Nota de Opinión
Así escuchaba decir a un vecino…
Y me detuve para observar la majestuosidad de semejantes construcciones con tanta historia, con cientos de miles de horas de trabajo, con la esencia soberana que dignifica una actividad al servicio del Pueblo. Porque allí se reparaban las locomotoras que después corrían los trenes de la gente. Todo con manos sapientes y llenas de amor. Trabajaban más de 1.500 ferroviarios. Hasta se bobinaban los gigantescos generadores y motores de tracción, se reparaban los enormes motores Diesel y todos los componentes menores.
Pero un día llegó el “progreso” y de su mano la actividad privada. Los famosos “inversores dueños del futuro”, tal como los llaman hoy, que lo diezmaron quedando solamente 130 operarios para un lugar con potencial metalmecánico sin comparación y justo cuando había atisbos de volver a creer en el ferrocarril.
Entonces vuelven a la carga los especuladores. Para transformar esas tremendas naves (con puentes grúas capaces de levantar y dejar suspendida una locomotora) en un bonito “área cultural”, los terrenos en emprendimientos inmobiliarios para unos pocos y las parrillas de vías en un recuerdo de tiempos lejanos...
¿Hasta cuándo estos políticos van a traicionar la memoria de la Patria?
Ir a ver a Alfredo Astiz, cerrar ramales, vender tierras fiscales y los recursos naturales son sinónimos, señores…Representan dejar la gesta sanmartiniana como una causa absurda y sin sentido. Por favor, no vuelvan a cantar nunca más eso “de los chicos de Malvinas que jamás olvidaré”.Roberto Bocanegra para el diario LosAndes.com