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El tren parece una leyenda urbana, pero en los talleres y en la base logística de Palmira el tren se escucha, se siente y se huele.
Para la mayoría de los mendocinos el tren es una leyenda urbana. Que alguna vez pasó por esas vías. Que pegaba bocinazos como advertencia, que era lento, pero seguro; que llevaba y traía cosas. Que ponías una monedita en los rieles para que las máquinas las pisaran y las dejaran lisas. Que los niños traviesos se colgaban. Que había lágrimas de tristeza y alegría en cada despedida realizada en las estaciones abandonadas.
Pero acá, en los talleres de Palmira, un pueblo ferroviario tradicional, el tren tiene vida. Hay chispazos de soldaduras, mientras un grupo de tres amigos empujan los pares montados, las “ruedas” pesadas que hacen mover a las formaciones; se siente el olor a metal que sale de la rectificadora y Yamila, una de las primeras mujeres que ingresó, pinta un vagón que ya pasó por toda la cadena de arreglos para quedar como nuevo. El movimiento es incesante, entre las 6 de la mañana y las 3 de la tarde.
Hay restos de maíz que quedaron de alguna carga, también de arena y carbón. Todos los materiales que transporta el ramal San Martín de Ferrocarriles Argentinos, la empresa estatal que tiene a cargo la base logística Palmira y que ahora es noticia: está dentro del paquete de empresas que el gobierno nacional quiere privatizar. El anuncio inquieta y trae amargos recuerdos por el impacto que tuvo una política similar en la década de los 90. En Palmira el tren se escucha, huele y se siente. Es parte de la historia, el presente y esperan que también del futuro del pueblo.
El tren de cargas, que pertenece a la línea San Martín de Trenes Argentinos Cargas, tiene como base logística a Palmira transporta materiales de construcción, insumos mineros y otras mercaderías pesadas desde la región hacia los puertos del Este. El mismo ramal es el que mueve granos desde San Luis hacia la misma dirección. El movimiento es mucho mayor al que se cree.
Por mes se transportan más de 120 mil toneladas de mercadería, el equivalente a 4 mil camiones y el crecimiento en los últimos años fue importante. Coyunturalmente el volumen disminuyó en los últimos meses porque bajó la actividad económica, principalmente la construcción. Hay quienes están inquietos por el futuro, pero la mayoría dice estar tranquilo. Es que en el tren de cargas la actividad funciona. “Nos manejamos como una empresa y tenemos relación con otras empresas. No hay ñoquis, acá la gente trabaja y hace falta más gente incluso”; explica uno de los delegados gremiales.
Mística ferroviaria
Guillermo Federico es alto y prefiere acortar caminos para simplificar la explicación. Se da vuelta y muestra una antigua cicatriz en la columna. Lo operaron por algunas de las secuelas del esfuerzo de cargar material pesado. También tiene las manos marcadas por las barretas de hierro. Y se ríe junto a sus amigos Jorge y Mariano. “El tren es nuestra vida. Acá se labura mucho, fuerte y siempre. Tienen que venir a ver lo que se hace, porque no es real que el tren no funciona.
Alguna vez me ofrecieron el retiro voluntario. Ni loco. Vivimos acá. Llevo 37 años en el laburo. La hemos apechugado. Le hacemos frente a un descarrilamiento a las 2, 3; a las 5 de la mañana. No hay horario. Yo estoy contento. Lo llevamos en la sangre. Yo entré y era el más chico. Me enseñaron todo, desde cargar, hasta soldar y acá sigo”, dice el Guillermo. “El ferrocarril es algo que se ama, es una pasión. Si hay pocos recursos, lo solucionamos igual. De alguna manera lo arreglamos para que el tren funcione. Esto se transformó en una familia. Llevo 19 años…Entrar al ferrocarril siempre fue una meta, un anhelo”, explica Mariano.MDZ.com
ResponderEliminarParece que no importa cuánto corazón y esfuerzo se ponga para volver...siempre hay quienes están dispuestos a destruir todo sin importarles nada...😔
Alejandra Franzese
Pasión. Hermosa palabra para describir y sentir lo que significa ser ferroviario.
ResponderEliminarGABRIEL MERCOLLI (desde HAEDO).