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16 de septiembre de 2023

El último mecánico de locomotoras a vapor viaja cada sábado a reparar un tren imperial nacido en Rosario

Historia Ferroviaria

El especialista llega cada fin de semana desde Buenos Aires a Pérez para avanzar en la puesta a punto de "La emperatriz", una locomotora a vapor de 110 años, propulsada por agua y fueloil que batió un récord de velocidad en el continente y transportó a varios presidentes nacionales y al duque de Windsor. La historia de un ex combatiente de Malvinas que dedica sus tiempos libres a hacer andar trenes antiguos donde lo llamen

La locomotora insignia de la antigua compañía Ferrocarriles Central Argentino, conocida bajo el nombre de "La emperatriz", es una máquina a vapor de enorme porte diseñada en 1914 por ingenieros mecánicos en los Talleres Rosario de avenida Alberdi y Humberto 1º, donde ahora permanece la oficina de Nuevo Central Argentino.

Las locomotoras a vapor dejaron de prestar servicio cotidiano hace unos 50 años, ya que las actuales son diésel-eléctricas. Es por eso que varios roles específicos de ferroviarios, como caldereros, ajustadores y foguistas son considerados oficios extinguidos.

A casi 110 años de la creación de La Emperatriz, un mecánico metalúrgico es el encargado de su mantenimiento constante y de reparar su caldera averiada, para lo cual viaja cada fin de semana hacia la ciudad de Pérez, donde en poco tiempo abrirá el Museo Ferroviario provincial, que también se llamará "La emperatriz" en homenaje a su "niña mimada", la histórica locomotora en cuestión.

Asenjo es el mecánico a cargo de cada reparación de la máquina que pronto será atracción del museo. (Ana Isla/Rosario3)

Gabriel Asenjo tiene un oficio que, por su unicidad, es llamado a reparar locomotoras de todo el país y hasta de Chile como trabajo privado. En origen es técnico mecánico metalúrgico, especialidad que obtuvo en la Enet Nº2 de San Martín, Buenos Aires. Pero cuando regresó de la guerra de Malvinas, por su salud mental le fue recomendado encontrar un hobby que lo apasionara, y desde entonces dedica todo lo que puede de su tiempo libre a reparar estas máquinas, un deseo cumplido de su infancia.

El mecánico vive en Buenos Aires junto a su mujer. Es padre y abuelo. Tiene un taller metalúrgico para cortar hormigón o vidrio, una industria relacionada con las automotrices. Y por eso tiene todos los equipos necesarios para crear las piezas a medida que la máquina va requiriendo para sus arreglos.

Como buen apasionado, desde 2010 viaja hacia Pérez para avanzar, a paso lento pero firme, en el mantenimiento y reparaciones de la máquina y de los coches de pasajeros, de forma voluntaria, al igual que el resto del equipo del Ferroviario Club Central Argentino, en un galpón de la empresa Rioro S.A. que utilizan en comodato.

Sobre la locomotora, sobran las historias de proezas por las cuales lleva el mote que le otorga realeza. El modelo es de la North British Locomotive Company Limited, que fue fabricado en Escocia, a la medida de la topografía de nuestro país: para ramales calurosos, porque llevaba pasajeros desde Buenos Aires a Tucumán.

El acceso al Museo Ferroviario donde se encuentra la locomotora a vapor a poco de su puesta a punto (Ana Isla/Rosario3)

En una jornada de sábado con lluvia torrencial, Asenjo abrió las puertas del inminente Museo Ferroviario "La emperatriz" en exclusiva, para relatar a Rosario3 qué implica estar a cargo de esta máquina que hacía el viaje del tren llamado "Panamericano", un expreso que corría a mucha velocidad.

El hombre, de una altura de más de un metro ochenta, ya no parecía tan alto cuando se apoyó en las ruedas de dos metros, mientras tres sobrinas de su pareja correteaban y subían a la cabina para jugar.

“En origen eran diez las máquinas de la misma serie, numeradas del 191 al 200. Pero ésta fue la única rescatada del olvido de la historia. Al ser cabeza de serie, la 191 fue designada para los viajes especiales, como el presidencial. Cuando arribaron al país era la más veloz y la más potente”, aseguró el mecánico con una sonrisa franca.

Los ex presidentes Victorino de la Plaza, Marcelo T. de Alvear, Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón, así como el duque de Windsor y el duque de Savoia, fueron algunos de los referentes más destacados en viajar en los coches de La Emperatriz, según documenta el sitio web del Ferroviario Club Central Argentino. Pero lleva el nombre de la realeza desde que Francisco Savio (su maquinista oficial) llevó al duque de Windsor en 1916, quien sorprendido porque vestía de blanco para ostentar lo pulcro, le dijo que era “el gentleman, el rey de los maquinistas”.

El 1926 fue el año de la proeza, la llegada del hidroavión “Plus Ultra” al país, y para dar la noticia los diarios debían estar temprano en Rosario. “Para que llegue rápido con los diarios, La emperatriz rompió un récord a nivel Latinoamérica de llegada en menos de tres horas, fue mucho mas allá de su velocidad habitual”, destacó Gabriel Asenjo.

¿Cómo fue que un mecánico metalúrgico se volvió el especialista en trenes a vapor? fue la pregunta, apenas arribados a ese galpón con forma de estación de ladrillo visto, construido alrededor de los rieles ya existentes junto a la ruta 33 en la ciudad vecina de Pérez.

El tender detrás de la locomotora, donde tubos atraviesan con fueloil los miles de litros de agua para generar el vapor (Ana Isla/Rosario3)

“Cuando terminé la primaria conocí lo que era un torno y quise ser metalúrgico. Pero ya sabía desde mucho más chico que quería ser maquinista. Yo arreglo las locomotoras en realidad con el deseo de volver a manejarlas”, confesó Gabriel Asenjo. Y dejó entrever su verdadera vocación que se despertó desde muy chico: “Tenía siete años cuando subí a mi primera locomotora. Dos tíos eran ferroviarios (un maquinista y un jefe de estación), y desde aquel primer día en que me subí a un tren a vapor, supe que quería ser maquinista, pero con los años estos dejaron de existir”.

En paralelo que se hacía camino en el oficio de la metalurgia, Asenjo encontró su ocupación al volver de la guerra de Malvinas, hacia donde fue enviado como marinero en un buque por tener 20 años en 1982.

“Cuando volví de la guerra, por mi salud mental me recomendaron que buscara un hobby que me apasionara. Empecé trabajando en otros ferro clubes, y fue una buena terapia para mí. En uno de Buenos Aires fue donde aprendí a reparar las locomotoras a vapor. Y un instructor de ahí me enseñó a conducirlas”, recordó.

Fue aprendiendo el expertise en aquel club porteño, donde un día desde la empresa Tren Patagónico se acercaron a pedir colaboración para arreglar "La trochita", sobrenombre del Viejo Expreso Patagónico, un tren turístico muy famoso que une las provincias de Río Negro y Chubut en la Patagonia argentina.

"Desde el club les dijeron que no se dedicaban a hacer esos arreglos, y yo comencé ahí a trabajar de forma privada. Después se abrieron otras puertas y me pidieron arreglar locomotoras antiguas en otras ciudades como Río Turbio, en Esquel, Santiago y Antofagasta de Chile. Ya arreglé nueve argentinas y dos de Chile", repasó el especialista sobre sus inicios en este oficio "en extinción".

La historia enlazada de los Talleres Pérez y la locomotora insignia

El lugar de reparaciones y mantenimiento pesado de La emperatriz desde su inauguración en 1916 siempre fue el taller de locomotoras Gorton Pérez, el que podría pensarse “su casa natural”, y por ello hay allí una fuerte identificación con la máquina, que perdura hasta estos días.

Fue así que 13 años atrás, en 2010, los miembros del Ferroviario Club Central Argentino en Pérez recibieron esta afamada locomotora por parte del NCA, y decidieron ponerla nuevamente en funcionamiento, luego de muchos años de permanecer sin uso ni preservación. Y su presidente José Ciancia conoció a través de los medios sobre este mecánico especialista en echar a andar locomotoras a vapor, y lo contrató para su restauración. 

Desde entonces, Gabriel Asenjo se volvió su mecánico oficial y uno de sus maquinistas cada vez que vuelve a funcionar. “Desde 2010 hasta julio pasado, la locomotora estaba en esos talleres -señaló Asenjo con el dedo índice hacia un costado del museo, al ex taller Gorton Pérez donde hoy se encuentra la empresa Rioro-, pero ahora fue trasladado a su lugar especialmente creado, su museo”, precisó. 

Tras décadas de abandono, y de haber sido considerada chatarra, el Ferroviario Club Central Argentino la restauró mecánica e históricamente, poniéndola en funcionamiento como testimonio de la era del vapor. 

La emperatriz se ha reparado muchas veces desde que arribó en 2010, y realizó algunos viajes de paseo, uno a la Estación Rosario Norte de Rosario y otra vez a Alcorta. “La idea es mantenerla operativa, y vamos reconstruyendo los coches”, relató Asenjo mientras señalaba al resto de los que forman parte del tren. Se trata de un coche de pasajeros con bancos verdes en muy buen estado, un furgón de carga, y un coche reservado de familia (que fue vandalizado apenas donado y le faltan piezas externas de bronce).

En cuanto se puso en funcionamiento por primera vez, a los dos años tuvo problemas de calderas, y fue allí que se sumó Asenjo, quien explicó: “Las calderas se van deteriorando por el óxido. Entonces Ciancia al leer una nota sobre mi arreglo de La Trochita conoció mi trabajo y me pidió venir a arreglar su caldera. Desde entonces decidí asociarme y ahora soy un voluntario más del club”.

A esto agregó: “El arreglo actual lo venimos realizando desde hace más de dos años y lleva tiempo porque depende que yo pueda venir cada sábado desde Buenos Aires. Y para que rinda cada viaje, siempre vienen a ayudar los voluntarios de acá”.

El corazón de fuego de La emperatriz

En el furgón que lleva la locomotora, llamado tender, entran 20 mil litros de agua. Arriba del agua hay otro compartimento que desde la década del ‘40 lleva fueloil. Pero antes esas locomotoras venían carboneras de fábrica porque el carbón abundaba y era barato, pero a partir de las guerras mundiales se convirtió porque faltó la importación de carbón.

Gabriel Asenjo es además de un apasionado por reparar trenes, un buen divulgador de ese conocimiento, porque transmite con claridad explicaciones técnicas que pocas personas pueden entender de otra manera. Y su entusiasmo de aquel niño de siete años, permanece intacto en el brillo de sus ojos detrás de los lentes mientras gesticula y se asiste de sus manos para hacer comprender la mecánica de la máquina a vapor.

“A través del tender viajan muchos tubos medianos y pequeños que combustionan con el fueloil. Al calentarse los tubos, estos calientan el agua, que por encontrarse en un recipiente hermético, hierve, genera vapor y eso levanta muchísima presión. Y finalmente, es esa presión generada la que mueve la locomotora”, dijo el técnico como si fuese tan simple.

Luego continuó el recorrido del vapor: “Cuando el agua hierve y se forma vapor, todo eso se va al domo (chichón arriba de la locomotora). Ahí arriba, una válvula distribuye a través de dos caños grandes hacia los motores, uno a cada lado de la locomotora, junto a las enormes ruedas. Entonces el maquinista abre la válvula del regulador, abren los motores y empujan los pistones que movilizan las ruedas mayores (las de dos metros de altura). Y así comienza a moverse la máquina, con todas las otras ruedas”, continuó con claridad de docente. 

Este sistema se dejó de usar por ser energéticamente ineficiente: de cada 100 kilos de combustible que utiliza, solo ocho se transforman en movimiento. El resto de energía se pierde todo. “En el mundo se dejó de usar este mecanismo después de la Segunda Guerra. No se fabricaron más en la década del ‘50. Y en Argentina se dejó de usar el vapor entre el ‘70 y el ‘80, y con los años, los especialistas en mantenerlas y repararlas fueron desapareciendo ya hace unos veinte años”, explicó Asenjo sobre su progresiva y lógica extinción.

Ahora quedan reliquias sueltas, como esta 191, que se reparan con el esfuerzo de aficionados ferroviarios, aunque "hace ya unos 20 años que no hay más personas en este oficio", lamentó el especialista.

Un mundo laboral extinguido alrededor del tren

Asenjo relató sobre una serie de oficios que los trenes conllevaban, que ya no existen, como los caldereros, los ajustadores, los torneros, y los que cargaban agua en la locomotora en cada estación. Las tareas cien años atrás eran divididas en cada especialidad, y los que trabajaban en el Taller Pérez relataron a Asenjo que “cuando llegaba una locomotora, parecían hormigas al subirse cada uno a desarmar su parte para arreglarla por separado y después ensamblar. La destripaban toda, con el chasis pelado”.

Sobre los viejos caldereros, explicó: “Reparaban la caldera cuando se rompía, la sacaban especialmente y trabajaban mucho tiempo, para luego volverla a colocar. Ahora se trabaja en el lugar, dentro del corazón de la locmotora porque no hay suficiente cantidad de personas para hacerlo”. Junto a Gabriel son unas cinco o seis las personas que se dedican a su arreglo.

“Luego estaban los ajustadores que se ocupaban de los acoples de tuercas y piezas. Y los torneros hacian cada pieza de forma artesanal, por lo que cada locomotora tenia un ajuste manual”, explicó.

Estas locomotoras debían parar en cada una de las estaciones para cargar agua a través de un caño con una manga hidrante. Era un tiempo que no existían los caminos ni las rutas, todo se transportaba en trenes, el correo, encomiendas, productos y personas.

En cambio, explicó cómo se trabaja actualmente: “Acá entre todos vamos reparando cada problema que aparece. Ya le cambiamos la cañería chiquita y la caldera. Cuando hicimos la prueba, se pinchó uno de los tubos grandes, y conseguimos donación de caños nuevos, que están por llegar. Cuando los tengamos vamos a mandrilar cada uno, que lleva mucho trabajo (un aparato que expande el tubo al insertarlo para que quede sellado). Esperamos que la maquina esté en marcha antes de fin de año”.Fuente:Rosario3.com

31 de julio de 2023

Pérez: La locomotora a vapor "La Emperatriz" ya está en el Museo Ferroviario

Museos Ferroviarios

La mítica locomotora a vapor Nro. 191 quedó instalada en la nave central del Museo Ferroviario de Pérez, pronto a inaugurarse, y donde se exhibirán otros materiales

El Museo Ferroviario de Pérez dejó instalada en su nave central a la Emperatriz, la mítica locomotora que en 1926 unió Retiro con Rosario en tres horas y 21 minutos, que logró récords de velocidad para trenes, que arrastró vagones que trasladaron a Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón, el príncipe italiano Umberto di Savoia y al duque de Windsor. Con este atractivo como joya principal, el museo se prepara para su reapertura, prevista para mediados o fines de agosto. Faltan instalar otros materiales rodantes, mobiliario ferroviario y otras atracciones con las que la ciudad espera recibir visitantes interesados en la historia del ferrocarril.

La iniciativa se enmarca dentro del Parque del Museo Ferroviario Nacional, que implicó una inversión inicial, cuando fue lanzado, de más de 54 millones de pesos. No obstante, el intendente de Pérez, Pablo Corsalini, aseguró que los costos finales, a cargo de la provincia y la Nación, terminarán superando en unos 20 millones de pesos esa predicción económica.

“El traslado de La Emperatriz ya se hizo. La locomotora estaba en los talleres ferroviarios, que hoy son privados, de modo que había incluso inconvenientes para ir a trabajar sobre ella”, comentó Corsalini. Y abundó: “El museo está terminado, empezamos con el traslado de la 191 y todo el material rodante que incluirá la puesta a la vista del público. Ahora se trabaja específicamente en el alistamiento final de la máquina para abrir la propuesta. Justamente lo que necesitábamos primero que nada era trasladar el material rodante. Estamos en ese proceso”.

Por una cuestión de vandalismo, tuvieron que retirarle a la locomotora todo lo que era bronce, mientras permaneció en los talleres, y ahora se está terminando de armar todo.

Corsalini contó a La Capital que la idea del Ferroclub, que es el que tiene la máquina bajo su responsabilidad, es que La Emperatriz “permanezca viva, que no haya una locomotora pintada y parada, sino que pueda funcionar. Las vías del museo tendrán conexión con el ramal que llega a Rosario, de modo tal que se la podrá poner periódicamente en funcionamiento”.

El resto del museo se completará con otros materiales que tienen que ver con la historia y el funcionamiento del ferrocarril. Habrá un coche de madera, un coche cine que apotró el Museo Ferroviario Nacional, que será uno de los cinco que permanecen en pie en el país y que servirá para proyectar audiovisuales sobre la temática ferroviaria, tanto a nivel local como nacional. Después habrá otros elementos que tienen que ver con la maquinaria y el mobiliario, como zorritas, balanzas, señalética de época, telégrafos y otros atractivos. “Queremos que sea lo más interactivo posible, y no será solamente un lugar de exposición, habrá algo de virtual, se incorporarán nuevas tecnologías”, afirmó Corsalini.

El 24 de marzo de 2021, La ministra de Infraestructura, Servicios Públicos y Hábitat, Silvina Frana y el intendente de Pérez encabezaron la licitación para la construcción del nuevo Museo Ferroviario destinado al lugar de exposición de la Emperatriz, el módulo sanitario contiguo y el sector de expansión con la Plazoleta y explanada de ingreso principal al conjunto, como parte de la primera etapa de la obra.

Esta intervención arquitectónica y urbanística forma parte del futuro Parque del Museo Ferroviario Nacional que abarca el sector entre el galpón, la estación, el cabín y la parrilla de vías.

La primera etapa constó de la construcción de una nave mixta, ladrillera y metálica, destinado al lugar de exposición de la locomotora Emperatriz, el módulo sanitario alejado de la nave principal para no entorpecer la estética ferroviaria, y el sector de expansión con la plazoleta y explanada de ingreso principal al conjunto.

“Está todo hecho, lo que falta es la tercera etapa, que consiste en una segunda nave. Pero con lo que está terminado, ya estamos en condiciones de lanzar la propuesta. Calculamos que para mediados o fines de agosto podremos estar abriendo”, dijo el mandatario local. Y agregó: “La tercera etapa está en el Ministerio de Turismo de la Nación, encabezado por Matías Lammens, quisiéramos que el proyecto completo esté finalizado este año”.

El Museo es “una pieza fundamental en un plan de recuperación del pasado ferroviario de la región, donde se ponga en valor el orgullo y arraigo de los pobladores de una zona que supo ser orgullo nacional por su pujanza y su actividad productiva”, dice la página del espacio. Y sigue: “Así, la ciudad comenzará a explotar su potencial turístico en este gran desafío que dejó la pandemia. Estamos trabajando para reactivar la agenda turística de la ciudad con todo su potencial y poniendo en valor el espacio público de todos los perecinos y peregrinas”.

La obra quedará en manos del municipio, pero quienes seguirán sosteniendo la propuesta son los miembros del Ferroclub Argentino, una ONG que trabajará de modo articulado con el Estado local.

La Emperatriz

La PS10 fue un modelo de locomotora de vapor tipo Pacific, que fueron diseñadas en Rosario y fabricadas en Escocia para el Ferrocarril Central Argentino, destinadas al servicio de pasajeros. El lote original fue de 10 unidades, numeradas desde la 191 a la 200, y entregadas en el año 1914.

El origen de este modelo de locomotora se remonta en los desaparecidos Talleres Rosario del ex Ferrocarril Central Argentino. Allí ingenieros del taller diseñaron estas locomotoras y otros modelos, que posteriormente se las encargaban para su construcción a fabricantes del Reino Unido. Fue encomendada a la prestigiosa firma North British Locomotive Company Limited, de Escocia, que la fabricó y entregó al Central Argentino en el año 1914.

Las locomotoras eran de rodados Pacific 4-6-2 y de diámetros de ruedas de 1,8 metro. La primera de la seria, la N° 191, era conducida por Francisco Savio y pasó a la historia al batir el récord sudamericano de velocidad, el 13 de febrero de 1926, en el trayecto Buenos Aires-Rosario en tan solo 3 horas y 21 minutos, a un promedio de 90,4 kilómetros por hora, algo increíble para la época, y estableció el récord sudamericano de velocidad para trenes. Dos días antes, la Emperatriz había llegado a velocidades máximas de 140 kilómetros por hora en el mismo trayecto, cuando trajo, la madrugada del 11 de febrero, un suplemento del diario La Nación sobre el primer hidroavión que había llegado a Argentina desde España el 10 de febrero.

De aquel lote de 10 locomotoras, solamente se preservó la 191, por su enorme valor histórico y en homenaje a Francisco Savio. La unidad, reconstruida con partes de la N.º 196. Pertenece al Museo Nacional Ferroviario y está cedida en custodia al Ferroviario Club Central Argentino de Pérez.

Restauración

En 1964 La Emperatriz tuvo un severo accidente cuando iba rumbo a Casilda, al chocar a la altura de Maizales contra un camión cargado con maíz. Abandonada como chatarra, fue restaurada por gente del Ferroviario Club Central Argentino, que se trasladó a Pérez para iniciar ese trabajo. Pero no fue fácil ni rápido. El proceso comenzó en 1987, cuando integraban una asociación de ferromodelismo en Rosario. Después de muchos trámites burocráticos y comunicaciones con la antigua empresa Ferrocarriles Argentinos les cedieron un ramal dentro de la Estación Rosario Central y un furgón de encomiendas. En su interior se preparó la maqueta y allí se inició el trámite para que les dieran la locomotora 191 a fin de restaurarla.

Esa pasión por los trenes a vapor fue aumentando hasta que en 2001 el reducido grupo fundó el club, y sus integrantes se trasladaron a Pérez, donde estaba La Emperatriz, y comenzaron su restauración. Tras 14 años de trámites y permisos oficiales, en 2001 comenzó la tarea, y después de 7.000 horas de trabajo, en el 2003 lograron poner por primera vez en vapor a la máquina.

En 2014, cien años después de su llegada, la Emperatriz salió a las vías en un viaje triunfal desde Pérez hasta Rosario, donde fue recibida con honores. El 1º de Mayo de 2016 volvió a hacer el recorrido, en una singular conmemoración del Día del Trabajador. Un recorrido que ahora se buscará que haga con alguna regularidad, para no ser solamente una pieza estática de museo, sino testigo rodante y vivo de la historia.LaCapitaldeRosario.com

12 de enero de 2022

Obras del nuevo Museo Ferroviario a construirse en la Ciudad de Pérez (Provincia de Santa Fe)

Actualidad

Redacción Crónica Ferroviaria

El secretario de Turismo de la provincia de Santa Fe, Alejandro Grandinetti, junto al intendente de la ciudad de Santa Fe, Pablo Corsalini, recorrieron el lunes pasado las obras del Museo Ferroviario que se vienen llevando adelante en dicha localidad del sur santafesino; proyecto financiado por el gobierno nacional y el gobierno de la provincia de Santa Fe, que implica una inversión de más de 54 millones de pesos,

Luego de la recorrida, Grandinetti expresó: “La iniciativa se enmarca dentro del Parque del Museo Ferroviario Nacional y se construirá en tres etapas. La primera etapa consta de la construcción de una nave mixta, ladrillera y metálica, destinada al lugar de exposición de la locomotora a vapor Nro. 191 "La Emperatriz". También un módulo sanitario alejado de la nave principal para no entorpecer la estética ferroviaria, y un sector de expansión con la plazoleta y explanada de ingreso principal al conjunto”.

En relación a las obras, el funcionario provincial indicó que “avanzan a buen término y se espera que en las próximas semanas comience la apertura de la nave principal donde se alojará la mítica locomotora La Emperatriz”.

Por su parte, el intendente de Pérez, Pablo Corsalini se manifestó “contento de recibir la visita del Secretario de Turismo de la provincia, Alejandro Grandinetti”. Y resaltó: “Esta visita tiene la impronta de recorrer una obra de un proyecto más que significativo para nuestra ciudad, en principio por lo que representa el Museo Ferroviario en el ADN de los habitantes de Pérez, arraigado a la historia ferroviaria argentina”.

Asimismo, expresó: “Por otro lado, para que nuestra ciudad pueda empezar a explotar su potencial turístico en este gran desafío que nos dejó la pandemia, que tiene que ver con el turismo receptivo, abrir una nueva mirada de la ciudad de Pérez, desde lo industrial, desde lo productivo, poder tener una oferta de turismo, y en este caso de turismo ferroviario, nos empieza a dar inclusión dentro del área metropolitana”.

“Poder explorar y explotar nuevos horizontes que tienen que ver con la comercialización, con reactivar la gastronomía local, pero a su vez y sobre todo, con poder poner en la agenda turística a la ciudad con todo su potencial”, concluyó Corsalini.

Para finalizar, Grandinetti manifestó: “Sin dudas, esta es una pieza fundamental en un plan mucho más ambicioso, de recupero del pasado ferroviario de la región, donde se ponga en valor el orgullo y arraigo de los pobladores de una zona que supo ser orgullo nacional por su pujanza y su actividad productiva, que hoy intentamos recuperar impulsados desde una actividad tan dinamizadora e integradora como es el Turismo”.