Informe
* El grafitero Kirax muestra cómo aplicar el producto químico que limpia
cualquier spray
* Renfe y Metro dedican al año partidas presupuestarias millonarias para
quitar los 'tags'
Sólo hacen falta un cepillo, un pulverizador, agua y cierto producto
químico que se puede adquirir en contadísimos establecimientos en toda España.
"La gaseosa", como lo llama socarronamente Kirax. El grafitero más
buscado de la capital sopesa los cinco litros de Marstrip-R adquiridos minutos
antes, remira la etiqueta en busca de su composición -no se especifica- y
garantiza que con una garrafa que cuesta 45 euros y un par de accesorios de
cualquier bazar se puede limpiar la superficie equivalente a medio vagón de
tren (4 x 1,5 metros).
EL MUNDO se traslada a Torrejón de Ardoz y al distrito de Villaverde
para documentar de principio a fin el proceso de borrado de una pintada de las
tantas realizadas en los convoyes de Renfe o Metro de Madrid. Unas
intervenciones, las de los denominados 'treneros', a las que ambas entidades
públicas hacen frente cada año con importantes asignaciones presupuestarias:
9,5 millones la sociedad adscrita al Ministerio de Fomento y un millón en el
caso de la empresa integrada en el Consorcio Regional de Transportes, según la
consulta de este diario.
"Ahora mismo no disponemos de esos datos porque no hay una partida
destinada a la limpieza de grafitis, sino que se incluyen en los contratos de
limpieza que Metro tiene suscritos con varias empresas", es la respuesta
desde la red de suburbano cuando se solicita un desglose que incluya el número
de vehículos afectados, entre otros datos. "No podríamos detallar los
costes medios de cada actuación. Además, depende mucho de la gravedad de la
vandalización", alega Metro.
Desde hace años, los escritores de grafiti sospechan que detrás de esas
macrocifras hay no sólo un intento de criminalización, sino también una
incitación a que desde instancias judiciales se incrementen las sanciones
económicas para aquellos que atentan contra la propiedad aerosol en mano -al
propio Kirax se le imputan daños por casi 270.000 euros- e, incluso, advierten,
un ánimo defraudador a las compañías aseguradoras. En concreto, los que
estampan su firma al aire libre denuncian facturas con más mano de obra de la
empleada realmente, un gasto excesivo de Marstrip-R y ficticias tareas de
lijado y repintado.
"En realidad están encantados de que les pinten los trenes, les
interesa. Van de víctimas, dicen 'qué hijos de p...' los grafiteros, pero van
trincando. Los mismos trenes se llevan pintando en los mismos sitios desde hace
25 años. Si de verdad quisieran evitarlo, pondrían más vigilancia", da su
versión el autor de más de 700 piezas en las vías desde que empezó en 2002, al
que la policía considera el líder del colectivo Original Writers.
Kirax explica las características de un líquido anaranjado que se puede
manipular sin demasiado riesgo, aunque se recomienda el uso de mascarilla,
gafas y guantes de látex. "Lo echas sobre la pintada y se cae sola",
asegura al tiempo que especifica que el producto no afecta al material base,
dada la diferencia entre pintura al agua (la que recubre la carrocería de
trenes, autobuses o coches) y pintura disolvente (bote de spray).
También conviene tener en cuenta varios detalles con respecto al tiempo
y modo de aplicación del antigrafiti. "Hay que dejarlo actuar, pero en 10
minutos la pintada prácticamente se ha ido al suelo. Eso sí, es más eficaz
cuanto más reciente sea", aclara quien por un día pasa voluntariamente al
otro lado, el de los operarios de limpieza, en el que no aceptaría integrarse
ni siquiera en el caso de que se le permitiese conmutar una hipotética condena:
"Preferiría hacer trabajos sociales o pintar guarderías de niños".
De camino a la estación de Cercanías de San Cristóbal de los Ángeles,
donde ha localizado uno de sus coloridos 'tags', Kirax se detiene en varios
'todo a cien' para recoger un par de pulverizadores (0,95 euros cada uno), un
cepillo de cerdas un poco más pequeño que el que usan los barrenderos (2,50
euros con el palo) y un garrafón de agua (2 euros). Una infraestructura mínima
en comparación con la que requiere la limpieza con aire a presión, por ejemplo.
Ya sobre el terreno aparece un imprevisto: el tren en cuestión ha sido
conducido a cocheras. La demostración se traslada a un parque de los
alrededores. Kirax se afana en eliminar en una puerta metalizada una 'D'
mayúscula color plata de la que en un instante no queda rastro. "¿A que
nunca has visto un autobús de la EMT con grafitis? Pero la gente no se pregunta
por qué", cuestiona de nuevo la, a su juicio, interesada promoción de las
pintadas ferroviarias. Y concluye: "Nunca voy a dejar de pintar trenes. Es
peor que una droga. Cuando pintas un tren quieres pintar otro, y otro, y otro.
Y si te gustan los modelos quieres 'tenerlos' todos y todas las
líneas".ElMundo.com