Actualidad
En torno a este rincón supo girar gran parte de la Zona Sur de la provincia. Hoy no es más que un recuerdo y un patrimonio al que se niega atención.
La ausencia del tren apagó el alegre bullicio del barrio Estación. Restaurantes y hoteles cerraron sus puertas. La desocupación se caló hondo, hasta los huesos. El tiempo, tirano, se encargó de ir dejando sus huellas. Y hoy, de aquel rincón que supo dar vida a toda una región solo quedan viejas estructuras que pelean por no convertirse en ruinas, una lucha que debería ser de todos, después de todo aquí, además de un recuerdo vigente, hay un patrimonio cultural que merece resguardarse.
El paso del tren no se olvida en la Capital de la Yerba Mate, fue parte de la historia grande de esta ciudad. Generó importantes puestos laborales, “se le debe mucho…” dicen por ahí.
Además, “derivó en la inversión de los primeros asfaltos para la ciudad y todo el Alto Uruguay se movía de acuerdo a esta estación”.
Aquí lo tenían todo, alojamientos, restaurantes y un gran movimiento para lo que eran aquellos tiempos. Los lugareños lo sentían como suyo y, por supuesto, cada paso del tren era todo un acontecimiento.
Suceso aún vigente en las familias que lo recuerdan con nostalgia y lamentan que el pueblo, el mismo al que desbordó su éxito, no tenga presente esta porción de tierra apostoleña siquiera como espacio histórico.
Rogelio Barrios fue jefe de esta estación y en un mano a mano con Ko´ ape aseguró que “hasta hoy recuerdo el ferrocarril. Me costó mucho cuando cerraron, primero me querían llevar Curuzú Cuatiá pero no acepté. Finalmente me indemnizaron”.
“Empecé desde abajo, como ayudante, en boletería, después en la Estación Posadas. Cuando me retiré estaba la privatizada. En el Urquiza estaba como jefe de Estación, aquí estuve treinta años y seis con la empresa privada”, añadió.
“Se movía todo por el tren. Las mercaderías dependían de su llegada, vagones completos de frutas, inclusive de ciudades cercanas, como San Javier. Con el tiempo todo se fue terminando”, apuntó.
Y recordó que “el de pasajero llegaba tres veces a la semana y colmado. Era una alegría, algunos se acercaban solo a mirar y otros a esperar la familia. Todo se movía de acuerdo a la Estación, era la que le daba vida a Apóstoles”.
“Estábamos toda la noche, con Rodolfo, José, entre mates y mates, porque algunos arribaban a la madrugada. Trenes que traían las encomiendas. Las fruterías que venían de Monte Caseros (Corrientes), fiambres, teníamos que estar alertas”, remarcó.
Aunque todo son ya “recuerdos lindos de los compañeros, de día siempre éramos seis o siete, entre los empleados de encomienda, el peón. A la noche sí, el auxiliar el cambista y nada más”, dijo.
Además, “había telégrafos, se transmitía con el aparato para Código Morse a Virasoro, Paso de los Libres, Concordia cuando estábamos incomunicados o robaban cobres, de alguna forma teníamos que dar aviso a los trenes e informar”, relató e hizo hincapié en que en los últimos tiempos “los trenes de carga de soja descarrilaban entre Apóstoles y Pindapoy o Garupá, la vía ya estaba deteriorada”.
“Me genera tristeza como está ahora; la estación ya no tiene techo, las puertas están rotas. Es un lugar histórico. Primero la Municipalidad hizo arreglos pero hace poco pase y ni luz hay. Uno se queda mal después de verla así”, lamentó Rogelio Barrios.
En la misma sintonía
El jefe del correo de aquellos tiempos, don Mariano Zachs, a cargo de la oficina que funcionaba en frente de la Estación de trenes de 1957 a 1980, trajo a su memoria aquellos años.
“Era muchísimo el movimiento que nos daba el tren, era una ciudad a parte, Apóstoles dependía del barrio Estación”, contó.
“Venía mercadería de Buenos Aires que derivaba en toda la zona. Es una pena que la Estación haya quedado así, en el olvido. Sé que hay proyectos, pero a uno le da nostalgia”, observó.
“En el barrio Estación teníamos un hotel, lugares gastronómicos y demás servicios. Es que venía gente de toda la provincia y si perdía el tren o debía esperar lo hacía alojándose en el barrio. Había supermercados también; todo el Alto Uruguay dependía de la Estación”, describió.
“Me da mucha pena ver cómo está; se debería arreglar porque es un lugar histórico, donde se desarrolló todo, hoy en día la ciudad es lo que es por lo que generó y nos dio el tren, la estación en sí”, declaró.
Un poco de historia
El Urquiza llegó a ser uno de los trenes más importantes del país y hasta principios de la década del 90 era una de las líneas más cuidadas.
Con la llegada de las privatizaciones el concesionario ya no explotó el servicio de pasajeros, para funcionar solo como tren de carga.
La formación más emblemática del Urquiza fue el Gran Capitán, interrumpido entre 1993 y 2003, año en el que se anunció su regreso; con un servicio prestado por la empresa Trenes Especiales Argentinos SA (TEA), operó hasta 2011 con dos frecuencias semanales y un tiempo de viaje treinta horas debido al mal estado de las vías.
El 11 de noviembre de 2011 se detuvo al Gran Capitán en Apóstoles, los pasajeros debieron continuar en ómnibus.
El último intento solo funcionó entre diciembre de 2011 y mayo de 2012, cuando se le quitó la concesión a TBA. PrimeraEdición.com
En torno a este rincón supo girar gran parte de la Zona Sur de la provincia. Hoy no es más que un recuerdo y un patrimonio al que se niega atención.
La ausencia del tren apagó el alegre bullicio del barrio Estación. Restaurantes y hoteles cerraron sus puertas. La desocupación se caló hondo, hasta los huesos. El tiempo, tirano, se encargó de ir dejando sus huellas. Y hoy, de aquel rincón que supo dar vida a toda una región solo quedan viejas estructuras que pelean por no convertirse en ruinas, una lucha que debería ser de todos, después de todo aquí, además de un recuerdo vigente, hay un patrimonio cultural que merece resguardarse.
El paso del tren no se olvida en la Capital de la Yerba Mate, fue parte de la historia grande de esta ciudad. Generó importantes puestos laborales, “se le debe mucho…” dicen por ahí.
Además, “derivó en la inversión de los primeros asfaltos para la ciudad y todo el Alto Uruguay se movía de acuerdo a esta estación”.
Aquí lo tenían todo, alojamientos, restaurantes y un gran movimiento para lo que eran aquellos tiempos. Los lugareños lo sentían como suyo y, por supuesto, cada paso del tren era todo un acontecimiento.
Suceso aún vigente en las familias que lo recuerdan con nostalgia y lamentan que el pueblo, el mismo al que desbordó su éxito, no tenga presente esta porción de tierra apostoleña siquiera como espacio histórico.
Rogelio Barrios fue jefe de esta estación y en un mano a mano con Ko´ ape aseguró que “hasta hoy recuerdo el ferrocarril. Me costó mucho cuando cerraron, primero me querían llevar Curuzú Cuatiá pero no acepté. Finalmente me indemnizaron”.
“Empecé desde abajo, como ayudante, en boletería, después en la Estación Posadas. Cuando me retiré estaba la privatizada. En el Urquiza estaba como jefe de Estación, aquí estuve treinta años y seis con la empresa privada”, añadió.
“Se movía todo por el tren. Las mercaderías dependían de su llegada, vagones completos de frutas, inclusive de ciudades cercanas, como San Javier. Con el tiempo todo se fue terminando”, apuntó.
Y recordó que “el de pasajero llegaba tres veces a la semana y colmado. Era una alegría, algunos se acercaban solo a mirar y otros a esperar la familia. Todo se movía de acuerdo a la Estación, era la que le daba vida a Apóstoles”.
“Estábamos toda la noche, con Rodolfo, José, entre mates y mates, porque algunos arribaban a la madrugada. Trenes que traían las encomiendas. Las fruterías que venían de Monte Caseros (Corrientes), fiambres, teníamos que estar alertas”, remarcó.
Aunque todo son ya “recuerdos lindos de los compañeros, de día siempre éramos seis o siete, entre los empleados de encomienda, el peón. A la noche sí, el auxiliar el cambista y nada más”, dijo.
Además, “había telégrafos, se transmitía con el aparato para Código Morse a Virasoro, Paso de los Libres, Concordia cuando estábamos incomunicados o robaban cobres, de alguna forma teníamos que dar aviso a los trenes e informar”, relató e hizo hincapié en que en los últimos tiempos “los trenes de carga de soja descarrilaban entre Apóstoles y Pindapoy o Garupá, la vía ya estaba deteriorada”.
“Me genera tristeza como está ahora; la estación ya no tiene techo, las puertas están rotas. Es un lugar histórico. Primero la Municipalidad hizo arreglos pero hace poco pase y ni luz hay. Uno se queda mal después de verla así”, lamentó Rogelio Barrios.
En la misma sintonía
El jefe del correo de aquellos tiempos, don Mariano Zachs, a cargo de la oficina que funcionaba en frente de la Estación de trenes de 1957 a 1980, trajo a su memoria aquellos años.
“Era muchísimo el movimiento que nos daba el tren, era una ciudad a parte, Apóstoles dependía del barrio Estación”, contó.
“Venía mercadería de Buenos Aires que derivaba en toda la zona. Es una pena que la Estación haya quedado así, en el olvido. Sé que hay proyectos, pero a uno le da nostalgia”, observó.
“En el barrio Estación teníamos un hotel, lugares gastronómicos y demás servicios. Es que venía gente de toda la provincia y si perdía el tren o debía esperar lo hacía alojándose en el barrio. Había supermercados también; todo el Alto Uruguay dependía de la Estación”, describió.
“Me da mucha pena ver cómo está; se debería arreglar porque es un lugar histórico, donde se desarrolló todo, hoy en día la ciudad es lo que es por lo que generó y nos dio el tren, la estación en sí”, declaró.
Un poco de historia
El Urquiza llegó a ser uno de los trenes más importantes del país y hasta principios de la década del 90 era una de las líneas más cuidadas.
Con la llegada de las privatizaciones el concesionario ya no explotó el servicio de pasajeros, para funcionar solo como tren de carga.
La formación más emblemática del Urquiza fue el Gran Capitán, interrumpido entre 1993 y 2003, año en el que se anunció su regreso; con un servicio prestado por la empresa Trenes Especiales Argentinos SA (TEA), operó hasta 2011 con dos frecuencias semanales y un tiempo de viaje treinta horas debido al mal estado de las vías.
El 11 de noviembre de 2011 se detuvo al Gran Capitán en Apóstoles, los pasajeros debieron continuar en ómnibus.
El último intento solo funcionó entre diciembre de 2011 y mayo de 2012, cuando se le quitó la concesión a TBA. PrimeraEdición.com