16 de febrero de 2016

Subte, desinversión y negligencia: el transporte público como un negocio

Actualidad

El día 11 de febrero tuvo lugar en la estación José Hernández de la línea D de subterráneos, un accidente que podría haberse cobrado la vida de pasajeros y trabajadores. Una de las escaleras mecánicas de esa estación, perdió dos escalones mientras estaba en funcionamiento y con pasajeros utilizándola. Solo por casualidad, no hubo que lamentar víctimas. Sin embargo, hubo algunos heridos que tuvieron que ser asistidos por el SAME.

Los pasajeros del servicio de subte, al igual que sus trabajadores, padecemos a diario las causas de la desinversión y la inoperancia de quienes deben ser los encargados de brindarnos un servicio eficiente y seguro. Ascensores parados, escaleras mecánicas que no funcionan hace años (como es el caso de la estación Pueyrredón de la D entre otras), accesos que no dan abasto, estaciones y boleterías que se inundan (a veces ni siquiera hace falta que llueva), provocan que el viaje hacia nuestros lugares de estudio, o nuestros trabajos, no sea precisamente el mejor.


Pasajeros discapacitados, o ancianos mayores, tienen que pensar dos veces antes de viajar, ya que son los más perjudicados como resultado de la impunidad con que la empresa concesionaria Metrovías y el organismo estatal que la controla, SBASE, manejan este transporte de vital importancia para la Ciudad de Buenos Aires. Un servicio público, que tendría que estar pensado para mejorar el traslado de los millones de trabajadores que lo utilizan a diario, termina siendo un negocio para unos pocos, aquellos que ni siquiera lo usan.

“Si se puede evitar, no es un accidente”

Pero más allá de inconvenientes que padecemos a diario quienes viajamos y trabajamos allí, hay algunos sucesos más donde las consecuencias podrían haber sido verdaderas tragedias, y que tanto la concesionaria, como SBASE y el Gobierno de la Ciudad (así se completa el triángulo de responsables del estado deplorable en que se encuentra el subterráneo), se ocuparon de que no salieran a la luz. Acá mencionamos algunos:

*En diciembre de 2015 también se desprendieron escalones de una escalera mecánica, en esta ocasión, en la estación Tribunales de la línea D. Solo por pura casualidad no hubo heridos.

*En mayo de 2014, mientras estaba en proceso la construcción del Metrobus, una máquina perforadora atravesó la bóveda de la línea C, quedando a sólo centímetros de la formación que estaba por ingresar, repleta de pasajeros, a la estación San Juan. Si la perforadora hubiera avanzado unos pocos centímetros más, hubiera terminado en una tragedia.

*En julio de 2015, una formación de la línea A quedó detenida entre las estaciones Loria y Plaza Miserere, debido a una falla en el sistema eléctrico, que dejó sin luz a toda la formación. Al ser hermética, la respiración comenzó a hacerse dificultosa, provocando el pánico de los pasajeros que tuvieron que romper las ventanillas para salir del tren, y caminar a oscuras por los túneles, sin saber hacia donde evacuar.

*En la historia del subte hubo varios descarrilamientos, y por diversos motivos. Acá vamos a nombrar los dos últimos: el 15 de agosto de 2013, y el 13 de marzo de 2015. Ambos en la línea B. El primero fue a los pocos días de haberse inaugurado la extensión de la línea B. Inauguración que había sido sumamente cuestionada por los trabajadores, debido a que se había apurado por cuestiones electorales, aunque las condiciones no estaban dadas para hacerlo (no había sistema de comunicación, las estructuras estaban oxidadas por las inundaciones que habían sufrido, etc). El otro descarrilamiento fue en las inmediaciones de la estación Echeverría. Debido al incidente, ese día la línea B funcionó con servicio limitado desde Alem hasta Los Incas, desde el arranque del servicio hasta las 14 hs.

Un negocio redondo

El transporte público en nuestro país, no es pensado como tal. Miles de negocios se desprenden de lo que en realidad debería estar pensado para brindar un servicio cómodo, eficiente y seguro para la cantidad de personas que lo utilizan a diario. Y en ese proceso, también nos vemos afectados los trabajadores, que padecemos cotidianamente los resultados de años de pensar al subte como un negocio.

Pero para ser justos y precisos, no podemos decir que no haya habido inversiones. El problema, es que no están orientadas precisamente hacia el confort de usuarios, ni de trabajadores. Sin ir más lejos, el viernes 5 de febrero Metrovías y Sbase quisieron poner en funcionamiento máquinas recargadoras de SUBE, que hacen el mismo trabajo que el boletero, que a su vez no puede competir porque el sistema existente en las boleterías es inferior. En vez de invertir en personal, o en mejorar nuestros lugares de trabajo, lo hacen en máquinas, lo cual además no representa ninguna mejora hacia el pasajero.

Tampoco invierten en material rodante, y cuando lo hacen, como en el caso de los CAF 6000 de la línea B, propician negocios para empresarios amigos. Esta compra es uno de los negociados más escandalosos que se han realizado. Trenes que el metro de Madrid había descartado como chatarra, fueron comprados personalmente por Mauricio Macri. Las burlas resonaron hasta en los diarios españoles, que festejaban que Metro de Madrid se había sacado de encima esos trenes viejos, a cambio de 4,2 millones de euros. Pero ahí no termina todo, porque los trenes españoles eran absolutamente incompatibles con el sistema de alimentación y el ancho del túnel. Entonces hubo que hacer modificaciones en la infraestructura y el sistema de alimentación que igualaron en los costos a lo que hubiese sido una compra de material rodante 0 kilometro.

También podemos nombrar el negocio que significa la tercerización de actividades, con empresas que hacen tareas de limpieza, mantenimiento y seguridad, entre otras. Todos conocemos como se manejan estas empresas, donde hay ganancias millonarias para un reducido sector (generalmente amigos de funcionarios públicos, o a veces hasta ellos mismos), a costa de explotar trabajadores que tienen jornadas de 10, 12, o 16 hs, a cambio de sueldos de miseria. Uno de los casos más escandalosos es el de las empresas tercerizadas Briefing, Murata y Comahue, que brindan seguridad en el ámbito de subterráneos, y cuyos trabajadores vienen reclamando que se respete el convenio de 6 hs que les corresponde. La respuesta a estos reclamos fue el despido de 27 trabajadores que se encuentran exigiendo su reincorporación. A esto hay que sumarle que dichos despidos fueron realizados por las empresas con la complicidad tanto de Metrovías, como de SBASE y el Gobierno de la Ciudad, que no las regulan.

Un servicio eficiente y seguro: solo trabajadores y usuarios podemos garantizarlo

Producto de la desinversión, cuatro compañeros murieron en sus lugares de trabajo, todos por responsabilidades compartidas entre Metrovías, SBASE y los gobiernos: Antonio Villares, electrocutado el 2 de abril de 2013 en la línea B mientras la estación se encontraba inundada y el tercer riel continuaba con energía eléctrica, cuando no tendría que haberlo estado; David Alfonso, quien recibió una descarga de 1500 voltios mientras trabajaba en el Taller Constitución en febrero de 2011; Diego Martinez, técnico que murió electrocutado en el taller Congreso de Tucumán de la línea D en marzo de 2012, mientras usaba una soldadora sin las condiciones de seguridad necesarias; y Sergio Reyes, quien había ingresado hacía solo 15 días a trabajar en la línea B como peón de limpieza. No contaba con la capacitación adecuada, y tampoco existía señalización correspondiente, motivo por el cual fue arrollado por un tren mientras realizaba sus tareas.

Los trabajadores del subte denunciamos constantemente todas las irregularidades, porque las sufrimos. Usuarios y trabajadores queremos lo mismo, porque todos los negocios que hacen quienes deben ser los garantes de un buen servicio, los pagamos nosotros. Los pagamos con nuestros impuestos, los pagamos con nuestro trabajo, y en muchos casos con nuestras vidas. Por eso también debemos ser nosotros, quienes en conjunto, nos organicemos para que el subte deje de ser un negocio, y pase a ser un servicio eficiente, seguro, y de calidad. Y esto no lo podemos esperar de quienes siempre se ocuparon de llenarse los bolsillos a costa nuestra.

La única salida para lograrlo, es la estatización del subte bajo control de trabajadores y usuarios.Fuente: LaIzquierdaDiario.com