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Recuperar el servicio de transporte ferroviario que conectaba con Córdoba es el objetivo de un movimiento comunitario que cobra impulso en la ciudad del Tajamar.
Aunque orilla los 60 años y pasaron más de cinco décadas, Víctor Cuello recuerda como si fuera hoy su primera vez a bordo de un tren. La formación era parte del Serranoche y parte del Rayo de Sol, su abuela lo llevaba de la mano y su mamá estuvo a punto de viajar al día siguiente porque tenía miedo que el niño se arrepintiera de la travesía apenas posara un pie en el andén de Retiro.
Ocurrió lo opuesto: a sus cinco años nació en el niño Víctor un amor por rieles, andenes y formaciones que lo acompaña aún hoy, al punto de que es uno de los impulsores de la movida vecinal en Alta Gracia para el retorno del tren de pasajeros a la Ciudad del Tajamar.
Durante casi todo el siglo veinte el tren acompañó el crecimiento de la ciudad, con locomotoras a vapor primero y diésel después, tanto como transporte de pasajeros y formación turística como en su versión carguera para transportar lo producido por las canteras locales, cereales e incluso agua para Río Segundo. Hasta que la dictadura primero y el menemismo después, dos fases del mismo plan, dieron de baja el tren de pasajeros primero y el de cargas luego. “Ramal que para, ramal que cierra”, cundió en aquella segunda década infame en la que el tren dejó de pasar, hubo despidos al por mayor y la estación de Alta Gracia quedó como testigo muda de un tiempo que prometían no volvería jamás.
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Treinta años más tarde, y como en otras geografías del país, son los ex ferroviarios y sus vecinos quienes impulsan el regreso del tren. Más que anclar en la nostalgia, los anima su amigabilidad con el medio ambiente, su menor impacto en los costos de logística, su accesibilidad y seguridad, que impactaría en las cada vez más preocupantes estadísticas de accidentes viales. Entre las varias agrupaciones que entablan esta lucha está la Asociación Ferroviaria al Servicio del País (Afesepa) que en Alta Gracia animan Víctor y otros, y que está presta a lanzar una juntada de al menos 30 mil firmas para pedirle a Transporte de la Nación el regreso del tren.
“El tren es muy importante, más en un contexto de crisis económica y social. Y una importante alternativa para el usuario del transporte público, que paga un altísimo costo; Alta Gracia tiene además la ventaja de ser una ciudad turística. Nosotros pensamos en un tren turístico como un servicio adicional al de pasajeros”, ilustra a su turno Romualdo Pérez, ex ferroviario e integrante de la Asociación.
La historia local y el tren están entrelazadas: las formaciones de madera y hierro acompañaron el crecimiento de la villa serrana desde 1890, cuando arribó la primera formación a través del ramal que enlazaba con Río Segundo. En 1912 se creó el ramal GM9 entre Rosario y Córdoba y las formaciones empalmaban en Rafael García rumbo a la capital provincial. Muchos trenes llegaban a Alta Gracia desde Retiro sin pasar por Córdoba: turistas, pacientes de enfermedades respiratorias o simples viajeros descubrían así las serranías cordobesas. La inauguración del aristocrático Sierras Hotel trajo consigo la llegada de formaciones de lujo, y en el pueblo se desarrolló una infraestructura ferroviaria de porte: la Colonia Evita, el Policlínico y el Hotel Quinta La Florida entre las más importantes, junto al complejo ferroviario hoy céntrico que tenía playa de maniobras, tres vías, silos de acopio de cereales, mesa giratoria, viviendas ferroviarias y estación clase A.
En el marco de las tragedias argentinas que tuvieron como bandera el achicamiento del Estado, el tren de pasajeros dejó de circular poquito antes de 1980, y el de cargas en la década del 90, tras ser concesionado a la empresa Ferrocarril Central Argentino.
Cuenta Cuello que “en Alta Gracia el cierre se sintió bastante, las canteras eran fuente de trabajo para mucha gente”, y que tras la concesión “la empresa Ferro Central Argentino consideró que no era rentable, hasta que decidieron darlo de baja”. “Lo que no ha hecho es cuidar el patrimonio que le fue concedido”, completa mientras refiere que resta un par de años de ese contrato de cesión de lo público.
En ese marco, y mientras a lo largo del trazado altagraciense han florecido construcciones públicas y privadas sin autorización formal, lo que Afesepa se plantea es “trabajar con las asociaciones intermedias, juntar al menos unos 30 mil firmas, armar una carpeta y presentarla al Ministerio de Transporte de la Nación para que vuelva el tren de pasajeros a Alta Gracia”. Las alternativas son dos: recuperar el servicio a Córdoba vía Rafael García, ramal más corto pero con unos 6 kilómetros intrusados, o vía Río Segundo, más extenso y antiguo pero paradójicamente de mayor factibilidad.
“Sería un servicio social para un montón de gente que viaja a Córdoba cada día y se ve atada al servicio de colectivos, incluso con algunas líneas monopólicas, algo que en Alta Gracia no nos es desconocido”, completa Cuello.
Traspasar los límites
Romualdo Pérez ya conoce el camino: años atrás fue parte del proceso que devino en la recuperación del Tren de las Sierras, en Punilla, un servicio que sigue en expansión.
“Tenemos el antecedente de haber instalado la lucha por la extensión del tren en Punilla y se logró. Lo habíamos intentado con fundamentos técnicos y académicos, presentamos proyectos con el Colegio de Ingenieros de Córdoba; no resultó. Lo intentamos reuniéndonos con los intendentes; no resultó. Entonces fuimos por el camino más largo: hicimos que los vecinos de distintas localidades se involucraran con campañas de firmas, juntamos 31 mil adhesiones en seis años de trabajo y logramos traspasar los límites”. El entusiasmo es mayor, la ilusión tiene forma de locomotora y ya está en marcha.LaNuevaMañana.com