Premetro
Bajo el nombre de “trambús”, el Gobierno porteño propone eliminar un sistema ferroviario existente para imponer un modelo BRT de colectivos (Sistema de Autobuses de Tránsito Rápido). Un retroceso ambiental y social que abre la puerta al negocio inmobiliario y empeora el transporte en el sur de la Ciudad de Buenos Aires.
El jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, impulsa un proyecto para levantar el Premetro en la zona Sur de la Ciudad (Villa Lugano, Villa Soldati y el entorno del Riachuelo) y reemplazarlo por un sistema denominado “trambús”. Detrás del cambio de nombre, lo que se propone es un esquema similar al BRT (Bus Rapid Transit), sigla en inglés que se traduce Sistema de Autobuses de Tránsito Rápido. Son colectivos que circulan por carriles exclusivos, con paradas “tipo estación”, presentados como una alternativa moderna y más barata que los sistemas ferroviarios.
Sin embargo, lejos de significar un avance, la decisión implica desmantelar una infraestructura ferroviaria existente para reemplazarla por un sistema basado en colectivos, aun cuando se los anuncie como eléctricos. Desde una perspectiva ambiental y de planificación urbana, esto representa un retroceso, ya que los sistemas ferroviarios, como el Premetro, tienen mayor capacidad de transporte, menor desgaste del suelo, más vida útil y menor consumo energético por pasajero. Levantar las vías no solo implica tirar por la borda inversión pública ya realizada, sino también generar residuos y favorecer una lógica de obras rápidas y descartables.
Además, la eliminación del Premetro no puede separarse del negocio inmobiliario. Levantar una traza ferroviaria “libera” suelo urbano y habilita reordenamientos territoriales que históricamente han beneficiado a desarrolladores privados, no a las y los habitantes de los barrios populares. Allí donde debería ampliarse y fortalecerse el transporte público estatal, se opta por una solución que reduce capacidad y abre la puerta a la especulación.
¿Carriles “exclusivos”?
Cuando el Gobierno porteño presenta el trambús como una alternativa “moderna”, se apoya en la idea de “carriles exclusivos”. En la práctica, esto significa colectivos eléctricos que circulan sobre la calzada vial, separados del resto del tránsito apenas por pintura, cordones o separadores bajos, cruzados por semáforos y calles transversales. No se trata de una traza propia ni independiente, como la del Premetro, sino de infraestructura flexible, más barata y fácil de desmontar. Aunque se lo vista de tecnología, el trambús sigue siendo transporte automotor, con menor capacidad por unidad, mayor desgaste del asfalto, más vulnerabilidad a la congestión urbana y una vida útil significativamente inferior a la ferroviaria. La elección de Jorge Macri no responde a una mejora del sistema, sino a una lógica de corto plazo que prioriza negocio y marketing por sobre planificación pública.
Frente al discurso oficial, es clave el sentido de la palabra “modernización”, utilizada por el gobierno de Jorge Macri como argumento para justificar el reemplazo del Premetro. “Modernizar”, en el relato del gobierno de la Ciudad, significa pintar estaciones, cambiar el nombre del sistema y sustituir trenes por colectivos eléctricos. Pero lo que realmente necesita el transporte es mejorar el Premetro, o sea ampliar su traza, integrarlo con otros medios de transporte, aumentar frecuencias, garantizar accesibilidad en los barrios populares y reducir aún más el impacto ambiental, todo esto mediante inversión pública sostenida. Lejos de levantarlo, el Premetro debería fortalecerse como transporte ferroviario estatal, de alta capacidad y bajo nivel de contaminación. “Modernizar” es la propaganda del gobierno de la Ciudad, lo prioritario es mejorar el servicio porque es un derecho social, esa mejora es la que beneficia a las mayorías trabajadoras, no la que reduce derechos para favorecer al negocio inmobiliario y a las empresas del transporte automotor.
Un trabajador del Premetro se acercó a este medio y lo explicó con claridad: “Me sorprende que el jefe de Gobierno hable de la mala frecuencia del Premetro desde un lugar ajeno a su propia responsabilidad, cuando tanto el subte como el Premetro dependen del mismo gobierno de la Ciudad. El mal mantenimiento de las vías y del material rodante es denunciado de forma permanente por las y los trabajadores sin que haya soluciones. Sin inversión es imposible mejorar el servicio. Incluso faltan inversiones básicas y de bajo presupuesto, como guardrails, señalización, sistemas de paratren, barreras y laberintos, lo que obliga a reducir las velocidades en la traza para sostener condiciones mínimas de seguridad. Dinero hay, ya que destruir el sistema tranviario y hacer un trambús desde cero cuesta mucho más que mejorar lo que ya existe” .
Cuando el progreso ya mostró sus límites: el fracaso regional del modelo BRT
La experiencia en América Latina con los BRT es elocuente. Sistemas como el TransMilenio en Bogotá o distintos corredores de Metrobús muestran saturación temprana, deterioro del servicio, menor frecuencia real y peores condiciones de viaje en comparación con tranvías o metros ligeros. En muchos casos, estos modelos terminaron justificando nuevas privatizaciones y contratos con empresas de transporte automotor, sin resolver de fondo los problemas de movilidad.
La medida es tan regresiva que ni siquiera alcanza el estándar de los llamados gobiernos “progresistas neoliberales” de la región. Mientras ciudades como Medellín, con su red integrada de metro y metrocables, o Quito, con la construcción de su metro, apostaron por infraestructura fija, pública y de largo plazo (orientada a la inclusión social y a la reducción de la contaminación), la Ciudad de Buenos Aires avanza en sentido inverso. Bajo la gestión de Jorge Macri, se desmantela el transporte ferroviario para imponer un modelo de colectivos, maquillado de progreso.
Es necesario frenar estos negociados exigiendo audiencias públicas para que el pueblo trabajador pueda decidir sobre un servicio público que no puede ser un terreno acotado de negocios para unos pocos. Parte de una solución de fondo sería la creación de una empresa estatal única controlada por las y los trabajadores, y pasajeros.
Desde una mirada crítica, la discusión no es técnica sino política, no se trata de mejorar el Premetro, sino de eliminarlo. Y cuando se elimina transporte ferroviario en los sectores populares, lo que se recorta no es un servicio, sino un derecho.LaIzquierdaDiario.com

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