Nota de Opinión
Por: Juan Quiñones (para ElDiario.com)
Para remitirme al título de este artículo, debo decir que la explotación sin límite de los recursos naturales por la emisión de gases de efecto invernadero y la crisis energética por la escasez de petróleo han colocado al transporte ferroviario cómo el único medio capaz de hacer un uso más eficiente de los combustibles fósiles, que nos permiten el autoabastecimiento, la reducción de la emisión de gases que producen el calentamiento global y sus consecuencias de sequías e inundaciones, fenómenos que ponen en serio riesgo la vida en el planeta.
El año pasado, el Gobierno nacional tuvo que importar 5.000 millones de dólares en combustibles, erogación que se hubiese podido ahorrar con los ferrocarriles funcionando a pleno. Pero hoy no tenemos el sistema ferroviario en las condiciones necesarias y fue necesario gastar recursos siempre escasos y necesarios para generar más producción y trabajo.
La red ferroviaria argentina, que llegó a tener 44.000 kilómetros de vías, hoy tiene activos escasos 18.700 kilómetros, incluyendo las vías de los trenes urbanos.
Y la carga anual transportada circula por una longitud menor a los 3.000 Kilómetros, lo que expresa claramente que la mayoría de las provincias no tienen fletes que le permitan competir con su producción, ni en el mercado externo ni en el interno.
El año pasado, los ferrocarriles solamente transportaron 4,4% de toneladas y un 6,3% de toneladas/kilómetros, dada su ausencia en muchas zonas productivas demandantes del transporte de cargas, y todo ello, pese al aumento de la producción de granos, que pasó de 20 millones de toneladas en los 60 a 140 millones de toneladas en la actualidad, al tiempo que las exportaciones agroindustriales pasaron de 7 millones de toneladas a 90 millones de toneladas en el mismo período (siendo la principal entrada de recursos al país).
Como se recordará, la destrucción de los ferrocarriles en Argentina se justificó por su “déficit”. Se adujo que el mismo tenía origen en que el ferrocarril pagaba los gastos por mantenimiento de vías, mientras que el transporte automotor no pagaba por el mantenimiento de rutas y solo pagaba los de movilidad. Ese “déficit” fue usado para aplicar planes sistemáticos de destrucción como el Plan Larkin del Banco Mundial y otros como el Plan de Mediano Plazo, que se aplicó en los años 68 y 69, la vinculada al Segundo Plan de Mediano Plazo, al final de los 70, y el de Carlos Menem en los 90. Así llegaron a la destrucción de una empresa con un patrimonio de más de 38.000 millones de dólares.
Supuestamente, sin ferrocarriles se eliminaba el “déficit”. Entonces, ¿por qué hoy tenemos que hablar de las pérdidas que tiene el país por no tener ferrocarriles? ¿Quién hizo mal las cuentas? A los caminos y al mantenimiento de rutas también los pagaba el Estado, de manera que para hacer un cálculo de los costos reales del transporte se debieron tener en cuenta, aunque las empresas privadas no lo pagaran (o, en su defecto, quitar los costos que tenían los ferrocarriles por este mismo rubro).
En corta y media distancia, el medio automotor es insustituible, como lo es el ferrocarril en largas distancias superiores a los 300 kilómetros. En otras palabras, el cálculo que no se hizo fue el del costo del medio de transporte sustituto del ferrocarril. Es allí donde surge la pérdida que tiene el país, por no tener ferrocarriles.
Con ferrocarriles, los fletes para la producción exportable serían cuatro veces más baratos para los productos agroindustriales, esto significaría para el productor agropecuario una reducción equivalente al 5% de las retenciones; y en los productos de consumo interno, una reducción de los fletes promedio del 30% para combatir la inflación por la dolarización de la economía.
Con ferrocarriles, la integración territorial y el desarrollo de las economías locales y regionales crecería rápidamente, con trabajo mejor remunerado. Y el beneficio público que deja el ferrocarril por una mayor actividad económica crearía un círculo virtuoso entre el capital y el trabajo y un futuro mejor para todos los Argentinos.
*Licenciatura en Desarrollo Local y Regional por la Universidad Nacional de Villa María.
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