Exterior
Industria,
transporte, normativa y regulaciones técnicas deberán adaptarse a la nueva
situación
La
salida del Reino Unido de la Unión Europea que comenzará a negociarse tras el
resultado del referéndum del pasado jueves y una vez que el gobierno británico
solicite formalmente su separación de la
Unión, tendrá también sus repercusiones en el ámbito del ferrocarril.
En
primer lugar, la liberalización del transporte ferroviario en Europa que se
abre con el cuarto paquete tenía en el Reino Unido un de sus principales
impulsores, toda vez que el mercado del transporte ferroviario en Gran Bretaña
está completamente abierto a la competencia desde hace décadas.
En
ese ámbito la experiencia de las franquicias y operadoras británicas y de las
suministradoras de material rodante, fundamentalmente bajo distintas fórmulas
de alquiler, hubiera supuesto una ventaja competitiva en la apertura de otros
mercados que las restricciones a los países extracomunitarios a aplicar al
Reino Unido podrían diluir. El acceso al mercado de la UE por parte de los
británicos, y viceversa, deberá ser redefinido y acotado.
Paralelamente,
toda la homologación y equiparación de normativas ferroviarias a nivel europeo
podría frenarse y la integración del sistema ferroviario británico quedar en el
punto actual, lo que añadiría obstáculos a la participación de empresas de uno
y otro lado del Canal de la Mancha fuera de su nuevo y restringido ámbito
económico.
Asimismo,
las condiciones de acceso a la infraestructura en Reino Unido se derivan
fundamentalmente de la normativa de la UE y cabría espera que a medio y largo
plazo se pueda modificar el marco regulatorio en la red ferroviaria de Gran
Bretaña cuya legislación dejará de tener fuente en la Europea.
Industria
En
el ámbito de la industria suministradora, el Brexit supondrá una reducción de
las inversiones en el Reino Unido que ahora, más marcadamente, será un mercado
cerrado en sí mismo y con menos rentabilidad a la hora de fabricar equipos para
otros países de la Unión. Los equipos ferroviarios fabricados en Gran Bretaña
serán menos competitivos fuera del Mercado Único, si bien el cambio Libra/Euro
podría compensar en parte esa pérdida de competitividad.
Además,
la participación de las empresas británicas en consorcios con compañías de
otros países de la Unión para grandes ofertas internacionales podrá verse
dificultada. La ventaja competitiva de la industria ferroviaria británica no es
clara en ningún nicho de producto concreto y las compañías “continentales” no
tendrán dificultades para encontrar socios sin contar con el Reino Unido salvo
para las demandas específicas del mercado de las Islas.
Este
mercado británico es uno de los que mayor crecimiento viene ofreciendo en los
últimos años y la mayor parte de los grandes fabricantes europeos cuentan con
una fuerte presencia en él. La salida del Reino Unido podría disminuir la
rentabilidad de las inversiones realizadas por esos fabricantes, reducir su
volumen de negocio en aquel mercado y, en última instancia, encarecer las
compras de equipos en las Islas.
Interoperabilidad
El
camino a la interoperabilidad que todos los ferrocarriles de la UE recorren no
debería verse afectado. Las especificaciones técnicas europeas ya no obligarán
a Gran Bretaña pero parece poco probable que el Reino Unido desande el camino
de la convergencia, si bien la participación en organismos europeos de los
británicos debería ser revisada y el resultado final podría tener consecuencias
en su participación e influencia en organismos como la Agencia Ferroviaria
Europea (ERA).
Eurostar
Otro
de los puntos de atención ferroviaria tras el Brexit se centra en el Eurotunnel
y la operación de trenes de mercancías y viajeros a través de él. La conexión
bajo el canal se rige por un tratado bilateral entre Francia e Inglaterra, a
pesar de lo cual y a expensas de cómo pueda afectar la nueva situación a la
concesión, la salida del Reino Unido de la Unión perjudicará esa vía de
transporte en términos operativos y económicos. Por contra, la deuda en libras
de Eurotunnel se verá reducida con la pérdida de valor de la moneda británica.
Al
no estar el Reino Unido en el espacio Schengen, las personas que transiten por
el túnel seguirán sometidas a la misma regulación de frontera y aduanas, pero
las mercancías deberán someterse a la regulación del comercio con terceros y al
estatus qué para la nueva situación se establezca con el Reino Unido.
La
salida del Reino Unido de la Unión exigirá ese nuevo estatus, para lo que será
una nueva frontera de la Unión Europea, no sólo para los productos y personas
que la transiten, sino también para las sociedades que lo explotan, que deberán
adaptarse a nuevas regulaciones, previsiblemente más restrictivas.
En
cualquier caso, los efectos que el Brexit tenga sobre el transporte ferroviario
a ambos lados del Canal de la Mancha, al margen de las consecuencias
macroeconómicas generales y de la incertidumbre generada, dependerán sobre todo
de las negociaciones entre el gobierno británico que lleve adelante el proceso
de salida y las instituciones de la Unión Europea, y de los plazos y del
calendario que se fijen para llevarla a término.Revista Vía Libre