20 de enero de 2016

Subtes porteños exceden las emisiones de sonido permitidas por la OMS

Actualidad

En la ciudad porteña abundan los pasajeros diarios del subte, expuestos a los ruidos de este medio de transporte que causa daños auditivos, estrés, entre otros síntomas.

Las formaciones de los subterráneos porteños de la Ciudad de Buenos Aires registran picos y hasta promedios de viaje total mayores a los topes sugeridos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). De acuerdo con la medición que realizó la Mutualidad Argentina de Hipoacúsicos (MAH), los ruidos de la línea C llegan a intervalos de 102,5 decibeles. La OMS estima que las máximas recomendables de exposición al sonido diarias son 80 decibeles. Los estudios que encabezó el Ingeniero Horacio Cristiani con el MAH revelaron que las líneas B,C,D,E y H tienen un promedio sonoro de viaje mayor a los 80 dcb que recomienda la OMS. El caso de la formación A, mejoró en 2013 tras cambiar los coches por unos más herméticos, aunque sigue registrando lapsos de 88,5 dcb, siendo aún la menos ruidosa. El ramal que recorre Retiro-Constitución (C) es el que más excesos muestra, con un promedio de 87 dcb y picos de 102,5 dcb. El 61% de los pasajeros de este trayecto califican entre ruidoso y muy ruidoso a sus viajes.


“Sueño con los ruidos del subte, aunque algunos trabajadores de acá tenemos protectores en los oídos, estar 6 horas acá te hace mal igual, y muchos otros ni siquiera tienen esta protección”, señala un empleado de Metrovías.

Para aquellos que viajan cotidiamente en el subte, es una costumbre someterse a los picos de sonido que emite el transporte, y hasta es aceptado por la sociedad. ¿Qué es lo que no saben de estos ruidos? Alteran la presión sanguínea, el ritmo cardíaco y el sistema nervioso central. Además, producen dolores de cabeza, mareos, estrés y falta de concentración, según un estudio de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref).

“Siempre en los viajes a Constitución tengo que ponerme los auriculares hasta que salga de la estación, aunque a veces ni escuche música”, denuncia Mercedes Braña, pasajera de la Línea C y estudiante de Comunicación en la UBA.

Pablo Masson, profesor de la carrera de Ingeniería de Sonido en la cátedra Psicoacústica de la Untref, afirma los que ruidos vienen del roce con rieles desformados, butacas con tornillos flojos y ventanas mal cerradas y propone arreglar las instalaciones para reducir los ruidos.

Este problema ha sido denunciado desde 2001, y si bien se han hecho reformas que disminuyeron el daño auditivo, todavía no se llega a números que salgan de los riesgos, especialmente a los trabajadores de este medio de transporte, que a pesar de tener jornadas reducidas de trabajo (seis horas diarias), son los más afectados.Perfíl.com