Pueblos en vías de extinción
En las cercanías del Río Salado, esta pequeña localidad bonaerense de 400 habitantes combina historia ferroviaria, tranquilidad y una gastronomía que sorprende. Ideal para planificar la próxima escapada.
La provincia de Buenos Aires es un mapa infinito de historias, rutas y paisajes que cambian a cada kilómetro. Entre sus rincones menos conocidos, hay un pueblito que, sin ser Mercedes ni Villa Lía, guarda un encanto especial: una “herencia” catalana que se refleja en su arquitectura y, sobre todo, en su gastronomía. ¿Lo mejor? Se encuentra a apenas dos horas de CABA.
Con poco más de 450 habitantes y la calma del Río Salado como telón de fondo, este destino es sinónimo de tranquilidad. Ante la cercanía del fin de semana largo de cuatro días, quizás sea el momento ideal para tenerlo en cuenta y dejarse sorprender por su encanto.
El pequeño pueblo con aire “catalán” que queda cerca de CABA y es pura tranquilidad
Nos referimos a Carlos Beguerie, un pintoresco pueblo ubicado a 145 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, en el partido de Roque Pérez. Este rincón bonaerense combina historia, gastronomía y un entorno natural perfecto para quienes buscan desconectar del ritmo acelerado de la ciudad.
Sus calles de tierra, sus antiguas casonas y sus almacenes de campo reciclados le dan una estética única, con un aire que remite a la tranquilidad de los pueblos catalanes. Ubicado en la Cuenca del Río Salado, este destino invita a recorrerlo sin apuros, respirar aire puro y disfrutar de la calma que solo los pueblos más chicos pueden ofrecer.
Acá no hay tránsito, bocinazos ni apuros. El silencio solo se interrumpe con el sonido del viento, el canto de los pájaros y alguna charla de vecinos en la puerta de sus casas.
La historia de Carlos Beguerie, el pueblo que nació con el tren y se resiste al olvido
Los orígenes de esta localidad se remontan a comienzos del siglo XX y tienen como protagonista a su fundador, Carlos Beguerie, un entrerriano que estudió en el Colegio de Paraná junto a Julio Argentino Roca y que también participó en la Guerra de la Triple Alianza.
Tras instalarse en Buenos Aires, decidió donar parte de sus tierras para la construcción de las vías del Ferrocarril Provincial. Su ubicación estratégica hizo que el pueblo creciera rápidamente y fuera apodada “La Perla del Provincial”, debido a su importancia como empalme ferroviario.Crónica.com
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