30 de marzo de 2017

Carmen de Patagones: El rescate de la estación ferroviaria necesita acciones urgentes

Actualidad

En septiembre del año pasado, en este mismo portal noticioso, nos hacíamos eco de la inquietud surgida entre los emprendedores de Carmen de Patagones nucleados en el Banco Popular de la Buena Fe,  con la finalidad de rescatar la estación ferroviaria de esa ciudad del grave estado de abandono en que se encuentra actualmente.

Expresábamos, en ese momento, que “se quiere recuperar el edificio de la estación ferroviaria de Patagones, en desuso desde hace casi una década por la ausencia de servicio de trenes y deteriorada por el inexorable paso del tiempo, a lo se le suma la deplorable actitud de quienes cometen actos de vandalismo, tales como la destrucción de los vidrios de puertas y ventanas”.

Los citados emprendedores tienen permiso provisorio –otorgado por las autoridades municipales- para ocupar un terreno lateral de la estación, sobre avenida Juan de la Piedra, en donde los días lunes, miércoles y sábados, en horario matutino, instalan una feria de frutas, verduras, plantas y artesanías.

Vista del pésimo estado que se encuentra en la actualidad la estación Carmen de Patagones

Daniel Cifuentes, titular del Banco de la Buena Fe, se ocupó personalmente de reunir una importante cantidad de firmas de vecinos en un petitorio, dirigido a la Municipalidad, con el objeto de lograr acciones para el objeto mencionado.

Pero han transcurrido varios meses y el deterioro avanza, y ninguna autoridad parece preocuparse por la casi centenaria estación ferroviaria.

Este cronista la recorrió hace pocos días y se permitió soñar con algunas de las utilidades que podrían tener esas instalaciones, después de su restauración.

Sobre la vereda del frente se instalarían puestos de artesanos; el  vestíbulo central podría ser una sala de exposiciones, la “Sala de Espera para señoras” se puede convertir en una biblioteca  y lugar de reuniones; mientras  que las dependencias de la casa del jefe, ubicada sobre el ala derecha de la edificación, serían dedicadas a talleres de arte, manualidades, etc. El depósito de encomiendas podría ser un pequeño bar, con mesas colocadas debajo del alero del andén, donde en tardes y noches de buen tiempo se pueden montar espectáculos. En tanto la boletería y oficina del jefe se destinarían a un museo ferroviario, con el material de comunicaciones que todavía se conserva, fotos, etc.

De esta forma la estación ferroviaria de Carmen de Patagones  vida y nuevamente prestaría servicios a la comunidad, bajo una administración compartida entre la Municipalidad y el Banco de la Buena Fe.

Es un sueño, sí. Pero, como también decíamos en septiembre, “existen antecedentes de acciones similares, por ejemplo en la localidad de Stroeder, asi como en las ciudades de Tandil y Sierra de la Ventana, lo que permite la recuperación, puesta en valor y uso para fines sociales y culturales de este tipo de edificios cargados de historia”.

Vale recordar que la vida social y comercial de Carmen de Patagones tuvo una bisagra en abril de 1922, porque para esa fecha comenzaron a llegar regularmente los trenes de la empresa británica Ferrocarriles del Sud. Antes, en noviembre de 1921, todos los habitantes de Patagones y la región, incluyendo por supuesto a Viedma, habían festejado con enorme alborozo la llegada de la primera formación de prueba, encabezada por la locomotora inglesa Beyer Peacock, fabricada en Manchester en 1901, bajo la experta conducción del maquinista Juan Cambetta.

Esa máquina,  de tipo ténder de tres ejes, rodado 2-6-0, clase 7-B fabricada para el Ferrocarril del Sud, dentro de una partida de 28 unidades similares, numeradas 3071 al 3098 de la cual le tocó en suerte a Patagones la 3096 el viaje de prueba de las vías, es la misma que recientemente restaurada se conserva sobre una plazoleta del boulevard Juan de la Piedra.

En tanto la estación de trenes  se edificó entre 1922 y 1925, con las mejores comodidades de esa época, sala de espera general, sala de espera para señoras (con baño interno), sanitarios para caballeros en el exterior, oficina y vivienda para el jefe, boletería y sala de telégrafos, depósito de encomiendas y amplio alero de resguardo; todo con el cerramiento correspondiente con empalizada de hormigón.

No es admisible que un lugar de tanta tradición, esa sala de espera y ese anden en donde transcurrieron tantas historias familiares, ese espacio de encuentros y despedidas a veces tan emotivos, hoy esté silencioso y abandonado.

La historia del ferrocarril en la Comarca, tan ligada al desarrollo y crecimiento de las ciudades hermanas de Patagones y Viedma, la narraremos en una próxima nota.AgenciaPeriodísticaPatagónica.com

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