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18 de noviembre de 2020

Resistencia ferroviaria: Mantener las vías y soñar con la vuelta del tren

Actualidad

Un grupo de trabajadores, extrabajadores y aficionados a los ferrocarriles limpia y repara el ramal Altamirano-Las Flores que une a cuatro distritos bonaerenses. Tras décadas de inactividad, luchan por el regreso del servicio.

En la estación de trenes de Newton, un paraje de campo bonaerense en el que viven unas pocas familias, hay guardadas algunas cartas sin abrir. Allí quedaron tras el cierre del ramal Altamirano-Las Flores del ferrocarril General Roca.

Primero las conservó el jefe de estación que luego de ser desafectado continuó limpiando el lugar y manteniendo las señales ferroviarias cada día. Cuando él murió, los vecinos de Newton tomaron esas dos responsabilidades: la de cuidar la parada y la de guardar la correspondencia a la espera de la llegada del tren.

Estación Newton del ramal Altamirano - Las Flores de la Línea Roca

Esa historia la cuenta Alfredo Valia. Él es integrante de Rieles del Salado, una asociación sin fines de lucro que se encarga de poner en valor el ramal que cruza el llano de cuatro distritos de la provincia de Buenos Aires: Brandsen, General Paz, General Belgrano y Las Flores.

Valia se desempeñó en los 90´ en el Galpón de Locomotoras de Remedios de Escalada, en Lanús, hasta que se inició el proceso de privatización ferroviaria. Como electromecánico, su especialidad eran las locomotoras de General Motors. “El que trabajó en el ferrocarril nunca deja de ser ferroviario”, dice.

Ya hace varios años que Valia vive en General Belgrano y se dedica a cuidar y limpiar partes de las vías en desuso que pasan por el territorio de ese partido. Fabricó su propia zorra para acceder a las zonas rurales del recorrido y trasladar sus herramientas. Trabajó en una resistencia casi solitaria.

En el último tiempo, a través del boca a boca y de publicaciones de Facebook conoció a vecinos de otros pueblos de la zona y a tres actuales conductores de la Línea Roca interesados en la misma causa. Así comenzó a gestarse Rieles del Salado, una organización que se consolidó en medio de la pandemia de coronavirus. Hoy la vuelta del tren Altamirano-Las Flores es un sueño colectivo.

“Somos un grupo de aficionados y trabajadores del ferrocarril. Nos unimos para rescatar el patrimonio del ramal. Estamos trabajando para elaborar un proyecto serio y presentarlo a las autoridades nacionales y provinciales para ver si se puede volver a poner un trencito”, le explica a DIB Eduardo Canga, un chofer ferroviario de Lanús que integra la organización.

Y cuenta: “La vía está totalmente tapada por vegetación y tierra. Nuestra tarea principal en estos días es limpiarla y dejarla operativa, demostrar que se puede recuperar el ramal”.

Además de la zorra de Valia se suma como herramienta otra que paralelamente hizo Alberto Capenti, el referente del grupo en Las Flores. En esa ciudad también empuja por la vuelta del tren y colabora con las tareas el piloto de cuatriciclos y campeón de Dakar, Alejandro Patronelli.

Los integrantes de Rieles del Salado ya se reunieron con las autoridades municipales de General Paz, General Belgrano y Las Flores. Los intendentes les ofrecieron maquinaria y se mostraron interesados en impulsar un servicio de trenes social para unirá las localidades de esos partidos.

Desde la asociación, que también cuenta con el apoyo del gremio del sector La Fraternidad, le explicaron a DIB que la reactivación de esas vías es estratégica para la región porque comunica a varias ciudades y pueblos que no cuentan con un servicio de transporte fuerte, y porque también podría servir como ruta para cargas de cereales.

El abandono 

Entre fines de 1992 y principios de 1993 dejaron de circular por las vías de Altamirano-Las Flores trenes de pasajeros. Por un tiempo, el recorrido se mantuvo para formaciones de cargas. “Es un ramal estratégico porque une el que va a Mar del Plata y el que va a Olavarría”, señala Canga. Y detalla: “En los noventa se lo concesionó a Ferrosur. Lo utilizó unos años y luego lo mantuvo como una vía alternativa para casos de emergencia”.

Además de sus terminales extremas, el recorrido cuenta con las estaciones Alegre, Ranchos, Villanueva, General Belgrano, Chas, Newton y Rosas. La última vez que una formación transitó por esas vías fue en el año 2005.

Canga sostiene que “desde hace más de ocho años” el ramal “no tiene ningún tipo mantenimiento”, pero destaca que la vía está completa y que la mayoría de las estaciones se encuentran en buen estado porque fueron destinadas a otros fines.

“Hay un caso puntual con la estación Alegre que es de madera y está muy deteriorada”, explica el conductor. Y adelanta que en los próximos días comenzarán allí con tareas de reparación.

Reclamo que se replica 

El reclamo de Rieles del Salado no es el único. A principios de este año, por ejemplo, los vecinos de Bolívar organizaron una mateada para pedir por la vuelta del servicio Plaza Constitución-Daireaux. Justamente, días atrás el Estado le quitó a Ferrosur la concesión del tramo Empalme Lobos-Bolívar.

Canga cuenta que “hay vecinos y gente aficionada” de distintas ciudades “que se están organizando”. “No con trabajo en vías, pero sí juntando firmas y llamando la atención”, explica. Asimismo, considera que es “una buena época” para afianzar estos pedidos.

Valia, por su parte, recuerda que el cierre de ramales “mató pueblos” y relaciona la resistencia de los ferroviarios con la historia del ferrocarril. “A pesar de haber sido un elemento de dominación de Inglaterra hacia sus colonias económicas generó conciencia social porque nacieron las sociedades de fomento, los clubes. Esa dinámica de contradicción es lo que hace que el ferrocarril sea la madera de los durmientes, los fierros de los rieles, los vagones, la locomotora, y la carne y la sangre del ferroviario”.

“El ferroviario es ferrocarril”, dice. Y se ilusiona con que un día el tren llegue Newton y, de una vez, se lleve las cartas. (DIB)LaVerdad.com