciona si todo su espectro productivo y social es atendido, entonces sí estaremos hablando de ferrocarril, y hasta será muy rentable.

Nota: Es repugnante que el término "social" se entienda como "atención de los que quedaron fuera del sistema". Social es toda la actividad de las personas. Alrededor de 1995, una argentina me llamó desde Miami para contarme que un Zar ferroviario de Argentina había dicho con gran alegría en un congreso internacional que "aquí tenemos trenes de pasajeros para atender a los pobres".

4 de septiembre de 2023

El ferrocarril, una herramienta que se debe potenciar

Actualidad

Este medio de transporte vuelve a ser considerado como herramienta clave  para potenciar la logística exportadora, aprovechando los trazados vigentes.

Como sabemos, Argentina es un país muy extenso y, en su gran mayoría de llanuras. Esto hizo que en el siglo XIX el ferrocarril se comenzará a desarrollar aceleradamente como el medio de transporte que acompañó al crecimiento de la población y de la producción.

Esa tendencia se mantuvo hasta avanzado el siglo XX, cuando alcanzó, en 1951 su mayor pico de redes, tráfico y cargas. Los ferrocarriles fueron inicialmente privados, de allí su desarrollo poco ordenado, en cuanto a trochas, material rodante y trazados.

El Estado dejaba hacer porque la economía dependía fundamentalmente de la exportación de productos agropecuarios. En 1948 se nacionalizaron y a partir de 1960 comenzó el declive del ferrocarril, y desde aquellos 55 mil kms de vías, llegamos a los poco más de 18 mil kms que están activos hoy, y, en particular el de cargas, en manos nuevamente privadas desde 1993.

En pleno siglo XXI, y con una estructura productiva que sigue siendo fundamentalmente agroexportadora, con el agregado ahora de minerales, el ferrocarril vuelve a ser considerado como herramienta fundamental para potenciar la logística exportadora, aprovechando los trazados vigentes, que siguen apuntando a los puertos principales, entre los que se destaca nuestro puerto. 

Las empresas privadas han mostrado, salvo excepciones, que son capaces de llevar adelante el negocio de la carga, y el país conserva un importante know how ferroviario. Además de que se cuenta con una base industrial apta para las cargas por trenes.

Sin olvidar el generalizado reconocimiento de las ventajas ambientales y de seguridad de transporte ferroviario. Y esta opinión pública se traduce al conjunto de la política.

La gran oportunidad que brinda la existencia de un mercado mundial en exponencial crecimiento en la demanda de alimentos, que Argentina puede producir, o de la producción minera, cuya explotación crece permanentemente, potenciada hoy por una impensada guerra en Europa, nos tiene que hacer repensar en el tema ferroviario, especialmente el de carga, si pretendemos aumentar significativamente nuestra participación en ese demandante mercado internacional.

En los últimos años, se ha agregado la nueva fuente de energía: el shale, de Vaca Muerta. Este yacimiento, que será fundamental en la economía Argentina de las próximas décadas, tiene una alta demanda de arenas y productos siderúrgicos, y la cuenca está recorrida por un ferrocarril que pasa por nuestro Puerto. 

Es evidente que para fortalecer, modernizar y ampliar la capacidad de desplazamiento, tracción y carga, se necesitan grandes capitales y programas de mediano plazo. 

Nada es imposible si se genera un consenso entre estado y privados, donde el primero tome a su cargo las obras de infraestructura de vías, accesos y playas de intercambio logístico, y por un método de peaje, los privados, que se harán cargo del material rodante, transporten las cargas.

Es negocio para ambas partes y el estado se asegura un programa de apoyo a las exportaciones en condiciones competitivas.

Nuestras redes de carga son para equipos mecánicos y hay una sobre oferta mundial de locomotoras y vagones de segunda mano, en muy buenas condiciones, inclusive para transporte de pasajeros, que podría ser aprovechado. Es el método más común que emplea por ejemplo Aerolíneas Argentinas u otras compañías aéreas, que compran aviones usados.

Con este modelo, el estado se asegura recuperar la inversión, controlar el equitativo flujo de cargas, el uso compartido de trochas para distintos operadores y la mejora constante del sistema.

Es probable que se logre recuperar poblaciones del interior que al desaparecer el ferrocarril que ocupa mano de obra, migraron a las grandes urbes, creando los problemas que todos conocemos.

Con este tipo de políticas, y teniendo en cuenta que el tren es el adecuado para transportes en distancias largas, como es el caso de nuestro país, y en especial nuestro Puerto, podría incrementarse significativamente la calidad de vías y cantidad de material rodante, para poder abastecer la creciente demanda mundial. 

Bahía Blanca, además, es un nodo de vías ferroviarias, con trochas compatibles con los ramales de carga del centro, este y oeste del país, lo cual permite ampliar significativamente el potencial exportador del Puerto, más si se tiene en cuenta que los buques cada vez son más grandes y por lo tanto requieren de estaciones marítimas como la nuestra.LaNueva.com

19 de agosto de 2020

Gran Bretaña: El teletrabajo desvía los trenes británicos hacia la vía estatal

Exterior

Con la caída de pasajeros, el sistema semiprivado es aún más deficitario, y dependerá más del apoyo público

El caótico experimento, que dura ya 25 años, de Gran Bretaña con el ferrocarril privatizado podría estar llegando a las toperas. Es probable que el cambio post-virus hacia el trabajo en casa conduzca a trenes menos llenos, mayores subsidios gubernamentales y, eventualmente, a un negocio menos irracional y posiblemente más eficiente.

El número de pasajeros de los ferrocarriles del Reino Unido cayó en un 95% después de las restricciones del Gobierno del 23 de marzo. Las cifras están empezando a recuperarse, pero el Estado sigue respaldando pérdidas sustanciales a los operadores privados de trenes. Con los dividendos como perspectiva lejana, equivale a una nacionalización de facto.


Los subsidios eran esenciales para la supervivencia del sistema antes de la pandemia. Los 4.300 millones de libras (4.800 millones de euros) netas recibidas en el año fiscal 2019 ascendieron al 40% de los ingresos por billetes. El cambio hacia el teletrabajo aumentará esa dependencia.

¿En cuánto? El número de pasajeros sigue un 75% por debajo de lo normal, y el organismo de control Transport Focus calcula que dos tercios de los viajeros de tren trabajarán más desde casa. Eso hace que una disminución estructural del 40% en las tarifas, equivalente a 4.200 millones de libras (4.700 millones de euros) de ingresos perdidos, parezca plausible. Los operadores de trenes podrían compensarlo con tarifas más altas, menos trenes y menos personal, pero hay límites. Después de todo, los trenes poco atractivos empujan a los viajeros a los coches, que son mucho peores para el medio ambiente. Y las conexiones de transporte fluidas ayudan a difundir la riqueza y las oportunidades, por no hablar de complacer a un grupo grande y vocal de votantes.

Supongamos que los operadores logran ahorrar 500 millones de libras (550 millones de euros). Entonces, la ayuda del Gobierno se duplicaría desde los niveles prepandémicos, hasta 8.000 millones de libras (8.900 millones de euros) anuales. Los 218 millones de libras (242 millones de euros) en dividendos que se llevaron los inversores privados el año pasado probablemente serían políticamente inaceptables.

La renacionalización es la solución obvia. Es cierto que el antiguo British Rail era un ejemplo predilecto de los problemas de los monopolios estatales, pero también es cierto que la mezcla seminacional que lo sustituyó es un ejemplo predilecto a su vez de los peligros de la privatización de los monopolios naturales estructuralmente deficitarios.

En la actualidad, los jefes de las vías renacionalizadas del Reino Unido suelen estar enfrentados a los operadores de material rodante en franquicia. El humilde deseo de los pasajeros de llegar vagamente a tiempo a menudo parece perderse en medio de disputas sobre pagos y penalizaciones. En una nueva compañía ferroviaria adecuada a la ética del trabajo desde casa, el dinero se detendrá al menos en un único destino.CincoDiás.es