16 de noviembre de 2017

Doy fe que es así

Nota de Opinión

Por Carlos Alberto Salgado


Con relación a la muy buena nota del diario Perfil con el título “Escuchás los ruidos de los huesos abajo de la cama”, como nieto e hijo de maquinistas de trenes doy fe de lo que sentían ellos cada vez, por desgracia, que tenían que vivir momentos tan difíciles para estos trabajadores del riel que es ver y sentir bajo las ruedas del tren que ellos conducían, cuando una persona se suicida o viven un accidente en la que hay pérdidas de vidas humanas.

Recuerdo desde mi niñez y adolescencia las veces que veía a mi querido viejo llegar a casa desencajado por la amargura que vivía cuando el tren que él conducía era el protagonista en cada accidente o suicidio de un ser humano.

Maquinista Santos J. Salgado

Me acuerdo muy bien, entre otros hechos que quedó grabado en mi memoria, la nochebuena de 1960 cuando se despidió de nosotros porque tenía que correr a las 15,30 horas el tren mixto de Buenos Aires a Mercedes (Provincia de Buenos Aires) con máquina a vapor del ex Ferrocarril General Belgrano y pasar lejos de nosotros las fiestas, pero a eso de las 20,00 horas de ese día lo vimos regresar a casa llorando con su canasta en la mano y desplomarse en la silla contando que había arrollado a una familia entera en la estación González Catán.

El hecho ocurrió cuando desde un tren de pasajeros que estaba estacionado en andén, bajan por el lado contrario (o sea a las vías) el papá, la mamá y el hijo chiquito al momento que pasaba la formación que conducía mi viejo. El resultado ya se pueden dar cuenta cuál fue. Hasta el día que murió vivió y sintió ese recuerdo como tantos. 

Siempre me decía: "nunca los olvido, quedan en tu memoria para siempre".