Actualidad
El fuego afectó un sector del inmueble que tiene casi 130 años de antigüedad, en especial pisos, aberturas y cubiertas de madera. Preocupa la presencia de pastizales secos junto a las vías.
Con más de 100 años, la estación ferroviaria de Nueva Roma, a unos 40 kilómetros de la ciudad, era una de las pocas que se conservaba en buen estado y libre de usurpadores.
Un incendio acaba de sepultar esas virtudes, las mismas que motivaban a no pocos amantes del ferrocarril a matear en sus andenes.
El fuego quemó parte del alero principal y algunas habitaciones, registrando serios daños en aberturas, pisos y cubiertas.
Varias personas consultadas en el lugar coincidieron en apuntar a las chispas generadas por un tren de Ferroexpreso Pampeano y a la falta de contrafuegos adecuados como causantes del incendio.
Incluso señalaron que en los campos de la zona se registraron otros episodios similares tras el paso de los trenes de carga.
Nueva Roma se suma así a una lista de episodios similares, el más próximo en el tiempo es el incendio desatado en Sierra de la Ventana, donde autoridades municipales y bomberos coincidieron en responsabilizar a la empresa Ferrosur Roca por no haber desmalezado el área próxima a los rieles.
¿Son los trenes los responsables de los incendios?
La pregunta divide las aguas. Mientras que por un lado los amantes del ferrocarril señalan que se trata de una campaña de desprestigio contra el ferrocarril y acusan a los productores agropecuarios de no realizar contrafuegos, del otro lado autoridades municipales, policias y bomberos no dudan en responsabilizar a los trenes.
A la hora de intentar una respuesta, varios conocedores del funcionamiento de las locomotoras coincidieron en señalar que es muy raro que las máquinas puedan desprender carbones incandescentes de un tamaño suficiente como para generar un incendio.
Si bien no descartaron totalmente que esto pueda ocurrir, desestimaron de plano que los incendios de Sierra de la Ventana se hayan originado por el ferrocarril.
Aunque en raras ocasiones, los motores de algunas locomotoras pueden largar carbonilla por el caño de escape ubicado en el techo de la máquina, pero esto ocurre cuando el tren sube alguna cuesta, y no cuando circula en bajada, como fue el siniestro en cuestión.
Además, en caso de que desprendiera carbón, este debería ser lo suficientemente grande –entre 3 y 4 centímetros-- y se necesitarían situaciones ambientales particulares como para generar un incendio.
Por eso descartan que tanto el de Sierra como el de Nueva Roma se deban al paso del tren. En el primer caso la máquina avanzaba en bajada y en en el segundo por un tramo plano, por lo que no pudo haber generado carbonilla.
En cuanto a la supuesta presencia de chispas en las ruedas del tren, en este caso también existen pocas chances porque deberían ser en cantidad suficiente como para quemar las pasturas ubicadas a la vera de la vía.
El chisporroteo al que aluden quienes dirigen las miradas hacia el ferrocarril no podría ser producto de las zapatas de freno, porque ya no son de hierro de fundición y poseen antichispas.
Sí podrían resultar consecuencia de la tracción de las ruedas de la locomotora que, en determinado momento patinen, pero las chispas producidas deberían desprenderse en cantidad considerable y, una vez más, en condiciones ambientales muy precisas.
Para defensa de quienes atribuyen los incendios al ferrocarrril hay que señalar que la espesa vegetación seca que rodea los rieles sigue siendo un tema a considerar. Incluso esta fue la explicación que se dio en el caso de los incendios en zonas de Río Colorado y La Adela.
Los distintos datos brindados por los bomberos al diario Río Negro dan cuenta de que la espesa vegetación seca a los costados y entre las vías es altamente inflamable. Cuando pasa el tren, la fricción entre los hierros provoca chispas y así empiezan los incendios.
Algunos socorristas retirados recordaron que pasaron varias décadas desde la última vez que la empresa ferroviaria contratara los servicios de los bomberos para realizar la limpieza de todo el trayecto ferroviario dentro de la jurisdicción del departamento de Pichi Mahuida con quema controlada.
“Hace años que no hacen un mantenimiento en las vías, y con cada paso del tren está latente que se inicie un fuego”. Carlos Lavezzo, responsable del cuartel de Bomberos de Río Colorado.
Una historia de casi 130 años presa de las llamas y el olvido
La estación Nueva Roma fue habilitada en 1891 por el ferrocarril Bahía Blanca Noroeste, aunque luego fue ampliada y mejorada en 1904 por el Ferrocarril al Pacífico.
Hasta no hace mucho impactaba por la calidad de su construcción y el estado en que se encontraba conservada. Hoy todo cambió.
Los andenes de Nueva Roma tuvieron bastante importancia dentro del sistema ferroviario regional por el tráfico de cereal y hacienda, incluso allí empalmaban dos ramales del Bahía Blanca Noroeste. Uno se dirigía a Toay y otro a Catriló. El primero fue desafectado a fines de los años '50 y el segundo permanece en actividad para trenes de carga.
A escasos metros de la estación hay una garita de control elevada, construida en ladrillo y madera, un enorme tanque de agua y dos galpones. En uno aún se conserva la leyenda “Apoye el Plan Quinquenal. Ferrocarril Roca”, probablemente en alusión al proyecto ferroviario del general Juan Domingo Perón, entre las décadas del 40 y del 50.
Pero Nueva Roma no sólo se resume a la ostentosa denominación de un simple caserío ubicado a 40 kilómetros al oeste de nuestra ciudad, sino que atesora el mérito de haber sido sede de uno de los capítulos más apasionantes y trascendentes de la historia local.
Corría febrero de 1856 cuando 600 soldados, en su mayoría italianos, comandados por el coronel Silvino Olivieri, llegaban a ese paraje, para fundar una colonia y cambiar, siempre y cuando las circunstancias no lo requiriesen, las armas por el arado. La empresa no prosperó y Olivieri pagó con su vida aquel el intento.
A fines del siglo XIX la entonces flamante estación comenzó a ser lugar de picnic para la clase acomodada bahiense, aprovechando los escasos 60 minutos que tardaba el tren en llegar.
Como testimonio de esto citamos un artículo del 4 de febrero 1891 publicado por el diario “La Tribuna” y que fuera rescatado por Héctor Guerreiro.
La nota menciona que un tren especial partió de la Estación Central (Noroeste), con distinguidas familias y varios jóvenes de lo más selecto de la colonia extranjera hacia Nueva Roma.
“A orillas del arroyo Sauce Chico se realizó el pic nic campestre, en el que hubo excelente comida y mejor bebida, como el más variado surtido de exquisitos licores, desde la rubia cerveza de Quilmes manando a profusión de un repleto barrilito, hasta champaña”.
En marzo y a pedido del público los domingos se habilitó un tren de recreo a Nueva Roma para sumar así una nueva alternativa de esparcimiento.LaNueva.com
El fuego afectó un sector del inmueble que tiene casi 130 años de antigüedad, en especial pisos, aberturas y cubiertas de madera. Preocupa la presencia de pastizales secos junto a las vías.
Con más de 100 años, la estación ferroviaria de Nueva Roma, a unos 40 kilómetros de la ciudad, era una de las pocas que se conservaba en buen estado y libre de usurpadores.
Un incendio acaba de sepultar esas virtudes, las mismas que motivaban a no pocos amantes del ferrocarril a matear en sus andenes.
El fuego quemó parte del alero principal y algunas habitaciones, registrando serios daños en aberturas, pisos y cubiertas.
Varias personas consultadas en el lugar coincidieron en apuntar a las chispas generadas por un tren de Ferroexpreso Pampeano y a la falta de contrafuegos adecuados como causantes del incendio.
Incluso señalaron que en los campos de la zona se registraron otros episodios similares tras el paso de los trenes de carga.
Nueva Roma se suma así a una lista de episodios similares, el más próximo en el tiempo es el incendio desatado en Sierra de la Ventana, donde autoridades municipales y bomberos coincidieron en responsabilizar a la empresa Ferrosur Roca por no haber desmalezado el área próxima a los rieles.
¿Son los trenes los responsables de los incendios?
La pregunta divide las aguas. Mientras que por un lado los amantes del ferrocarril señalan que se trata de una campaña de desprestigio contra el ferrocarril y acusan a los productores agropecuarios de no realizar contrafuegos, del otro lado autoridades municipales, policias y bomberos no dudan en responsabilizar a los trenes.
A la hora de intentar una respuesta, varios conocedores del funcionamiento de las locomotoras coincidieron en señalar que es muy raro que las máquinas puedan desprender carbones incandescentes de un tamaño suficiente como para generar un incendio.
Si bien no descartaron totalmente que esto pueda ocurrir, desestimaron de plano que los incendios de Sierra de la Ventana se hayan originado por el ferrocarril.
Aunque en raras ocasiones, los motores de algunas locomotoras pueden largar carbonilla por el caño de escape ubicado en el techo de la máquina, pero esto ocurre cuando el tren sube alguna cuesta, y no cuando circula en bajada, como fue el siniestro en cuestión.
Además, en caso de que desprendiera carbón, este debería ser lo suficientemente grande –entre 3 y 4 centímetros-- y se necesitarían situaciones ambientales particulares como para generar un incendio.
Por eso descartan que tanto el de Sierra como el de Nueva Roma se deban al paso del tren. En el primer caso la máquina avanzaba en bajada y en en el segundo por un tramo plano, por lo que no pudo haber generado carbonilla.
En cuanto a la supuesta presencia de chispas en las ruedas del tren, en este caso también existen pocas chances porque deberían ser en cantidad suficiente como para quemar las pasturas ubicadas a la vera de la vía.
El chisporroteo al que aluden quienes dirigen las miradas hacia el ferrocarril no podría ser producto de las zapatas de freno, porque ya no son de hierro de fundición y poseen antichispas.
Sí podrían resultar consecuencia de la tracción de las ruedas de la locomotora que, en determinado momento patinen, pero las chispas producidas deberían desprenderse en cantidad considerable y, una vez más, en condiciones ambientales muy precisas.
Para defensa de quienes atribuyen los incendios al ferrocarrril hay que señalar que la espesa vegetación seca que rodea los rieles sigue siendo un tema a considerar. Incluso esta fue la explicación que se dio en el caso de los incendios en zonas de Río Colorado y La Adela.
Los distintos datos brindados por los bomberos al diario Río Negro dan cuenta de que la espesa vegetación seca a los costados y entre las vías es altamente inflamable. Cuando pasa el tren, la fricción entre los hierros provoca chispas y así empiezan los incendios.
Algunos socorristas retirados recordaron que pasaron varias décadas desde la última vez que la empresa ferroviaria contratara los servicios de los bomberos para realizar la limpieza de todo el trayecto ferroviario dentro de la jurisdicción del departamento de Pichi Mahuida con quema controlada.
“Hace años que no hacen un mantenimiento en las vías, y con cada paso del tren está latente que se inicie un fuego”. Carlos Lavezzo, responsable del cuartel de Bomberos de Río Colorado.
Una historia de casi 130 años presa de las llamas y el olvido
La estación Nueva Roma fue habilitada en 1891 por el ferrocarril Bahía Blanca Noroeste, aunque luego fue ampliada y mejorada en 1904 por el Ferrocarril al Pacífico.
Hasta no hace mucho impactaba por la calidad de su construcción y el estado en que se encontraba conservada. Hoy todo cambió.
Los andenes de Nueva Roma tuvieron bastante importancia dentro del sistema ferroviario regional por el tráfico de cereal y hacienda, incluso allí empalmaban dos ramales del Bahía Blanca Noroeste. Uno se dirigía a Toay y otro a Catriló. El primero fue desafectado a fines de los años '50 y el segundo permanece en actividad para trenes de carga.
A escasos metros de la estación hay una garita de control elevada, construida en ladrillo y madera, un enorme tanque de agua y dos galpones. En uno aún se conserva la leyenda “Apoye el Plan Quinquenal. Ferrocarril Roca”, probablemente en alusión al proyecto ferroviario del general Juan Domingo Perón, entre las décadas del 40 y del 50.
Pero Nueva Roma no sólo se resume a la ostentosa denominación de un simple caserío ubicado a 40 kilómetros al oeste de nuestra ciudad, sino que atesora el mérito de haber sido sede de uno de los capítulos más apasionantes y trascendentes de la historia local.
Corría febrero de 1856 cuando 600 soldados, en su mayoría italianos, comandados por el coronel Silvino Olivieri, llegaban a ese paraje, para fundar una colonia y cambiar, siempre y cuando las circunstancias no lo requiriesen, las armas por el arado. La empresa no prosperó y Olivieri pagó con su vida aquel el intento.
A fines del siglo XIX la entonces flamante estación comenzó a ser lugar de picnic para la clase acomodada bahiense, aprovechando los escasos 60 minutos que tardaba el tren en llegar.
Como testimonio de esto citamos un artículo del 4 de febrero 1891 publicado por el diario “La Tribuna” y que fuera rescatado por Héctor Guerreiro.
La nota menciona que un tren especial partió de la Estación Central (Noroeste), con distinguidas familias y varios jóvenes de lo más selecto de la colonia extranjera hacia Nueva Roma.
“A orillas del arroyo Sauce Chico se realizó el pic nic campestre, en el que hubo excelente comida y mejor bebida, como el más variado surtido de exquisitos licores, desde la rubia cerveza de Quilmes manando a profusión de un repleto barrilito, hasta champaña”.
En marzo y a pedido del público los domingos se habilitó un tren de recreo a Nueva Roma para sumar así una nueva alternativa de esparcimiento.LaNueva.com