Historias Ferroviarias
A partir de la llegada del ferrocarril, en 1909 comienza a gestarse una aldea en torno a estación La Clarita que dos años más tarde sería reconocida por el gobierno de Entre Ríos, tras la presentación de los planos de subdivisión por parte de Sociedad Anónima “Argentine Eastern Land Company Limited”.
Ubicada entre los distritos Cuarto y Segundo del Departamento Colón –a unos 50 kilómetros de su ciudad cabecera–, la localidad se encuentra situada sobre terrenos cedidos por el doctor Francisco Ferreyra, bautizándola con el mismo apodo que a su hija más pequeña, a quien llamaba “Clarita”.
Desde el comienzo, la economía local se basó en prácticas agrícolas y ganaderas –principalmente, producción de granos y arroz–, que supieron forjar sus primeros años como estación ferroviaria y luego sostener a toda una comunidad, desde el día en que el tren dejó de pasar para volverse parte de la historia.
Una historia que resulta insoslayable aún para quienes nunca vieron una formación en el pueblo, pero sienten muy propio el patrimonio que constituyen los recuerdos de sus antepasados, el provecho que sacan de la vieja estación y los 900 metros de vía que atraviesan a La Clarita, de lado a lado.
(Con)vivir entre rieles
En La Clarita, “la vía es el centro del pueblo, porque literalmente lo parte al medio”, grafica su actual presidente comunal, Mario Devotto, en el inicio de una entrevista con El Entre Ríos.
“La idea es reflotar todo el tramo, que quede un paseo a lo largo de las nueve cuadras que atraviesan el pueblo: ya descubrimos bien la vía, protegimos con nylon la superficie entre rieles para que no se gane el pasto y le colocamos piedra mora, no tan grande como se estilaba antes, sino más chica para que se pueda caminar”.
Iluminar este “paseo entre rieles” significó buscar asesoramiento en el Ferroclub Central Entrerriano de la ciudad de Villa Elisa, “con gente que es entendida en el tema, para que nos aconseje sobre la distancia que debían colocarse los postes de luz para no entorpecer el paso del tren, en el caso que algún día vuelva a pasar”.
“Nunca perdemos la esperanza de que vuelva el tren a La Clarita”, dice el titular de la comuna, que por el momento se contenta con la noticia de que “se están limpiando los pasos a nivel” y “la zorra del ferroclub va a llegar muy pronto al pueblo”.
Si bien la historia de la localidad está marcada a fuego por la cultura ferroviaria, “hay muchas generaciones (entre las cuales Devotto se incluye) que nunca vieron pasar un tren por el pueblo, por eso sería muy lindo ver las vías en uso”.
“Preservar la historia del nacimiento del pueblo” es la premisa, por lo cual toda obra que se encara “siempre es respetando la estructura de la vía” y “bajo la idea de darle vida”, con lo que se la integra al paisaje urbano de estos tiempos, pero sin afectar su constitución.
El “paseo entre rieles” tiene su punto de partida en el extremo sur para luego atravesar todo el pueblo hacia el norte, uniendo sus espacios recreativos y culturales emplazados a la vera del ferrocarril: “El mural del 8M, un parque de juegos, la canchita de fútbol, un parque de plantas nativas y el museo”.
“Nuestro museo funciona en lo que era la casa de la estación, con todo lo que se pudo recolectar de información y elementos históricos del pueblo, de manera conjunta con la escuela local”, ilustra el presidente comunal de La Clarita, invitando a visitar el lugar los fines de semana.
Entretanto, el circuito histórico se completa con el galpón de la vieja estación ferroviaria, del cual un sector “se usa como salón de eventos” y, en la parte restante, “funciona el taller de la comuna, donde se guardan maquinarias y herramientas”.
Empleo y “buena producción”
“De a poco, vamos cumpliendo algunos sueños que teníamos”, sintetiza el presidente comunal de La Clarita, marcando “lo bien que vino” la reciente conversión de Junta de Gobierno en Comuna de primera categoría.
Con alrededor de 650 habitantes, la población de la localidad se sostiene marcando un leve crecimiento: sin contemplar su vasta área rural –que también forma parte de la jurisdicción–, en 2001 eran 448 vecinos y en el año 1991 sumaban 471.
“Acá, el que quiere laburar, tiene laburo”. Con convicción, Devotto pasa lista de sus principales fuentes de empleo, como son “el molino arrocero que da mucho trabajo”, “una forestal que está en Berduc” y “un criadero de cerdos en (Arroyo) Barú”, siempre vinculado a la producción agropecuaria “que es lo que mueve toda la zona”.
Consultado acerca de cómo está constituida la población de La Clarita, contrasta que “el otro día cumplió 104 años nuestra vecina más longeva, doña Enedina Caire, que es un orgullo tenerla con lo bien que está” y, al mismo tiempo, bromea con que “también hay buena producción” para el futuro. Fuente: El Entre Ríos