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Por estos días algunos medios porteños que no pertenecen a los grupos hegemónicos vienen denunciando, con pruebas en la mano, incontables irregularidades en diversas obras públicas: el promocionado Paseo del Bajo, la ruta nacional 8, el soterramiento del ferrocarril Sarmiento, las centrales eléctricas Ensenada de Barragán y Brigadier López y cinco parques eólicos entre las más conocidas. En verdad, las denuncias no son nuevas aunque sí muchos procedimientos oscuros que ahora están saliendo a la luz con las nuevas investigaciones periodísticas.
Pero lo que sobresale es el blindaje al macrismo por parte de los grandes grupos mediáticos. Ninguna información trasciende por ellos salvo algunos detalles menores, sacados de contexto y presentados en espacios marginales.
Con relación a la obra estrella, el Paseo del Bajo, se conoció que hubo gruesas alteraciones en el proceso licitatorio que apuntaron a abultar las ganancias de la empresa Iecsa. Como se sabe, Iecsa habría sido vendida por el Grupo Macri al primo presidencial Angelo Calcaterra, y más tarde al amigo presidencial Marcelo Mindlin.
Según denunciaron los periodistas que están siguiendo el tema les resulta extremadamente difícil hallar información en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sobre las voluminosas redeterminaciones de precios que habrían beneficiado a la compañía. Para tornar las cosas más oscuras todavía, una figura cercana al oficialismo realizó una jugada «preventiva»: se adelantó y presentó una denuncia en el juzgado de… Claudio Bonadío.
Algo similar ocurrió con la obra de la ruta nacional 8, en donde se detectaron sobreprecios y redeterminaciones muy superiores a la inflación en beneficio de -otra vez- Iecsa, aunque en este caso los denunciantes pertenecen al Sindicato de Trabajadores Viales. En cuanto a las dos centrales eléctricas se conocieron jugosas «indemnizaciones» que beneficiaron a las empresas constructoras -una de ellas, de nuevo, es Iecsa- por decisión de la cartera de Energía.
Más conocida es la maniobra con cinco licitaciones de parques eólicos que varias empresas del Grupo Macri adquirieron y luego vendieron en una maniobra de pase de manos que les reportó unos 50 millones de dólares de ganancia.
A pesar de semejante listado de irregularidades en obras públicas millonarias, con un involucramiento directo de la empresa constructora que perteneció al presidente de la Nación, ninguno de los grandes medios porteños habla de la «corrupción M» con la misma energía que hablan de la «corrupción K». Puede mencionarse también que aquel explosivo caso conocido como los Panamá Papers, que provocara renuncias de altísimos funcionarios en todo el mundo, aquí fue rigurosamente ninguneado por los mismos grupos mediáticos. Lo mismo ocurrió con el Correo-gate.
La brutal diferencia con que abordan los casos de corrupción del gobierno anterior y los del actual -que disfrazan bajo el eufemismo de «conflicto de intereses»- desnuda una forma de hacer periodismo desentendida del rigor por el tratamiento de los hechos y concentrada en la capacidad de provocar daño político a quienes piensan distinto. «Periodismo de guerra», lo definieron en el Grupo Clarín.DiarioLaArena.com
Por estos días algunos medios porteños que no pertenecen a los grupos hegemónicos vienen denunciando, con pruebas en la mano, incontables irregularidades en diversas obras públicas: el promocionado Paseo del Bajo, la ruta nacional 8, el soterramiento del ferrocarril Sarmiento, las centrales eléctricas Ensenada de Barragán y Brigadier López y cinco parques eólicos entre las más conocidas. En verdad, las denuncias no son nuevas aunque sí muchos procedimientos oscuros que ahora están saliendo a la luz con las nuevas investigaciones periodísticas.
Pero lo que sobresale es el blindaje al macrismo por parte de los grandes grupos mediáticos. Ninguna información trasciende por ellos salvo algunos detalles menores, sacados de contexto y presentados en espacios marginales.
Con relación a la obra estrella, el Paseo del Bajo, se conoció que hubo gruesas alteraciones en el proceso licitatorio que apuntaron a abultar las ganancias de la empresa Iecsa. Como se sabe, Iecsa habría sido vendida por el Grupo Macri al primo presidencial Angelo Calcaterra, y más tarde al amigo presidencial Marcelo Mindlin.
Soterramiento de la Línea Sarmiento
Según denunciaron los periodistas que están siguiendo el tema les resulta extremadamente difícil hallar información en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sobre las voluminosas redeterminaciones de precios que habrían beneficiado a la compañía. Para tornar las cosas más oscuras todavía, una figura cercana al oficialismo realizó una jugada «preventiva»: se adelantó y presentó una denuncia en el juzgado de… Claudio Bonadío.
Algo similar ocurrió con la obra de la ruta nacional 8, en donde se detectaron sobreprecios y redeterminaciones muy superiores a la inflación en beneficio de -otra vez- Iecsa, aunque en este caso los denunciantes pertenecen al Sindicato de Trabajadores Viales. En cuanto a las dos centrales eléctricas se conocieron jugosas «indemnizaciones» que beneficiaron a las empresas constructoras -una de ellas, de nuevo, es Iecsa- por decisión de la cartera de Energía.
Más conocida es la maniobra con cinco licitaciones de parques eólicos que varias empresas del Grupo Macri adquirieron y luego vendieron en una maniobra de pase de manos que les reportó unos 50 millones de dólares de ganancia.
A pesar de semejante listado de irregularidades en obras públicas millonarias, con un involucramiento directo de la empresa constructora que perteneció al presidente de la Nación, ninguno de los grandes medios porteños habla de la «corrupción M» con la misma energía que hablan de la «corrupción K». Puede mencionarse también que aquel explosivo caso conocido como los Panamá Papers, que provocara renuncias de altísimos funcionarios en todo el mundo, aquí fue rigurosamente ninguneado por los mismos grupos mediáticos. Lo mismo ocurrió con el Correo-gate.
La brutal diferencia con que abordan los casos de corrupción del gobierno anterior y los del actual -que disfrazan bajo el eufemismo de «conflicto de intereses»- desnuda una forma de hacer periodismo desentendida del rigor por el tratamiento de los hechos y concentrada en la capacidad de provocar daño político a quienes piensan distinto. «Periodismo de guerra», lo definieron en el Grupo Clarín.DiarioLaArena.com