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3 de mayo de 2022

Reformulan la construcción de la Línea "F" de Subtes, que se hará en tramos

Actualidad

La inversión se anunciaba superior a los 1000 millones de dólares para cubrir los casi nueve kilómetros de un ramal de la red de subte porteña, que uniría la estación Constitución con la Plaza Italia (Palermo) a lo largo de avenidas importantes de la ciudad y con una obra que no se iniciaría antes de 2020. Fue hace cinco años, el último de los anuncios oficiales de la nueva línea F, que está proyectada desde 2001 cuando la Legislatura estableció que la Capital debía estar equipada con esa línea transversal.

El tiempo pasó y la obra nunca comenzó. Pero hoy una nueva promesa de construcción comienza a crecer, con otro concepto que garantizaría la concreción del ramal en un tramo menor, de poco más de cinco kilómetros, entre Constitución y la plaza Rodríguez Peña (Recoleta), en el cruce con la línea D. No sería la extensión definitiva de la traza, que podría sumar kilómetros hacia el sur o hacia el norte, de acuerdo con el avance de los estudios de factibilidad.

Los trabajos de ingeniería empezarán en las próximas semanas, según el anuncio que realizó Subterráneos de Buenos Aires SE (Sbase) y se extenderán por 18 meses. A partir de estas previsiones, los obra para el primer tramo del ramal recién podrían comenzar en 2024, siete años después del último anuncio. La nueva fecha apuntada caerá con otra administración, ya que el mandato de Horacio Rodríguez Larreta culmina en diciembre de 2023.

En 2019, en una entrevista con LA NACION, el expresidente de Sbase, Eduardo de Montmollin, le había puesto otro plazo a la ejecución de la línea F. “Suponiendo que todo sale bien, el cálculo que nosotros hacemos es que podríamos estar empezando a construir a mediados de 2021. Y terminando la línea completa a mediados de 2027″, decía. Una de esas dos promesas, entre tantas que rodean la línea F, no se cumplió.

Los cambios

La Legislatura porteña aprobó la ley 670 en 2001 para ampliar la red de subtes en una ciudad diferente a la actual, con otras necesidades y formas de movilizarse. Para el nuevo proyecto, la Ciudad tomó otras decisiones que podrían acelerar los tiempos. Por un lado, que la ingeniería esté a cargo de un equipo propio de Sbase y no de una empresa privada; por otra parte, la construcción de la línea por tramos para facilitar las licitaciones y el financiamiento.

“Es necesario repensar las etapas de ejecución de la línea, sus instalaciones complementarias, su forma de operación y la sinergia de las distintas inversiones teniendo en cuenta la dinámica de los cambios en las condiciones de vida y la movilidad que se presentan en la ciudad”, explican desde Sbase.

En la primera etapa del estudio, se analizará el eje central de la futura línea F que correrá debajo de las avenidas Entre Ríos y Callao. Este segmento facilitará el desplazamiento de pasajeros entre el norte y sur de la ciudad sumándose como alternativa transversal. En los extremos conectará a las líneas C (estación Constitución) y D (estación Callao), y su recorrido de 5,2 kilómetros también permitirá transbordos con las líneas A, B y E. Ese tramo de la traza coincide con la zona más densamente poblada de la ciudad y se calcula que tendría una demanda diaria estimada de hasta 300.000 pasajeros. Por eso, las autoridades eligieron comenzar por ese segmento, con seis estaciones en principio: Constitución, Cochabamba, Chile, Congreso, Sarmiento y Paraguay.

La licitación original para la ingeniería de la primera etapa del proyecto tenía un presupuesto estimado de US$ 5.000.000, que podrían ascender hasta los US$ 10.000.000 en un plazo de 18 meses. En Sbase calculan que, al hacerlo con recursos humanos propios, el presupuesto estimado rondaría los US$ 3.000.000, una tercera parte de la licitación original. Para eso, se explicó, Sbase reforzó recientemente su equipo mediante la incorporación de algunos profesionales que fueron responsables de realizar los anteproyectos de las obras más transformadoras de los últimos años en materia ferroviaria, como los viaductos Mitre, San Martín y Belgrano Sur.

El tramo entre Constitución y la plaza Rodríguez Peña incluirá también un enlace operativo con la línea H, ya previsto en el plan original, con lo cual se podrán utilizar los talleres de ese ramal para los trenes de la nueva línea F. Este espacio se ejecutará debajo de la calle Pacheco de Melo, entre Callao y Las Heras, tiene 800 metros de longitud y puede ser utilizado como cochera para ocho formaciones.

Antecedente

El proyecto anunciado en 2017 contemplaba 8,6 kilómetros de extensión entre la terminal de trenes de la línea Roca y la Plaza Italia. En ese momento, se estimaba una inversión de US$ 1050 millones –a razón de US$ 120 millones por kilómetro– para la obra civil, la instalación de vías y señales, la compra de material rodante y el suministro de potencia eléctrica.

Se preveía entonces que toda la nueva línea sumaría más de 500.000 pasajeros diarios. El proyecto diagramado contaba como punto de partida la plaza Constitución por la avenida Juan de Garay hasta su intersección con la calle Solís para comenzar allí una curva hasta alinearse con las avenidas Entre Ríos y Callao.

En la ley aprobada en 2001, también se estableció la construcción de otras dos líneas de subte para brindar más conexiones. Además de la F, se pensó en la línea G (entre Retiro y Villa del Parque, a través del Cid Campeador) y la I (desde la estación Emilio Mitre hasta Plaza Italia y de allí a la Ciudad Universitaria). Al igual que la F, ninguna avanzó.

Los cambios

La Legislatura porteña aprobó la ley 670 en 2001 para ampliar la red de subtes en una ciudad diferente a la actual, con otras necesidades y formas de movilizarse. Para el nuevo proyecto, la Ciudad tomó otras decisiones que podrían acelerar los tiempos. Por un lado, que la ingeniería esté a cargo de un equipo propio de Sbase y no de una empresa privada; por otra parte, la construcción de la línea por tramos para facilitar las licitaciones y el financiamiento.

“Es necesario repensar las etapas de ejecución de la línea, sus instalaciones complementarias, su forma de operación y la sinergia de las distintas inversiones teniendo en cuenta la dinámica de los cambios en las condiciones de vida y la movilidad que se presentan en la ciudad”, explican desde Sbase.

En la primera etapa del estudio, se analizará el eje central de la futura línea F que correrá debajo de las avenidas Entre Ríos y Callao. Este segmento facilitará el desplazamiento de pasajeros entre el norte y sur de la ciudad sumándose como alternativa transversal. En los extremos conectará a las líneas C (estación Constitución) y D (estación Callao), y su recorrido de 5,2 kilómetros también permitirá transbordos con las líneas A, B y E. Ese tramo de la traza coincide con la zona más densamente poblada de la ciudad y se calcula que tendría una demanda diaria estimada de hasta 300.000 pasajeros. Por eso, las autoridades eligieron comenzar por ese segmento, con seis estaciones en principio: Constitución, Cochabamba, Chile, Congreso, Sarmiento y Paraguay.

La licitación original para la ingeniería de la primera etapa del proyecto tenía un presupuesto estimado de US$ 5.000.000, que podrían ascender hasta los US$ 10.000.000 en un plazo de 18 meses. En Sbase calculan que, al hacerlo con recursos humanos propios, el presupuesto estimado rondaría los US$ 3.000.000, una tercera parte de la licitación original. Para eso, se explicó, Sbase reforzó recientemente su equipo mediante la incorporación de algunos profesionales que fueron responsables de realizar los anteproyectos de las obras más transformadoras de los últimos años en materia ferroviaria, como los viaductos Mitre, San Martín y Belgrano Sur.

El tramo entre Constitución y la plaza Rodríguez Peña incluirá también un enlace operativo con la línea H, ya previsto en el plan original, con lo cual se podrán utilizar los talleres de ese ramal para los trenes de la nueva línea F. Este espacio se ejecutará debajo de la calle Pacheco de Melo, entre Callao y Las Heras, tiene 800 metros de longitud y puede ser utilizado como cochera para ocho formaciones.

Antecedente

El proyecto anunciado en 2017 contemplaba 8,6 kilómetros de extensión entre la terminal de trenes de la línea Roca y la Plaza Italia. En ese momento, se estimaba una inversión de US$ 1050 millones –a razón de US$ 120 millones por kilómetro– para la obra civil, la instalación de vías y señales, la compra de material rodante y el suministro de potencia eléctrica.

Se preveía entonces que toda la nueva línea sumaría más de 500.000 pasajeros diarios. El proyecto diagramado contaba como punto de partida la plaza Constitución por la avenida Juan de Garay hasta su intersección con la calle Solís para comenzar allí una curva hasta alinearse con las avenidas Entre Ríos y Callao.

En la ley aprobada en 2001, también se estableció la construcción de otras dos líneas de subte para brindar más conexiones. Además de la F, se pensó en la línea G (entre Retiro y Villa del Parque, a través del Cid Campeador) y la I (desde la estación Emilio Mitre hasta Plaza Italia y de allí a la Ciudad Universitaria). Al igual que la F, ninguna avanzó.Fuente: LaNación.com

27 de diciembre de 2021

Expandir el subte: ¿cómo y por qué?

Actualidad

El subte porteño se amplió apenas 28 km en los últimos 70 años, aunque el AMBA también cuenta con una importante red de ferrocarril suburbano. La relativa escasa utilización de las extensiones de línea y los costos asociados.

En estos tiempos de tantas controversias, hay consenso en que la red de subterráneo de Buenos Aires debe ser ampliada. El debate político gira más en torno del cumplimiento o no de promesas electorales, como aquella ya clásica de adicionar 10 km de líneas cada año; pero nadie cuestiona que eso debería ocurrir. 

La propuesta de 10 km por año no es un número pequeño: la red actual del Subte (excluyendo esa suerte de curiosidad que es el PreMetro), alcanza casi 60 km. Esto significa que al cabo de dos mandatos de un Jefe de Gobierno de la CABA se dispondría de una red de 140 km, más del doble de la red actual.

Hay datos que parecen darle asidero a esta propuesta. San Pablo ha construido una red de 100 km y Ciudad de México, de 200 km. Santiago de Chile cuenta precisamente con 140 km, siendo que su población es la mitad de la población del AMBA. Buenos Aires fue la primera ciudad en Latinoamérica que construyó un ferrocarril de estas características, y por más de 50 años fue la única; pero luego de un arranque impetuoso, se han construido solo 28 km en los 70 años de la posguerra.

Todo indicaría entonces que hay un “retraso”, que el AMBA quedó a la zaga. “Envidia”, titulaba tiempo atrás un artículo del diario “El Cronista Comercial”, hablando de un proyecto de extensión del metro de Santiago. Pero el diablo está en los detalles. Y algunos detalles desde el vamos sugieren tomar algunas precauciones.

Tráfico e inversión

El AMBA cuenta con una importante red de ferrocarril suburbano, son 400 km de líneas en donde operan servicios en frecuencia elevada. Ciudad de México y Santiago de Chile poseen ferrocarriles suburbanos de poca significación y San Pablo cuenta con una red suburbana bastante más reducida que el AMBA. En parte, los sistemas metro en esas metrópolis juegan el rol de líneas ferroviarias suburbanas. Considerando Subte y ferrocarril suburbano en forma conjunta, la dotación del AMBA ya tiene otro color en la comparación internacional.

El segundo detalle es que la red actual del Subte no muestra un nivel de uso muy elevado, por más que ciertos tramos puedan sugerir lo contrario en hora pico. El Subte de Buenos Aires muestra una densidad (pasajeros/km de red) que se sitúa en valor medio, dentro de las 26 ciudades con más de 10 millones de habitantes que disponen de sistemas metro, pese a que es una de las que menos red ha desarrollado. 

Esto indica que la demanda no parece ser muy elevada; de hecho, hay líneas que muestran claramente capacidad ociosa, como las E y H. Esto lleva a indagar acerca de dónde se sitúan los corredores para los que urge construir extensiones, para así recuperar el mentado “retraso”.

Viene a cuento la historia de la red de los últimos 30 años. La red creció unos 20 km en ese período, luego de un cuasi letargo de medio siglo. Si realmente había y hay un “retraso” en la construcción de líneas de subte, cabría esperar que todas las extensiones se tradujeran en aumentos de tráfico significativos. Es decir, como mínimo, un incremento proporcional a los agregados de red, manteniendo la densidad del sistema.

Línea por línea

Hemos publicado un análisis pormenorizado de esta cuestión tomando cada extensión y estimando el impacto en términos de crecimiento del tráfico. Las extensiones fueron las siguientes:

· Línea A: Primera Junta-San Pedrito

· Línea B: Federico Lacroze-Juan Manuel de Rosas

· Línea D: Ministro Carranza-Congreso de Tucumán

· Línea E: Bolívar-Retiro

· Línea H: Facultad de Derecho-Hospitales (línea nueva)

La conclusión a la que se arriba es que sólo en un caso la extensión se tradujo en un crecimiento significativo de tráfico. Se trata de la Línea D. En Líneas A y B, las extensiones aportaron tráfico en proporción mucho menor a las extensiones. La extensión de la Línea E aportó un tráfico adicional exiguo. La Línea H – la única nueva en todo el sistema – no muestra un nivel de uso comparable a las otras líneas, excepto a la línea E, pero es posible que haya aportado tráfico de combinación que registran las otras líneas. Como tal la ubicamos en una zona de duda.

En conclusión, solo 3,3 km de los 20 km adicionados aparecen como justificables, por el tráfico aportado. Esto no debe sorprender, puesto que la extensión de la Línea D es la única que alcanzó a una zona de alta densidad demográfica, como Belgrano, que ya estaba consolidada antes de la llegada del Subte.

A la luz de estos datos, la consigna de “10 km de subte todos los años” como mínimo peca de liviandad. Las extensiones realizadas carecieron de estudios serios de demanda. Pero si fuera cierto lo del “retraso”, no se comprende por qué los resultados fueron tan débiles. Sería una combinación de mucha mala suerte y mucha torpeza haber construido sistemáticamente tramos que aportan poco tráfico. Habrá que aceptar, en base a la experiencia, que no es tan obvio que haya que extender la red del Subte.

Las decisiones de ampliación deberán ser criteriosamente estudiadas, algo que no se hizo hasta ahora. En primer lugar, porque el Subte es una solución cara. Construir 10 km de red puede tener un costo del orden de 750 millones de dólares, esto equivale aproximadamente al 1 por ciento de la inversión total de la Argentina. Y en segundo lugar, porque lo construido no tiene uso alternativo. Un kilómetro de subte cuesta algo menos que un avión Airbus 320. El avión puede ser usado en cualquier lugar del mundo; no así el subte. Un principio básico debe imperar: construir un ferrocarril subterráneo solo se justifica si logra reducir congestión vehicular. En caso contrario, cualquier sistema de superficie es preferible.

El planteo no es que no debe extenderse la red del subte, sino que no es para nada obvio que la red debe expandirse a ritmos elevados y que no hay un “retraso” que justifique por sí mismo cualquier inversión.Página12.com

* Universidad de Buenos Aires -CESPA-FCE.