Nota de Opinión
Por: Jorge Alejandro Suárez Saponaro (*) (para Crónica Ferroviaria)
Observo con preocupación la escasa importancia, mas allá del interés electoralista de algún candidato, de promover el desarrollo de los ferrocarriles, dado las características de nuestro país.
En los discursos, las autoridades políticas hablan del transporte aerocomercial, de rutas, de autopistas, pero poco y nada se habla de los ferrocarriles, olvidándose su importancia estratégica para el país.
No soy ingeniero, ni experto en transporte, sí los soy en seguridad estratégica y el ferrocarril históricamente ha sido un factor de cohesión nacional y promotor del desarrollo regional. Los millones que costaba sostenerlo, incluso plantillas de personal a veces sobredimensionadas, se compensaba con los beneficios que éste traía aparejado, especialmente por los costos de transporte de millones de toneladas de productos del interior a los grandes puertos.
La Argentina carente de una estrategia nacional que fijara objetivos claros para su desarrollo, tuvo un impacto en diversas áreas, llevándonos a esta actual situación con un país desarticulado y sin horizonte definido para el largo plazo. Estas desigualdades tienen como ejemplo el crecimiento explosivo del Gran Buenos Aires, frente a un país cada vez más vacío, dado que las economías locales, agonizan.
En lo que respecta al ferrocarril, luego de su destrucción deliberada (consideramos que comenzó con el Plan Larkin de los 60) en los 90, poco y nada se hizo para su reconstrucción. Las medidas obedecieron a cuestiones electorales y de propaganda, además de negocios de dudosa rentabilidad para el país, bajo el pretexto que la industria nacional ferroviaria había desaparecido.
Tengamos en cuenta que la industria nacional ferroviaria nació de la nada, al socaire (*) del desarrollo de distintas lineas, en diversos talleres creados para la reparación de vagones y locomotoras. No sólo dichos talleres reparaban vehículos ferroviarios, para luego producirlos, sino que produjeron diversos componentes para la infraestructura ferroviaria. Muchas poblaciones prosperaron alrededor de los talleres y fábricas, demandando de manera creciente mano de obra especializada.
La Argentina atraviesa una dura crisis económica y a todas luces precisa generar empleo sostenible y de calidad. Las cosechas récord que anuncian los gobiernos precisan ser transportadas a grandes distancias en camiones por rutas destruidas, con sus consecuencias en materia de seguridad vial y costos. La reconstrucción del ferrocarril, por otro lado, permitiría reducir los mismos y crear alternativas al desarrollo. Muchos sectores industriales que elaboran materias primas en las grandes aglomeraciones, podrían ser atraidas a pequeñas localidades, dado que el costo de transporte ferroviario les permitiría abastecer a centros de consumo a precios razonables.
Por tal motivo, la reconstrucción ferroviaria daría vida a muchas poblaciones, hoy “muriéndose” por la fuga de población en busca de nuevos horizontes, que terminan generalmente engrosando barriadas pobres en la periferia de las grandes ciudades con sus consecuencias.
Dada la ausencia de una Estrategia Nacional, vemos como u$s 5.000 millones son destinados a subsidiar a las petroleras, política que amenaza la competitividad de las industrias, dado que Argentina paga mucho dinero por el combustible. A todas luces, las petroleras no han expandido su capacidad de refinado, ni transporte, ni siquiera han comprado buques petroleros para traer crudo del exterior, por ende el ahorro nacional se canaliza en intereses corporativos que afectan el interés nacional. Ese dinero, entre otras cosas, puede servir para reconstruir el ferrocarril, que demandaría miles de empleados, alejándolos del circuito perverso de las ayudas sociales.
Consideramos de vital importancia la reconstrucción de determinadas líneas, de valor económico como el Belgrano Cargas y Logística, de determinados ramales en la Patagonia y otras regiones, especialmente conectando áreas fronterizas vulnerables hacia los grandes centros de consumo, promoviendo la cohesión interna del país.
El país, según especialistas, tiene problemas en materia de producción de determinados bienes ferroviarios, ello obligará a buscar socios estratégicos, que por medio de programas de cooperación industrial, permita al país recuperar capacidades en materia de producción de rieles, vagones, coches, locomotoras, componentes diversos, sin olvidar lo que el talento nacional puede brindar. A ello cabe sumar la reparación, recuperación y modernización de cientos de vagones y otros equipos, generando posibilidades a cientos de PYMES, que como es de público conocimiento, son las principales dadoras de empleo en Argentina.
Otro gran desafío será el modelo de gestión del sistema, y nosotros consideramos, mas allá de permitir la operación de empresas privadas con ánimo de lucro, debe ser una herramienta de fomento. Un modelo a seguir es el Deutsche Bahn, grupo estatal alemán que engloba a diversas empresas subsidiarias, muchas de las cuales tienen importancia a nivel europeo y mundial. Otra posibilidad es crear empresas regionales, con una autoridad regulatoria nacional independiente. Ello no impedirá crear o promover empresas provinciales.
No debemos olvidar el transporte de pasajeros, que por razones de costo, lo hace accesible a un número creciente de personas que a todas luces no podrán pagar pasajes de avión, mas allá de la tan vociferada llegada de líneas low cost. El ferrocarril cumple un rol social trascendente.
Estas son algunas apreciaciones, con el intento de poner en evidencia que el país precisa de sus trenes, de desarrollar una industria asociada con beneficios a largo plazo, canalizando el ahorro nacional en generar empleo y valor agregado, con su impacto en poblaciones del interior del país y en la integración de áreas vulnerables, desde la perspectiva de la seguridad estratégica del país con los grandes centros de consumo, generando sus beneficios en muchos aspectos.
El desguace del ferrocarril no será más que el prólogo de la Argentina como Nación.
(*) Abogado – Magíster en Defensa Nacional
(*): Socaire: Mar. Abrigo que ofrece una cosa, en su lado opuesto a aquel de donde sopla el viento.
Por: Jorge Alejandro Suárez Saponaro (*) (para Crónica Ferroviaria)
Observo con preocupación la escasa importancia, mas allá del interés electoralista de algún candidato, de promover el desarrollo de los ferrocarriles, dado las características de nuestro país.
En los discursos, las autoridades políticas hablan del transporte aerocomercial, de rutas, de autopistas, pero poco y nada se habla de los ferrocarriles, olvidándose su importancia estratégica para el país.
No soy ingeniero, ni experto en transporte, sí los soy en seguridad estratégica y el ferrocarril históricamente ha sido un factor de cohesión nacional y promotor del desarrollo regional. Los millones que costaba sostenerlo, incluso plantillas de personal a veces sobredimensionadas, se compensaba con los beneficios que éste traía aparejado, especialmente por los costos de transporte de millones de toneladas de productos del interior a los grandes puertos.
La Argentina carente de una estrategia nacional que fijara objetivos claros para su desarrollo, tuvo un impacto en diversas áreas, llevándonos a esta actual situación con un país desarticulado y sin horizonte definido para el largo plazo. Estas desigualdades tienen como ejemplo el crecimiento explosivo del Gran Buenos Aires, frente a un país cada vez más vacío, dado que las economías locales, agonizan.
En lo que respecta al ferrocarril, luego de su destrucción deliberada (consideramos que comenzó con el Plan Larkin de los 60) en los 90, poco y nada se hizo para su reconstrucción. Las medidas obedecieron a cuestiones electorales y de propaganda, además de negocios de dudosa rentabilidad para el país, bajo el pretexto que la industria nacional ferroviaria había desaparecido.
Tengamos en cuenta que la industria nacional ferroviaria nació de la nada, al socaire (*) del desarrollo de distintas lineas, en diversos talleres creados para la reparación de vagones y locomotoras. No sólo dichos talleres reparaban vehículos ferroviarios, para luego producirlos, sino que produjeron diversos componentes para la infraestructura ferroviaria. Muchas poblaciones prosperaron alrededor de los talleres y fábricas, demandando de manera creciente mano de obra especializada.
La Argentina atraviesa una dura crisis económica y a todas luces precisa generar empleo sostenible y de calidad. Las cosechas récord que anuncian los gobiernos precisan ser transportadas a grandes distancias en camiones por rutas destruidas, con sus consecuencias en materia de seguridad vial y costos. La reconstrucción del ferrocarril, por otro lado, permitiría reducir los mismos y crear alternativas al desarrollo. Muchos sectores industriales que elaboran materias primas en las grandes aglomeraciones, podrían ser atraidas a pequeñas localidades, dado que el costo de transporte ferroviario les permitiría abastecer a centros de consumo a precios razonables.
Por tal motivo, la reconstrucción ferroviaria daría vida a muchas poblaciones, hoy “muriéndose” por la fuga de población en busca de nuevos horizontes, que terminan generalmente engrosando barriadas pobres en la periferia de las grandes ciudades con sus consecuencias.
Dada la ausencia de una Estrategia Nacional, vemos como u$s 5.000 millones son destinados a subsidiar a las petroleras, política que amenaza la competitividad de las industrias, dado que Argentina paga mucho dinero por el combustible. A todas luces, las petroleras no han expandido su capacidad de refinado, ni transporte, ni siquiera han comprado buques petroleros para traer crudo del exterior, por ende el ahorro nacional se canaliza en intereses corporativos que afectan el interés nacional. Ese dinero, entre otras cosas, puede servir para reconstruir el ferrocarril, que demandaría miles de empleados, alejándolos del circuito perverso de las ayudas sociales.
Consideramos de vital importancia la reconstrucción de determinadas líneas, de valor económico como el Belgrano Cargas y Logística, de determinados ramales en la Patagonia y otras regiones, especialmente conectando áreas fronterizas vulnerables hacia los grandes centros de consumo, promoviendo la cohesión interna del país.
El país, según especialistas, tiene problemas en materia de producción de determinados bienes ferroviarios, ello obligará a buscar socios estratégicos, que por medio de programas de cooperación industrial, permita al país recuperar capacidades en materia de producción de rieles, vagones, coches, locomotoras, componentes diversos, sin olvidar lo que el talento nacional puede brindar. A ello cabe sumar la reparación, recuperación y modernización de cientos de vagones y otros equipos, generando posibilidades a cientos de PYMES, que como es de público conocimiento, son las principales dadoras de empleo en Argentina.
Otro gran desafío será el modelo de gestión del sistema, y nosotros consideramos, mas allá de permitir la operación de empresas privadas con ánimo de lucro, debe ser una herramienta de fomento. Un modelo a seguir es el Deutsche Bahn, grupo estatal alemán que engloba a diversas empresas subsidiarias, muchas de las cuales tienen importancia a nivel europeo y mundial. Otra posibilidad es crear empresas regionales, con una autoridad regulatoria nacional independiente. Ello no impedirá crear o promover empresas provinciales.
No debemos olvidar el transporte de pasajeros, que por razones de costo, lo hace accesible a un número creciente de personas que a todas luces no podrán pagar pasajes de avión, mas allá de la tan vociferada llegada de líneas low cost. El ferrocarril cumple un rol social trascendente.
Estas son algunas apreciaciones, con el intento de poner en evidencia que el país precisa de sus trenes, de desarrollar una industria asociada con beneficios a largo plazo, canalizando el ahorro nacional en generar empleo y valor agregado, con su impacto en poblaciones del interior del país y en la integración de áreas vulnerables, desde la perspectiva de la seguridad estratégica del país con los grandes centros de consumo, generando sus beneficios en muchos aspectos.
El desguace del ferrocarril no será más que el prólogo de la Argentina como Nación.
(*) Abogado – Magíster en Defensa Nacional
(*): Socaire: Mar. Abrigo que ofrece una cosa, en su lado opuesto a aquel de donde sopla el viento.