Historias Ferroviarias
En el Trelew de antaño, la comunidad era una gran familia unida, donde la ambición por el dinero era escasa. Los viajes en tren a Playa Unión eran una fuente de alegría, con vecinos cargando canastas para pícnics en la playa y compartiendo momentos especiales, creando recuerdos inolvidables que perduran en la memoria de la ciudad.
“En el Trelew de antes se vivía muy distinto a lo que es ahora, era otra cosa. Éramos toda una familia, todos nos conocíamos. No se veía la ambición del dinero… Éramos todos iguales, contentos y felices. Ahora Trelew es muy grande, antes no era así, nos conocíamos todos y nos veíamos siempre”.
Una de las salidas preferidas durante el esplendor del ferrocarril era, precisamente, ir en tren a Playa Unión. Casi todas las personas que escriben, o cuentan sus recuerdos, hacen mención a los viajes a Playa Unión en el trencito. Otros, contaban cómo lo pasaban en bicicleta, hazaña relatada publicaciónes atrás por Pancho Abraham, y la mayoría lo añora.
La gente llevaba sus cosas de picnic, en grandes canastas con sandwiches y bebidas. Y realmente, era una fiesta. El viaje formaba parte de la salida, extrañamente, no son muchos los registro fotográficos de ese tren. Todos lo recuerdan, pero son pocos los que lo fotografiaron. Igual, compartimos con ustedes el testimonio de una de las vecinas más antiguas de Trelew; Caridad García, quien solía hacer ese viaje muy seguido.
“Era hermoso ir en trencito a la playa, era una maravilla. Desde la estación íbamos en el tren, porque alquilábamos en Playa Unión. Íbamos cargados porque no había coches, no había taxis, ni nada. Con unas carretas llevábamos las cosas, los colchones, y todo”.
“No había heladera, entonces hacíamos un pozo grande en el patio, ahí poníamos las barras de hielo y poníamos las bebidas. Y cuando estaba feo o llovía, nos juntábamos con una vecina y hacíamos chocolate caliente con churros”.
“En esos años no había nada, yo me iba con los dos chicos caminando todos los veranos. A las 2 de la tarde salía el tren y a las 7:00, 7:30 ya estábamos de vuelta, todos los días. Era divertido, cantaban en el tren, había unos grupos muy lindos”.
“Habían doce o catorce coches, y nosotras íbamos todas sentadas. Y los de Rawson tenían una mufa porque tenían que ir parados. Se quejaban y decían 'tienen que guardarnos o poner coches especiales para nosotros”.Caridad Garcia (ElChubut.com)