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Transcribimos
a continuación un reportaje realizado al ministro de Transporte de la Nación,
Guillermo Dietrich, por el diario Perfil con el título: “Argentina tiene
destruida toda su infraestructura de transporte”. Entre otras cosas, expresó:
Apuesta.
Uno de los temas centrales de esa edición del IFT fue la acelerada transición
hacia los vehículos eléctricos y autónomos, sin chofer y que no emitan gases
que estimulan el cambio climático. Sin embargo, según Dietrich, el problema
inmediato en Argentina es el exceso de autos circulando y sus enormes
congestiones de tránsito. “Eso no se soluciona con vehículos eléctricos. En el
mundo ya hay 1.200 millones de autos y se estima que podría llegar a los 2 mil
millones en dos décadas. Lo correcto es priorizar el alcance y la calidad del
transporte público”.
Por
otra parte, el ministro propuso analizar cuidadosamente las inversiones. “Los
autos eléctricos pueden ser muy atractivos y servir para el marketing, pero
también son muy caros. Por ejemplo un colectivo eléctrico cuesta hasta un
millón de dólares. Nosotros pensamos que –hoy por hoy– conviene más invertir
ese monto en, por ejemplo, nuevas líneas de metrobus. En el futuro, cuando
tengamos la infraestructura podremos evaluar los de motores a electricidad”.
—¿Cuáles
son las prioridades?
—Aunque
no parezca, el AMBA cuenta con una de las mejores redes de transporte de los
países en desarrollo. En cobertura puede competir con el mundo desarrollado,
aunque claramente en calidad estamos muy por debajo. Tenemos casi 900
kilómetros de vías de trenes, más de 17 mil colectivos, subtes y taxis. Pero
nuestro gran problema es que el sistema fue diseñado en forma radial,
convergiendo hacia el centro de la Ciudad. Y es complejo moverse en forma
transversal, algo que se nota mucho con las autopistas: está la Panamericana,
Acceso Oeste y el Acceso Sudeste, pero no tenemos anillos de circunvalación.
Por eso estamos trabajando en infraestructura para transporte público en forma
transversal, además de mejorar las líneas que convergen hacia el centro.
Nuestra apuesta es un plan completo de nuevos metrobuses. Y no sólo para Buenos
Aires. También para otras ciudades: ya anunciamos proyectos para Santa Fe y
Rosario y estamos estudiando Córdoba, Corrientes y Neuquén. Todo con
financiamiento de Nación”.
—¿Y
con los trenes?
—Vamos
a avanzar con el sistema RER, que permitirá unir las líneas principales de
trenes que tienen sus cabeceras diseminadas en Retiro, Constitución, Once, etc.
Algunas serán con plataformas elevadas y otras con túneles. Nuestro objetivo
final es que un viaje que hoy lleva una hora y medio combinando tren, colectivo
y subte, se pueda hacer en 45 minutos y cambiando el medio de transporte en un
mismo andén.
—¿Pero
eso no es un proyecto faraónico, como el tren bala?
—Un
“tren bala” cuesta más de US$ 10 mil millones y el RER implica una inversión de
US$ 2 mil millones. Además tiene un impacto mayor en la movilidad pública y se
hace en entre 6 y 8 años. De hecho, ya empezamos a sacar licitaciones, como la
de la estación subterránea de Constitución y la de la extensión y elevación del
Belgrano Sur hasta Constitución. En cuanto a la futura estación subterránea
bajo el Obelisco está con los pliegos abiertos, y se reciben propuestas de
mejoras. Hay que aclarar que para la primera etapa ya tenemos financiamiento y
hay organismos multilaterales interesados en sumarse. No pensamos que el dinero
vaya va a ser un impedimento para estos proyectos.
Ministro de Transporte de la Nación, Guillermo Dietrich, foto gentileza: Diario Perfíl
—¿Qué
pasa con los trenes al interior?
—Por
ahora nuestra prioridad absoluta es mejorar los trenes de carga, De manera de
evitar que la mayor parte de las mercaderías se muevan en camión. Lo que
buscamos es que el crecimiento económico de los próximos años esté apalancado
–desde el punto de vista logístico– sobre el transporte ferroviario. Porque si
queremos seguir sacando nuestras cosechas con camiones, el sistema colapsa.
—¿En
qué modelo piensan? ¿Estatal o privado?
—Estamos
pensando en un modelo inspirado en el sistema alemán, donde el Estado es dueño
y administra la infraestructura y hace correr sus propios trenes y servicios.
Pero tiene la obligación de permitir circular a otras compañías que –pagando un
canon– puedan competir entre sí. Hoy en Alemania, el 70% de los trenes son
estatales y el resto privados. Y se logró que el mercado total de transporte
ferroviario creciera. Por eso pensamos un rol para el Estado y otro para
privados, siempre con la intención de bajar el costo de logística.
—¿Y
en otros rubros?
—Todos
son importantes. Por ejemplo, ya estamos haciendo inversiones en aeropuertos,
como el de Tucumán. De hecho, en cuatro años vamos a modernizar la red de
aeropuertos invirtiendo $ 13.500 millones. En materia de autopistas vamos a
terminar el período con 3 mil kilómetros nuevos construidos y pensamos
certificar –en lo que queda de 2016– obras por $ 34.500 millones. Además,
tenemos proyectos para mejorar los ingresos a los puertos, algo muy necesario
como conoce cualquiera que haya visto el ingreso de camiones al puerto de
Buenos Aires. Y no me quiero olvidar de mejoras en la hidrovía.
—En
la reunión del IFT se habló mucho de autos eléctricos y robóticos.
—Es
cierto que el mundo atraviesa un proceso de automatización y se vienen los
vehículos autónomos. Pero me parece que Argentina tiene cuestiones a resolver
en el corto plazo que no son éstas. Antes de pensar en automatización tenemos
que hacer la infraestructura básica, y el lugar de pensar un “tren bala”,
queremos tener trenes normales confiables y accesibles. La verdad es que no
siempre se justifican ciertas inversiones y claramente hay temas de transporte
en los que el primer mundo lleva adelante una discusión muy diferente de la que
tienen las naciones en vías de desarrollo. Hoy nuestra prioridad es que la
gente pueda tener transporte público y viajar bien, cómoda y segura. Y poder
poner tecnología para mejorar la calidad de servicio con cosas muy simples y
básicas, como saber cuánto tardará en llegar el próximo tren, subte o
colectivo.
Versiones
de cierre
—Hace
muy poco los gremios hablaron de cierres, por ejemplo del Belgrano Norte.
—Todo
lo contrario, nuestra intención es hacer crecer el sistema de transporte
público, haciéndolo más eficiente, y ejecutando el plan más ambicioso en
décadas. Por ejemplo, ya estamos resolviendo uno de los déficits centrales de
seguridad, con la licitación para instalar –en todos los trenes– sistemas de
frenado automático, lo que mejora la seguridad de los pasajeros, y
especialmente de los trabajadores ferroviarios. Estamos haciendo inversiones
donde no se ve: vías, seguridad, frenos y renovación de sistemas eléctricos. Lo
que se dijo del cierre es por la caída
en la calidad de servicio del Belgrano, que se debió a que quedaron pocas
locomotoras funcionando por la falta de inversión en el último lustro. Así un
servicio que funcionaba cada 8 minutos pasó a 25. Para resolverlo ya anunciamos
un plan de mil millones de pesos para ponernos al día con la renovación de vías
y estaciones. Nuestra idea es recuperar el Belgrano Norte en no más de un año.
Más
ciclovías
A
pesar de provenir de una familia dedicada al mundo automotor, se sabe que
Dietrich es un fan de la bicicleta, a tal punto que suele ir a su oficina
montado en una. Según le dijo “ya creamos una Subsecretaría de Movilidad
Saludable y desde allí estamos firmando acuerdos para asesorar y para financiar
a municipios de todo el país, con la intención de que diseñen y construyan
nuevas ciclovías. Ya estamos trabajando en ciudades del Chaco, Córdoba, Neuquén
y Santa Fe y Rosario. Y de la misma manera estamos ayudando a expandir los
sistemas de bicicletas públicas a diferentes locaciones del país. Por ejemplo
en Mendoza ya está funcionando un sistema similar al de Buenos Aires”.
Que cada cual saque sus propias conclusiones.