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La
estación de trenes, por infraestructura y posición estratégica, fue una de las
más importantes en la línea Bahía Blanca-Zapala. Un historia rica para conocer,
a la vera de la Ruta 22.
En
Río Negro la historia siempre espera visitas al costado de las vías, la ruta 22
o algún canal de riego. Trazas lineales que conectaron y dieron vida a un
territorio extenso y despoblado para lograr su desarrollo. Darwin es un ejemplo
característicos. Una pequeña localidad del Valle Medio que hoy apenas supera
los 1.000 habitantes, y en la que llegaron a trabajar y vivir 400 ferroviarios
en su época dorada, cuando desde aquí salía toda la producción regional y
pasaban 25 trenes por día. Hoy quedan 10 operarios para atender el paso del carguero
del servicio privado de Ferrosur. Y como símbolo del presente, hasta la bella
estación de tejas rojas está con candado.
La báscula fue construida en Londres. Funciona desde 1903 para pesar vagones. (Andrés Maripe )
Sólo
la falsa ilusión del paso del tren de potasio y la chance de nuevos puestos de
empleo reavivó hace 5 años atrás el alma dormida del pueblo. Luego, de vuelta a
la quietud y la espera.
Al
llegar al pueblo resalta el contraste: de un lado de la ruta está la colonia
ferroviaria con sus 118 casas uniformes, de colores apagados. Del otro, el
barrio nuevo, con sus viviendas que parecen recién pintadas.
La mesa giratoria se usaba para cambiar la dirección de la locomotora. (Andrés Maripe )
Detener
el auto y recorrer a pie Darwin significa transitar más de 100 años de historia
ferroviaria. “Era un punto estratégico en la línea Bahía Blanca-Zapala, ya que
la estación está dotada de valiosa infraestructura”, explicó a “Río Negro” Raúl
Galván, exferroviario y hoy a cargo del museo (ver entrevista).
El vandalismo golpea al lugar. Unos 80 operarios trabajaron en estos talleres. (Andrés Maripe
Raúl
hizo de guía para “Río Negro” durante la visita al “lado viejo”. Allí está la
extensa playa de maniobras con nueve vías y la báscula para pesar la carga de
los vagones. Explicó que fue fabricada en Londres y funciona desde 1903.
Más
alejada, oxidada y bloqueada con cadenas, se mantiene la mesa giratoria,
utilizada para cambiar el sentido de circulación de las locomotoras.
Lo que queda del galpón de mantenimiento de maquinas. (Andrés Maripe )
No
le va en zaga el imponente galpón de mantenimiento de máquinas, a unos 300
metros de la estación en dirección a Belisle. Esa distancia con el núcleo lo
dejó desprotegido. Chapas, maderas, vigas y ventanales fueron arrancados de
cuajo. Ahora el viento y el polvo taparon las fosas y bailan dentro junto a los
fantasmas del pasado. Allí llegaron a trabajar hasta 80 operarios.
Inaugurada
el 30 de junio de 1898 la estación fue un factor clave para el desarrollo
económico del Valle Medio. Toda su producción salía por allí. En los cuatro
meses del tiempo de cosecha, la circulación por fruta era abrumadora. Salían 15
trenes fruteros, además de los de pasajeros, cargas generales y el petrolero.
El ex hotel Vasconi se mantiene en pie pero herido de gravedad, frente a la estación. (Andrés Maripe )
Todo
un ejército de trabajadores del Ferrocarril del Sud, más tarde bautizado Roca,
sostenían el servicio divididos en secciones. Galván, que se desempeñó como
artesano en tareas de mantenimiento, las enumera: “Estaban los que trabajaban
en la estación, la gente de material remolcado, los que revisaban el estado de
los vagones, los mecánicos, guardas, señaleros, maquinistas, foguistas y
cambistas”.
Junto
a la estación creció el barrio ferroviario y los comercios frente a la antigua
Rruta 22. Dos bares almacenes, ubicados frente a frente, se disputaron a los
pasajeros y familiares que esperaban el arribo del tren.
En
la década del 60 la traza de la Ruta 22 se desplazo 400 metros hacia el norte y
fue asfaltada. Un hecho determinante, que partió en dos al pueblo. Lo nuevo
quedaba ahora “del otro lado”.
El andén y edificio de la estación, que conserva casi todas sus tejas rojas. Al fondo el galpón Choele Choel. (Andrés Maripe )
Más
tarde, con los cambios en el sistema de transporte de mercaderías, la
privatización de los ferrocarriles en 1993 y el cierre del tren de pasajeros,
la población fue emigrando a ciudades vecinas. Los que se quedaron mantienen un
puesto en la municipalidad, realizan tareas rurales o de servicios, gracias a
algún oficio que aprendieron como ferroviarios.
De
25 a 30 trenes diarios pasaban por Darwin en sus años dorados. El llamado tren
de potasio y sus puestos de empleo generaron una falsa ilusión.
Personajes
y un hotel fantasma
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El museo ferroviario. Todas las actividades, oficios y la vida cotidiana de los
trabajadores y del pueblo se reconstruyen aquí. Con la guía al detalle de un ex
empleado de Ferrocarriles Argentinos
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“El Zapalero”. Fue el tren más querido, de pasajeros. Partía de Constitución al
mediodía y pasaba por Darwin antes del amanecer del día siguiente. 26 horas de
viaje, más de 20 paradas y unos 1.400 km. cruzando pampas y estepa.
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El Vasconia. Una clásica edificación de inicios del SXX que se muestra hoy muy
deteriorada. Está detrás de la estación. Fue hotel y bar y contaba con una sala
de cine
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Personajes que ya no están. “La abuela” Felicidad Petrof, la partera del pueblo
y una de las mujeres más queridas. “El negro” Novillo, músico.
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Primero bandoneonista, luego armó una banda que amenizó los bailes populares en
todas las localidades del Valle Medio. René Olarán, el servicial antiguo jefe
de estación.
Minientrevista
Raúl Galván
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P- ¿Cómo fue tu vida de exferroviario?
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R- Nací en 1959 en una casilla de madera frente a la estación. Como tantos
aquí, mi padre era ferroviario. De niño recorría los trenes con una canasta
llena de uvas y le vendía a los pasajeros. Con mis amigos nos sentábamos en la
base del mástil a curiosear la llegada de los trenes.
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P- ¿Qué trabajos realizaste?
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R- Empecé a trabajar como empleado de Ferrocarriles, 15 años antes de la
privatización. Primero con la cuadrilla de artesanos, compuesta por gente
formada en diversos oficios. Recorríamos la línea Bahía-Zapala donde se pidiera
el servicio para hacer reparaciones. Luego pase telecomunicaciones, una
cuadrilla para reparación de las líneas telegráficas.
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P- ¿Cómo era la vida en el pueblo?
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R- Todos vivíamos del ferrocarril. Éramos una gran familia. Si había un
cumpleaños de 15, estábamos todos, igual con los casamientos. Cuando llegaba la
fecha de cobro caían vendedores de todos lados.Diario Río Negro.