EXTERIOR
«El principal
error de los últimos años en Asturias ha sido la mala planificación y
concreción de los fondos de ayuda»
El asturiano
David M. Rivas (Gijón, 1957) es profesor titular de Estructura Económica de la Universidad Autónoma
de Madrid. Su visión de la evolución económica y de las políticas de desarrollo
adoptadas en Asturias es tan original como rompedora.
-Asturias: De
50.000 a
100.000 parados y la menor tasa de actividad ¿Qué hemos hecho mal?
-El principal
error ha estado en la mala planificación y concreción de las ayudas, tanto
europeas como estatales. En su momento, fueron impresionantes y permitieron
grandes negocios y grandes inversiones, pero a la vuelta de unos años nos dimos
cuenta de que se quedaron en nada. Un ejemplo: en la minería no se consiguió
que alguna empresa siguiera en pie cuando se acabó el dinero. Es una decepción
tremenda que descubre dos problemas. Por un lado, que tenemos un empresariado
débil y muy pegado a la subvención y, por otro, una política económica que
permitió un modelo, en mi opinión, clientelar. La industria clásica, la de
bienes de equipo, la metalmecánica es la que está resistiendo. Es la vieja
empresa, que recibió muchos menos fondos. Se hizo mal lo que tuvo más
subvenciones y fue más planificado desde los poderes públicos.
El economista asturiano David M. Rivas.
-¿No nos
sirve la excusa de las carencias en infraestructuras?
-El complejo
de Sahara ya no está justificado. El problema es que hay una especie de
síndrome que hace que cuando hablamos de aislamiento pensemos siempre en
Madrid. Pero ir hoy a Galicia no es un camino de rosas y no digamos ya viajar
de Gijón a Ibias. El cuello de botella al Sur es el menor que tenemos. Siempre
se habla de grandes corredores y de grandes velocidades, pero para mí, por
ejemplo, el AVE es un error ecológico, social y económico. Y en eso coincido
con Juan Velarde, aunque somos de escuelas diferentes. Alemania tiene la
tecnología, pero no tiene AVE. En el caso de Asturias, lo normal es que el AVE
llegara desde Madrid a León y que, desde ahí, salgan corredores de velocidad
alta, que no de alta velocidad, para Galicia y para aquí. Lo que no se puede es
ahogar el tren convencional. El turista que viaja un día a lo mejor va en AVE,
pero el usuario habitual del tren volvería a la carretera por los precios de la Alta Velocidad.
-Pero los
túneles ya están excavados, con tres mil millones...
-Pueden ser
utilizados perfectamente por los trenes convencionales, por el Alvia, para
reducir el tiempo de viaje a León, que dura tres horas y es el verdadero
problema. Por cierto, ahora nos enteramos por LA NUEVA ESPAÑA de que
por los tubos no podrán pasar mercancías peligrosas o muy pesadas ¿Dónde
estaban los ingenieros que salen de la Universidad de Oviedo que no advirtieron de ello?
No se sabe.
-Ha sido muy
crítico con el modelo económico de Asturias. ¿El tiempo le ha dado la razón?
-Si no en
todos los extremos, sí en la mayoría. Yo critiqué la ampliación de El Musel,
pero era un dinero al que no deberíamos de renunciar. Tendría que haberse
dedicado a reforzar la complementariedad de los puertos de Gijón y de Avilés, a
mejorar ambas orillas de la ría de Navia, o a Figueras, donde parte de los
astilleros se trasladaron a Galicia, porque, a pesar de ser rentables, casi
nunca les llega ningún apoyo. En el caso de la regasificadora apenas se oyeron
críticas. ¿Es que el 99 por ciento de la gente que sabe algo estaba de acuerdo
con el modelo energético que se nos planteaba? Asturias tiene un problema en el
entramado que hay entre la empresa, la Administración, la Universidad o los
sindicatos. Perjudica al conocimiento, a la productividad y al desarrollo del
país.
-¿Hay forma
de evitar la deslocalización de la gran empresa?
-Es difícil.
Una, Mittal es mas fuerte que el Gobierno de Asturias. Lo que tenemos que hacer
es plantear el tema de la cualificación. Que se sepa que es rentable estar en
Asturias si se organizan las cosas. A pesar de lo que hemos perdido, tenemos una
mano de obra muy cualificada. El problema de la baja productividad se debe
fundamentalmente a la estructura empresarial, sobre todo en el segmento
intermedio. El Gobierno debe hacer un ejercicio de pedagogía y enseñar que hay
otras formas de hacer.
-¿Por
ejemplo?
-No todos los
ayuntamientos tienen que tener una facultad o un auditorio. El despilfarro. Si
ponemos un compás en Posada de Llanera, en un círculo de 25 kilómetros está La Laboral, el Jovellanos, el
Niemeyer, el Palacio Valdés, el Calatrava, el auditorio Príncipe Felipe, el
Filarmónica y el auditorio de Pola de Siero. Y toda esa densidad, que no la
tiene ni Madrid, para 500.000 personas. El desarrollo no es llenarse de AVE o
museos, sino, por ejemplo, darse cuenta de que en Asturias hay un grave
problema de conexión inalámbrica en el medio rural. ¿Autovías? La Minera ha servido para que
la gente siga trabajando en Sotrondio, pero viviendo en Gijón. Otro problema
que tiene Asturias es que las cosas se hacen sin datos o con datos falsos. No
hemos visto llegar ni un coche del puerto seco de Valladolid, cuando iban a
llegar cinco mil al trimestre.
-¿Qué receta
para Asturias?
-Se debería
haber actuado hace diez años. Lo primero es abandonar los mitos del desarrollo.
El problema no es tener malas comunicaciones, sino para qué las queremos y
hacia dónde. Por ejemplo, lo importante en la comunicación con el Sur no son
los pasajeros. Si Asturias hubiera tenido hace años una variante ferroviaria
para las mercancías, Fasa-Renault de Valladolid no estaría exportando por los
puertos gallegos, sino por Gijón. Además, hay que mantener la industria. La
terciarización es un error. Supongo que el Gobierno regional actual, más
prudente y menos megalómano que los anteriores, lo entenderá. Hasta la
agricultura, a pesar de su desmantelamiento, presenta cierto mantenimiento,
mientras los servicios, a los que tanto alimentaron, caen en picado. La
industria sigue siendo el principal sector de nuestra economía. Un gobierno
tiene que hacer una política con estas orientaciones y facilitar las cosas a
las empresas, pero sin seguir las directrices de la patronal Fade. Hay que
saber qué se quiere y decidir sobre lo que se puede o no.Lne.es