Cartas de Lectores
Señor Director de Crónica Ferroviaria
Me dirijo a usted, para dar mi opinión con relación a la nota publicada el 6 de Febrero de 2024 con el título: "En defensa del sistema ferroviario argentino".
La competencia entre el sistema ferroviario y el sistema vial es muy desigual. A un sistema lo castiga muy fuerte sin dar mayores detalles y al otro lo premia y lo beneficia sin ofrecer explicaciones.
Sería oportuno que las personas que abajo adhirieron a la nota ferroviaria del 6 de Febrero del año en curso, también se pongan al servicio del sistema vial, especialmente para darnos detalles del por qué este sistema, según el gobierno nacional, es eficiente y carece de déficit, cuando es lo contrario.
Por otra parte, se que cada miembro abajo firmante es poseedor de un vehículo, generalidad expresada sin conocer a cada individuo, pero en caso de carecer de un vehículo, son pasajeros del transporte del sistema vial, por lo tanto, no escatimen en dar objetivamente sus puntos de vista, aún cuando sus expresiones vayan a contra de la posesión, uso y gasto de movilidad de su propio vehículo o del transporte público privado.
Solo daré unos puntos claves del autotransporte, temas que desde hace tiempo quiero expresar en una nota de mi autoría, donde sostengo que el departamento de tránsito de cada ciudad, integrado al sistema de vialidad y tránsito de todo el país, esté al servicio del poseedor en uso de un vehículo vial, cuando esa área está en el presupuesto general de la ciudad, provincia o nación, mientras su presupuesto de mantenimiento debería salir del cobro exclusivo de la patente de cada vehículo.
Esto lo digo por citar un área posible de cobro, pero haciendo énfasis que el sostenimiento del área de tránsito salga solamente de la contribución de los automovilistas y no de todos los habitantes del país, e incluyo a todo el señalamiento vial en cada ciudad, más todo el concerniente en el resto de rutas y caminos rurales.
Es inconcebible que los semáforos que están para ordenar el tráfico para uso exclusivo de los automovilistas y resto de conductores, los pague la ciudad con aportes de todos, mientras los involucrados y beneficiados carezcan de su obligación tributaria.
Por otra parte, es injusto que las terminales para colectivos las construya el Estado con presupuesto de todos los aportantes, sin importar si es municipal, provincial o nacional, cuando esas terminales están solo al servicio de los ómnibus, pues si el ferrocarril construyó sus estaciones, que las empresas de colectivos construyan de sus bolsillos las suyas sin pedir beneficio al Estado.
Y ya que menciono esto, agregaré que el ferrocarril compró tierras para tender sus rieles, sin importar si hubo despojo, escaso pago de la tierra o expropiación, pero fueron tierras adquiridas por las empresas ferroviarias para su servicio, mientras el sistema automotriz no obliga a los poseedores a comprar en acciones, o en otra forma de pago, la tierra donde se construirán los caminos para su beneficio, por lo tanto, el Estado le construye los caminos y el conductor poco o nada paga por esas tierras, lo que se traduce en más que un beneficio.
Es necesario demostrar que este sistema es injusto para el resto de la ciudadanía y pobladores rurales, ya que exime la cuota de construcción y de mantenimiento a las empresas de colectivos beneficiadas, mientras que las cuotas de acceso de los ómnibus a las terminales, es un aporte quizás para conservar la limpieza del lugar, y si teniendo en cuenta lo dicho, el boleto debería subir un 500%, esto es otra cosa, que lógicamente castigará solamente al pasajero, pero no a todo una población. El mismo criterio para esas tierras que forman parte de las dársenas de terminales de los colectivos como en Retiro, o en Constitución o en Plaza Miserere donde, por ejemplo, el servicio de limpieza debería ser pagado por las empresas de colectivos y no por el Estado.
Ni que hablar del sistema de iluminación de calles en las ciudades, caminos y rutas, cuyo diseño de iluminación está específicamente diseñado para los conductores que transitan por las calles, caminos o rutas, mientras los peatones, que lo hacen por las veredas, muchas veces carecen de iluminación por el arbolado o por otros impedimentos. Por lo tanto, el consumo de electricidad recae en toda la ciudadanía, pero no sólo en el automovilista.
De esta forma, el sistema automotor se fue fortaleciendo con beneficios políticos locales bajo exigencias internacionales, para que la industria automotriz venda sus productos con más facilidad, y hasta con los beneficios del cuerpo de tránsito, también bajo directivas concretas, para que los conductores no sean infraccionados, para que el uso de los vehículos no caiga en picada.
Los municipios construyen garitas para los pasajeros de empresas locales de colectivos, que ni siquiera son estatales, y todo a cuenta del pueblo que sostiene un sistema vial para demostrar su eficiencia como transporte y su éxito financiero como cartera de comunicaciones.
Ya basta de protección al sistema vial. Es hora que los profesionales, los licenciados, quienes tienen maestrías y los doctorados, dejen de encubrir al sistema vial y también expongan los costos de construcción de calles, rutas y caminos, más el de su mantenimiento, para poner en balanza qué o cuál sistema es más beneficioso o perjudicial para la sociedad.
Claudio A. García
ferrocleto@yahoo.com.ar