Historias Ferroviarias
Por: Rubén Lloveras
Camina despacio, delgado y algo desgarbado, habla bajo y con mucho respeto, se llama José Omar Palacio, cariñosamente los compañeros ferroviarios le llamamos “nene”, es uno de los tantos héroes de Malvinas.
Nació y vive en Cañada Honda, un típico pueblo ferroviario de no más de doscientas casas del oeste Sanjuanino, un lugar donde la minería desde hace mucho tiempo ganó la partida, el polvo de la piedra caliza tapa todo lo que toca.
Al ferrocarril lo lleva en la sangre pero mucho antes fue marinero, ya adolescente decidió probar suerte en el arma del mar, tal vez influenciado por su padre y tíos, realmente no lo sabe.
En 1979 ingresó a la fuerza y en 1980 fue designado con el grado de Marinero de Primera al Crucero ARA General Belgrano, donde obtuvo otro ascenso con el grado de Cabo Segundo.
El 2 de mayo sabiendo que ya se combatía en las Islas Malvinas, terminaba su extenuante guardia, eran las 16 horas aproximadamente, cuando sentado en su lugar de descanso sintió una impresionante explosión que levantó el buque.
Inmediatamente regresó a su puesto de combate ayudando en la colocación de bombas extractoras de agua para tratar de mantener el buque a flote, pero el daño producido era irreversible, el hundimiento de la nave era un hecho.
Al mando de un Capitán organizó la evacuación de sus compañeros, muchos quemados de gravedad casi con la piel desprendida del cuerpo, subiéndolos a los botes salvavidas.
Fue uno de los últimos en bajar, el oleaje era tremendo, su balsa quedó destruida en uno de esos acercamientos al barco, debiendo saltar al agua y como pudo subir a otra embarcación.
Estuvo 32 horas flotando en el picado mar, donde soporta innumerables penurias entre el gélido frío, los vómitos y el orín que debieron hacerse encima para mantenerse calientes.
Una vez rescatado fue uno de los tantos héroes que los militares intentaron tapar, destinado a un puesto de tierra, olvidado, decidió pedir la baja dos años después.
Hoy casado hace 30 años y con la responsabilidad de mantener tres hijos me comenta “… hace varios años atrás la empresa me ofreció un importante cargo, hasta me daría una camioneta para movilizarme, ese puesto me alejaría de mi casa y toda mi familia. Luego de charlar con mi esposa decidí quedarme en el mismo lugar que estaba, con lo que viví privilegié a mi familia, lo más importante que Dios me dio…”.
Se llama José Omar Palacio, cariñosamente los compañeros ferroviarios le llamamos “nene”, es uno de los tantos héroes de Malvinas.
Por: Rubén Lloveras
Camina despacio, delgado y algo desgarbado, habla bajo y con mucho respeto, se llama José Omar Palacio, cariñosamente los compañeros ferroviarios le llamamos “nene”, es uno de los tantos héroes de Malvinas.
Nació y vive en Cañada Honda, un típico pueblo ferroviario de no más de doscientas casas del oeste Sanjuanino, un lugar donde la minería desde hace mucho tiempo ganó la partida, el polvo de la piedra caliza tapa todo lo que toca.
Al ferrocarril lo lleva en la sangre pero mucho antes fue marinero, ya adolescente decidió probar suerte en el arma del mar, tal vez influenciado por su padre y tíos, realmente no lo sabe.
José Omar Palacio, ex combatiente de Malvinas y náufrago del hundimiento del Crucero ARA General Belgrano
En 1979 ingresó a la fuerza y en 1980 fue designado con el grado de Marinero de Primera al Crucero ARA General Belgrano, donde obtuvo otro ascenso con el grado de Cabo Segundo.
El 2 de mayo sabiendo que ya se combatía en las Islas Malvinas, terminaba su extenuante guardia, eran las 16 horas aproximadamente, cuando sentado en su lugar de descanso sintió una impresionante explosión que levantó el buque.
Inmediatamente regresó a su puesto de combate ayudando en la colocación de bombas extractoras de agua para tratar de mantener el buque a flote, pero el daño producido era irreversible, el hundimiento de la nave era un hecho.
Vista del hundimiento del Crucero ARA General Belgrano
Al mando de un Capitán organizó la evacuación de sus compañeros, muchos quemados de gravedad casi con la piel desprendida del cuerpo, subiéndolos a los botes salvavidas.
Fue uno de los últimos en bajar, el oleaje era tremendo, su balsa quedó destruida en uno de esos acercamientos al barco, debiendo saltar al agua y como pudo subir a otra embarcación.
Estuvo 32 horas flotando en el picado mar, donde soporta innumerables penurias entre el gélido frío, los vómitos y el orín que debieron hacerse encima para mantenerse calientes.
Una vez rescatado fue uno de los tantos héroes que los militares intentaron tapar, destinado a un puesto de tierra, olvidado, decidió pedir la baja dos años después.
Hoy casado hace 30 años y con la responsabilidad de mantener tres hijos me comenta “… hace varios años atrás la empresa me ofreció un importante cargo, hasta me daría una camioneta para movilizarme, ese puesto me alejaría de mi casa y toda mi familia. Luego de charlar con mi esposa decidí quedarme en el mismo lugar que estaba, con lo que viví privilegié a mi familia, lo más importante que Dios me dio…”.
Se llama José Omar Palacio, cariñosamente los compañeros ferroviarios le llamamos “nene”, es uno de los tantos héroes de Malvinas.
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