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De la ruta nacional 130 hacia el norte, un tramo de la Línea General Urquiza identificado como U7 -con sus correspondientes puentes ferroviarios, pasos a nivel y estaciones- cobró notoriedad en medio de las restricciones de circulación, impuestas ante la pandemia de Covid-19.
El hecho de permanecer obligados a movernos dentro de nuestras propias ciudades y a nivel departamental en el caso de Colón, propició ejercitar la marcada diferencia que existe entre “ver” y “mirar” lo que tenemos a nuestro alrededor. Todo listo en casa, limpieza estructural y digital mediante, la situación epidemiológica permitió salir del confinamiento absoluto para adentrarnos en la naturaleza más próxima.
A partir de allí, conocer para descubrir -no siempre de la mano de valorar para cuidar- se convirtió en un fenómeno que, sin orden ni control, puede tornarse perjudicial tanto para el entorno natural como para el patrimonio arquitectónico que en los últimos meses se llevó todas las miradas.
Masiva concurrencia
Una postal que comenzó a repetirse, una y otra vez, en las redes sociales tenía como protagonista a un antiguo puente ferroviario que atraviesa al arroyo Mármol, a la altura de Colonia Hoker en el Departamento Colón. De arquitectura tan imponente como generosa, sus durmientes de madera al mismo tiempo dejan circular el agua por debajo y ofician de base a la traza vial, prácticamente intactos pese al paso del tiempo.
Sin embargo, el camino que conduce al punto de atracción que comenzó a representar ese puente ferroviario y paso obligado para llegar a destino, para muchos se convirtió en un atractivo en sí mismo por todos los paisajes que ofrece el recorrido: vías libres de vegetación, campos sembrados y verdaderos túneles verdes, que permiten sumergirse dentro de la naturaleza pero sin apartarse de la línea ferroviaria.
Se trata de un tramo de singulares características, puesto que atraviesa diversidad de paisajes de gran atractivo, entre lomadas, arroyos, puentes con historia, humedales, variada flora y fauna a lo largo de su recorrido, mostrando además la diversidad de la producción entrerriana. El mismo comienza en el kilómetro 3 de la ruta 130 y se extiende hasta el acceso a Ubajay, paralelo a la Autovía Artigas.
De ese modo, camino y destino final fueron un solo atractivo turístico capaz de convocar a personas de todas las edades -fundamentalmente provenientes de Villa Elisa, San José y Colón-, decididas a disfrutar de mañanas, tardes y hasta jornadas completas, en un contexto natural que la mano del hombre supo elegir para el paso del tren, años atrás.
No obstante, la concurrencia masiva al lugar despertó cierta preocupación y malestar entre dueños de campos linderos a las vías, dado que en algunos casos se habrían invadido propiedades privadas con vehículos, dejando residuos y hasta fogatas sin apagar, lo que motivó denuncias e incluso un operativo policial en la zona.
Los verdaderos hacedores
Un grupo de voluntarios de Villa Elisa y la región, interesados en el rescate de los ramales ferroviarios con fines patrimoniales y turísticos, el año pasado asumió el objetivo de reactivar el ramal identificado como U7, en un trayecto de aproximadamente 40 kilómetros.
Iniciando el recorrido del tramo recuperado, “primero nos encontramos con lo que era Estación Liebig, la casa del jefe con el andén y el tanque de agua, intactos”, decía a El Entre Ríos uno de los propulsores de la iniciativa que además le puso el cuerpo a la misión, Hernán Bel.
“A unos 5 kilómetros el arroyo Caraballo, con agua de vertientes, mucha arena y un puente de hierro. El siguiente es el Mármol, con paisaje y arenal espectaculares”, continuaba.
Sus propósitos están vinculados a la conservación del ramal y los bienes patrimoniales ferroviarios, diversificar la oferta turística y recreativa de la región y aumentar los volúmenes de arribo a la misma, como así también generar nuevas fuentes de trabajo y productos turísticos conexos, en un marco sustentable y respetuoso del entorno natural.
Siguiendo el recorrido “está Estación Juan Jorge, actualmente ocupada, de piedra original al igual que las de San José y Ubajay. Después, el puente Sarandí y otro que en ocasiones funciona como balneario. Una cantera y luego el arroyo Pos Pos, con un puente y un arenal. De ahí, Estación Leguizamón en Berduc, también ocupada”.
Y, a partir de allí, “un tramo que va desde el Parque Nacional El Palmar hasta Ubajay”, completaba el voluntario.Fuente:ElEntreRíos.com
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