NOTA DE OPINIÓN
Por: Leandro
Rico (Para CRÓNICA FERROVIARIA)
Es tiempo de
refundar un sistema ferroviario federal y público, que sirva para ahorrar
combustibles fósiles, comunicar a poblaciones aisladas siendo herramienta para
una nueva política demográfica que subsane los desequilibrios que representan
las migraciones internas y el hacinamiento en pocas ciudades, ser alternativa
al antieconómico transporte basado en la tiranía del automotor.
Entendemos
que debemos empezar creando una empresa pública especialmente transparente que
se proponga recuperar los cinco ramales troncales nacionales que representan 7000 km de vías para
pasajeros y cargas. El criterio debería ser comenzar por recuperar lo que
tenemos y proyectar hacia futuro un diseño pensado en el fomento e integración
nacional y latinoamericana (transpatagónico, ramales norte-sur, etc.). No
debemos embarcarnos en los proyectos que el gran comercio mundial tiene para
nuestros pueblos como el de los “corredores bioceánicos”. Estos buscan
solamente controlar y facilitar el flujo de materias primas a puerto (Iniciativa
multinacional IIRSA). Además estos proyectos son financiados a través de toma
de deuda externa que nos ata al Banco Mundial y al Banco de Desarrollo Chino
como principales acreedores obligándonos a licitar con empresas proveedoras de
material ferroviario extranjeras.
En cambio,
Jorge Contestí en su libro, calcula que con alrededor de 4000 millones de
dólares se podría poner en marcha una primera etapa de recuperación de 7000 km desde una empresa
pública basándonos en las necesidades de las grandes mayorías y desdeñando
proyectos faraónicos. Estos montos están al alcance de nuestro presupuesto
nacional (pensemos que este año se piensan destinar 12000 millones sólo en
concepto de pago de deuda externa). Pensemos en los millones de subsidios que
hoy día se escurren como agua entre la maraña de intereses detrás de las
concesionarias. De necesitarse otra fuente de financiación se podría recurrir a
gravámenes sobre el uso irracional de la energía o se podría recurrir al pueblo
Argentino en su conjunto, a los pequeños y medianos, a los industriales, a las
siderúrgicas, teniendo en cuenta que esta inversión volvería en miles de
puestos de trabajo, impuestos, abaratamiento de fletes, baja en la
siniestralidad vial, ahorro en reparación de rutas, etc.
La única
manera de llevar adelante esta empresa es terminando con las actuales
concesionarias que se están enriqueciendo acusando siempre balances negativos
mientras trasladan las ganancias reales a las empresas tercerizadas y a grandes
empresas clientas relacionadas con el grupo económico que explota la concesión
(Ejemplo: NCA y General Deheza). ¡Se deben frenar e investigar estos saqueos
conjuntamente con los incumplimientos de contrato!
Es
imprescindible en este punto que la reconstrucción del ferrocarril venga
acompañada de la recuperación de la industria ferroviaria. Esto significa que
debe priorizarse la fabricación nacional o regional del material rodante
trazándose un plan paulatino de relanzamiento de las industrias afines. Carlos
Rolt, con experiencia en la ingeniería industrial, ha bosquejado un plan
gradual para el desarrollo pleno de este sector que se conseguiría en menos de
10 años. No le sirve a nuestro país repetir la experiencia de principio de
siglo pasado que nos ató a los interesas de Inglaterra (aliada de la oligarquía
porteña) y ahora salir a comprar a precio dólar un tren hecho en China diseñado
a medida de las necesidades de su proyecto económico.
El dinamismo
y potencialidades que acarrearía la vuelta de un tren para todos, permitiría
tener una gran empresa pública con influencia y poder real en la matriz
económica regional y en nuestra relación con el mundo. Y además serviría de
opción tanto de transporte como de generación de trabajo genuino que incidiría
fuertemente como regulador y promotor en el concierto de la economía real del
país.
Paradójicamente
los nuevos desafíos dan renovada vigencia a la importancia del ferrocarril en
todo el mundo, como medio menos contaminante, como estructurador de una región,
como llave necesaria para pensar un país económicamente independiente y justo.
Que el
transporte a la par de la energía es una herramienta estratégica que nos puede ayudar o nos puede enredar como una
tela de araña ya lo analizaba Scalabrini Ortiz cuando nos decía: “…o los
ferrocarriles son nacionalizados o la República Argentina
– a pesar de la envergadura de su pueblo y de sus esfuerzos por liberarse –
continuará siendo un país económicamente subordinado”.
En esta
cinchada debemos sumar a las mayorías. En el 2010, 930.000 personas hemos
presentado en el Congreso Nacional un proyecto de Ley que crea la Empresa Pública y
Estatal de Ferrocarriles (Nº Exte: 4290-D-2010). Es hora de que el Congreso le
de tratamiento.
Tren para
todos
rico@fceia.unr.edu.ar