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El
motorman que conducía el tren Chapa 1 que se estrelló en Castelar dice que es
inocente e insiste en que fallaron los frenos; fue condenado a cuatro años de
cárcel por estrago culposo
Aquel
13 de junio de 2013, las vías volvieron a sangrar. El Sarmiento, que aún no se
recuperaba de la tragedia de Once, sumó más víctimas. Ezequiel Vargas, María
Laura Zompo y Cristina Núñez murieron en el tren Chapa 1 que se estrelló contra
el Chapa 19 en la estación de Castelar. Tres víctimas, más de 300 heridos y un
acusado: el motorman Daniel López, que la semana pasada recibió cuatro años y
tres meses de prisión por el delito de estrago culposo. "Soy otra víctima
del accidente", dijo a LA NACION en una entrevista en el despacho de su
abogada, en la que insiste en su inocencia, y repite: "Los frenos
fallaron, los frenos fallaron". Según el peritaje de la Justicia, los
frenos estaban en condiciones y nunca se accionaron.
El motorman Daniel López dice que hizo todo lo posible para intentar frenar el tren. Foto: Hernán Zenteno
-Después
del accidente, ¿volvió a viajar en tren?
-Sí,
porque lo uso como medio de transporte, pero me costó mucho. Me recomendaban
que intentara superar todas las cosas que me daban miedo, todos los traumas. Lo
fui superando lentamente.
-¿Recuerda
los últimos metros antes de chocar con el Chapa 19?
-Hay
cosas que siguen en mi mente. Recuerdo que, cuando salí de la estación, tuve
vía libre y pasó una máquina que saludé con la bocina. Cuando me encontré con
la señal "a precaución", me di cuenta de que la próxima estaría
"a peligro". Después de esa señal, quise frenar, pero el sistema no
me respondió. Cuando miré hacia delante y vi la cola del otro tren, accioné el
freno de emergencia, que tampoco respondió. Ahí fui hacia la puerta para salir
y cuando miré hacia el costado noté que el tren seguía avanzando a la misma
velocidad. Me dije: "Señor, ¿por qué me pasa esto a mí?". Me agarré
de la parte de plástico y esperé el golpe.
-Antes
del impacto, ¿el Chapa 1 falló en algún otro tramo?
-Sí,
en Liniers se activó el freno de emergencia sin que haga ninguna maniobra. El
jefe de tren me preguntó: "¡Brujita, Brujita! [así le dicen sus
allegados], ¿qué pasó?". Le expliqué que se aplicó el freno de emergencia
y continué.
-¿Pasó
tres señales que lo obligaban a detenerse y no lo hizo?
-¡A
mí me fallaron los frenos! Si se me aparecía una criatura, lamentablemente, la
tenía que pasar por arriba porque no me andaban los frenos. Al pasar la primera
señal de "a precaución", accioné el freno de servicio y no respondió,
pero seguí intentándolo con el de emergencia, que tampoco se activó.
-¿Cómo
convive con las tres muertes?
-Me
impactó y me sigue impactando. Yo tengo un grado de responsabilidad por ir a
cargo del tren, pero pretendo que se me juzgue por eso y no por hacer mal mi
trabajo, porque hice lo que debía hacer. Si había otra forma de frenar el tren,
que me la digan. Me tocó a mí o le podría haber tocado a un compañero. Con mis
compañeros, teníamos un dicho: "Dios es ferroviario y no ocurren cosas más
graves porque Dios nos cuida".
-¿Siente
alguna responsabilidad por el accidente?
-Yo
no me siento culpable. Responsabilidad tenía siempre que estaba a cargo de un
tren con vidas humanas, eso es lo que hemos aprendido cuando nos enseñaron a
respetar todas las señales y las normas de seguridad. Acá había material obsoleto,
con las señales que no funcionaban.
-Usted
dijo que se sentía un chivo expiatorio. ¿De quién?
-No
lo sabría decir. Siento que no fui defendido, y no hablo de mis abogadas. La
empresa, el Gobierno, nadie me dijo nada. Están haciendo un circo, como el
abogado de la querella [Gregorio Dalbón]. Acá hay personas, hay que respetar a
los familiares de las víctimas. Hasta que no se sepa la verdad, no pueden
ensuciar a las personas. Yo tengo 31 años de servicio, y Dalbón no me puede
decir cómo se frena un tren. Después, la locura descabellada de que estaba de
acuerdo con el sindicato cuando yo, con los de arriba, no tenía ni trato. La
relación siempre fue tirante y no teníamos feeling. ¿Me voy a estrellar contra
un tren por el sindicato? Es una locura.
-¿Tiene
sentido que la tragedia haya sido producto de una guerra sindical?
-En
mi cabeza no entra, no tiene ningún sentido que estrelle un tren en forma
intencional para afectar a un sindicato o un gobierno. ¿Matarme por el
sindicato? ¿Qué gano yo? Si fuera un fundamentalista, hubiese dicho: "Lo
hice porque soy un fundamentalista". Pero yo quise salvar mi vida.
Nosotros estábamos trabajando precariamente y eso no se dice; no se dice cómo
estaba el material. Cambió todo después de esos accidentes [Castelar y los dos
de Once]. ¿De dónde salió todo el capital para comprar nuevos trenes?
-¿Qué
opina de la sentencia?
-Pensaba
que era un juicio imparcial, pero después me quedó esa sensación muy clara de
que no lo fue. No conozco de leyes, pero tampoco hay un argumento valedero. Mi
defensa no se basó en datos incoherentes, sino en los resultados de los
peritajes. No pudieron refutar nada de lo que argumentamos. Acá estoy en juego
yo, una persona. Queremos que saquen a la luz la verdad, pero yo no puedo
asegurar que culpándome a mí no se quiera tapar toda la falta de inversión.
-¿Tiene
miedo de terminar en la cárcel?
-Me
consideró otra víctima del accidente. A mí me cambió la vida. Me quería ir de
mi trabajo como se fueron todos mis compañeros y no puedo. No sé si será temor
a la cárcel porque si me mandan, voy a tener que ir. Me considero una persona
respetable, no me veo dentro de una cárcel porque no fue para eso por lo que
trabajé. Soy un trabajador como cualquier otro. LaNación