OPINIÓN
Por: Dr. Eduardo Bertotti (Director del Instituto de Seguridad y Educación Vial)
Ante la producción de siniestros viales (con mayor razón cuanto mayor es la cantidad de víctimas en un solo hecho) aparecen en forma masiva los reclamos sobre la necesidad de mayores controles en la vía pública. Y esto se convierte ya en una especie de "muletilla" que de tanto repetirla nos impide razonar.
Es cierto que resulta necesaria mayor presencia visible de la autoridad en la vía pública, pero de ahí a plantearse la utopía de tener un control físico presente para cada usuario de la misma, dista mucho de ser razonablemente posible.
A mi criterio, con todas las reservas del caso de equivocarme, creo que la razón pasa por plantearnos: ¿Qué clase de controles necesitamos para que realmente puedan ser eficientes al sistema?.
Y la respuesta, siempre a mi criterio, creo encontrarla en que lo que primero falta es el control institucional, o en otras palabras, la carencia de institutos de control de la sociedad usuaria de la vía pública. Me refiero a institutos básicos y elementales. Respecto al Factor Vehículo el principal es el constituido por la Revisión Técnica Obligatoria. Este instituto, en nuestra nación aún se encuentra en una etapa muy primaria. Baste solo como ejemplo su carencia efectiva para el parque automotor de una de las principales concentraciones urbanas de Latinoamérica, el de la ciudad de Buenos Aires. Hace más de una década que estamos esperando se cumpla lo que la ley dispone.
Respecto al Factor Humano, bienvenido sea el enorme esfuerzo que está haciendo la Agencia Nacional de Seguridad Vial para uniformar criterios y unificar información de las más de 2000 bocas de expendio de licencias de conducir. Tarea constantemente boicoteada en aras de falsos federalismos o en defensa del encarecimiento de la habilitación (¿sabrán algunos funcionarios provinciales / municipales cuanto cuesta obtener una habilitación en otras naciones, curiosamente mucho más exitosas que la nuestra en materia de seguridad vial? y ¿conocerán el nivel de inversión que requiere la infraestructura y personal específico, que implica la responsabilidad social de habilitar a una persona para que aporte riesgo a la circulación vial? ).
Finalmente, respecto al Factor Ambiente, ¿Cómo puede ser que continuemos permitiendo la circulación en rutas importantes carentes de señalización y demarcación adecuadas a mínimos patrones de seguridad?. No me pidan ejemplos. Los conocemos de sobra. ¿Sabían que en otras sociedades no se libra al tránsito ninguna vía que no esté totalmente contruída, demarcada y señalizada?. No hay final de obra hasta que todo ello esté verificado. De hecho se auditan las obras (nuevas o reformadas) desde la perspectiva de la seguridad vial desde la previa etapa del diseño.
Solo he citado tres (3) ejemplos de control institucional (RTO, Licencias y Auditorias). Hay muchas más.
Lo importante que quiero destacar es que cuando esos controles institucionales existen, los controles físicos y operativos en la vía pública son más eficientes porque responden a un sistema racional del control y no a la aleatoriedad de la urgencia, o a la intuición o necesidad política de dar respuesta al reclamo airado en oportunidad de un siniestro que nos duele (asi siempre vamos a llegar cuando esté el muerto).
No desconocemos que estos temas NO se resuelven de la noche a la mañana, sino que son resultado de un largo camino. Pero también sabemos que ningún largo camino se emprende sin un importante Primer Paso.
Tampoco somos necios y vamos a creer que los siniestros viales dejarán de producirse.
Sin embargo, nos haría bien como sociedad, que en un futuro no demasiado lejano, el siniestro que se produzca con dos conductores no habilitados para conducir el tipo de vehículo que manejaban, con dos vehículos en condiciones irregulares (luces, neumáticos, asientos mal fijados, capacidad excedida, etc., etc.) y en un camino en condiciones poco seguras (ancho, banquinas, señalamiento, acceso, etc.), como el acaecido el domingo pasado; sea UNA EXCEPCIÓN y no una REGLA de cumplimiento inexorable
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