Nota de Opinión
Por: Dr Jorge Alejandro Suárez Saponaro (para Crónica Ferroviaria)
Quienes utilizamos el ferrocarril en el Área Metropolitana de Buenos Aires, observamos una limitada presencia policial en estaciones, en sus alrededores, como en los coches. En determinados horarios, generalmente hacia la noche, esto es factor grave.
Quien escribe estas líneas, ex usuario de la Línea Sarmiento, con los veteranos coches eléctricos Toshiba, la delicuencia robaba con impunidad carteras, celulares, etc. Incluso en horarios de noche, viajar, era una experiencia digna del olvido. Los nuevos trenes, con el sistema de cierre de puertas han limitado el accionar de los delincuentes, pero el problema subsiste.
Los trágicos incidentes de la estudiante de Medicina, Brenda Bigiatti, o el incendio del llamado “trencito de Haedo que lo une con Temperley unido a otros incidentes fatales por el accionar delictivo, ponen en evidencia, la falta de controles adecuados.
A veces este se manifiesta de manera abusiva con controles de pasaje, inventando multas, como le paso a quien escribe en la Línea Roca, para luego terminar estos presuntos controles, y todo vuelve la ausencia total de seguridad de las líneas metropolitanas.
En tiempos electorales hemos visto hombres corpulentos con la leyenda “seguridad” que sin ser policías, su función no quedó clara y han sido protagonistas de incidentes diversos, pero su utilidad ha sido nula. Luego hemos visto gendarmes (cuando la función de la Gendarmería es otra, no ejercer competencias de policía de seguridad que no sean las asignadas como las fronteras) y la Policía Federal, que por ley en su momento tuvo la Superintendencia de Policía Ferroviaria, ahora dentro de la Superintendencia de Transporte. Sea como fuere, la presencia policial es limitada. Las consecuencias están a la vista.
En las elecciones generalmente los candidatos nos agobian con el tema de la seguridad pública, pero nadie tiene ideas concretas, ya que cuando están en el gobierno, adoptan medidas también, concretas.
La seguridad en los ferrocarriles se extiende a lo que ha sobrevivido a décadas de políticas criminales con los ferrocarriles, así hemos visto formaciones con productos agrícolas saqueados a su paso en barriadas marginales del Gran Rosario, Gran Tucumán o Gran Buenos Aires. La falta de vigilancia y/o prevención facilitó la usurpación de terrenos, vandalismo y saqueo de bienes que al pueblo de la Nación, le costó…y les sigue costando mucho.
Creo que ha llegado la hora de plantear la necesidad de crear un cuerpo especial de seguridad ferroviaria. La Policía Federal es el organismo adecuado para contar con un cuerpo especial, que de manera escalonada y con una organización flexible, dotado de medios propios de inteligencia/investigaciones, que faciliten su actividad de prevención vaya recuperando espacios.
Así en un plazo razonable que en terminales ferroviarias, talleres y estaciones tengamos presencia policial permanente. Incluso en horarios cuando el ferrocarril no funciona. Es imprescindible el trabajo conjunto con la Provincia de Buenos Aires y la Ciudad de Buenos Aires para patrullar la periferia de estaciones, en cooperación con la fuerza federal. No sólo la cooperación debe ser entre fuerzas policiales, sino también con la Justicia, los usuarios, trabajadores, las empresas ferroviarias y los servicios de emergencias
Esta no es una idea un tanto peregrina, existen modelos similares en otros países con sus peculiaridades, incluso existen cuerpos independientes especializados en las seguridad en el transporte, como es el caso del Reino Unido con la Policía Británica del Transporte o los propios Estados Unidos., con el llamado Departamento de Policía Amtrak (el servicio estatal de ferrocarriles)
La ausencia del Estado cuesta muchas vidas, con una modesta inversión muchas podrían salvarse, como también los bienes ferrovarios. La calidad de los servicios no pasa por trenes con aire acondicionado y cumplan horarios, sino también que los pasajeros y trabajadores ferroviarios sepan que podrán llegar a sus hogares, sin ser víctimas del delito.
Por: Dr Jorge Alejandro Suárez Saponaro (para Crónica Ferroviaria)
Quienes utilizamos el ferrocarril en el Área Metropolitana de Buenos Aires, observamos una limitada presencia policial en estaciones, en sus alrededores, como en los coches. En determinados horarios, generalmente hacia la noche, esto es factor grave.
Quien escribe estas líneas, ex usuario de la Línea Sarmiento, con los veteranos coches eléctricos Toshiba, la delicuencia robaba con impunidad carteras, celulares, etc. Incluso en horarios de noche, viajar, era una experiencia digna del olvido. Los nuevos trenes, con el sistema de cierre de puertas han limitado el accionar de los delincuentes, pero el problema subsiste.
Los trágicos incidentes de la estudiante de Medicina, Brenda Bigiatti, o el incendio del llamado “trencito de Haedo que lo une con Temperley unido a otros incidentes fatales por el accionar delictivo, ponen en evidencia, la falta de controles adecuados.
A veces este se manifiesta de manera abusiva con controles de pasaje, inventando multas, como le paso a quien escribe en la Línea Roca, para luego terminar estos presuntos controles, y todo vuelve la ausencia total de seguridad de las líneas metropolitanas.
En tiempos electorales hemos visto hombres corpulentos con la leyenda “seguridad” que sin ser policías, su función no quedó clara y han sido protagonistas de incidentes diversos, pero su utilidad ha sido nula. Luego hemos visto gendarmes (cuando la función de la Gendarmería es otra, no ejercer competencias de policía de seguridad que no sean las asignadas como las fronteras) y la Policía Federal, que por ley en su momento tuvo la Superintendencia de Policía Ferroviaria, ahora dentro de la Superintendencia de Transporte. Sea como fuere, la presencia policial es limitada. Las consecuencias están a la vista.
En las elecciones generalmente los candidatos nos agobian con el tema de la seguridad pública, pero nadie tiene ideas concretas, ya que cuando están en el gobierno, adoptan medidas también, concretas.
La seguridad en los ferrocarriles se extiende a lo que ha sobrevivido a décadas de políticas criminales con los ferrocarriles, así hemos visto formaciones con productos agrícolas saqueados a su paso en barriadas marginales del Gran Rosario, Gran Tucumán o Gran Buenos Aires. La falta de vigilancia y/o prevención facilitó la usurpación de terrenos, vandalismo y saqueo de bienes que al pueblo de la Nación, le costó…y les sigue costando mucho.
Creo que ha llegado la hora de plantear la necesidad de crear un cuerpo especial de seguridad ferroviaria. La Policía Federal es el organismo adecuado para contar con un cuerpo especial, que de manera escalonada y con una organización flexible, dotado de medios propios de inteligencia/investigaciones, que faciliten su actividad de prevención vaya recuperando espacios.
Así en un plazo razonable que en terminales ferroviarias, talleres y estaciones tengamos presencia policial permanente. Incluso en horarios cuando el ferrocarril no funciona. Es imprescindible el trabajo conjunto con la Provincia de Buenos Aires y la Ciudad de Buenos Aires para patrullar la periferia de estaciones, en cooperación con la fuerza federal. No sólo la cooperación debe ser entre fuerzas policiales, sino también con la Justicia, los usuarios, trabajadores, las empresas ferroviarias y los servicios de emergencias
Esta no es una idea un tanto peregrina, existen modelos similares en otros países con sus peculiaridades, incluso existen cuerpos independientes especializados en las seguridad en el transporte, como es el caso del Reino Unido con la Policía Británica del Transporte o los propios Estados Unidos., con el llamado Departamento de Policía Amtrak (el servicio estatal de ferrocarriles)
La ausencia del Estado cuesta muchas vidas, con una modesta inversión muchas podrían salvarse, como también los bienes ferrovarios. La calidad de los servicios no pasa por trenes con aire acondicionado y cumplan horarios, sino también que los pasajeros y trabajadores ferroviarios sepan que podrán llegar a sus hogares, sin ser víctimas del delito.
