Por: Fernando Mantese (Para CRÓNICA FERROVIARIA)
El día miércoles de la semana pasada fue un día duro para todos los argentinos. Nos despertamos con planes de participar en el Censo Nacional, y a poco de comenzar la mañana, recibimos como balde de agua helada la noticia de la muerte del ex presidente Néstor Kirchner. Una desgracia que enluta por igual a partidarios y opositores.
Su estilo claramente confrontativo y desestructurado, lo llevó poco a poco a dividir las aguas entre quienes simpatizan con modos menos ortodoxos de hacer política, y aquellos que lo ven como pernicioso e impropio de un primer mandatario.
Su rol siempre activo durante el actual gobierno de Cristina Kirchner también motivó apoyos y críticas. En épocas de severos enfrentamientos con diferentes grupos de poder enclavados en el “establishment”, se lo vio arengando desde las tribunas políticas a masas eufóricas que vitoreaban su discurso. Justo es decir que aquellos enfrentamientos tal vez pudieron ser evitados, o al menos morigerados, a fin de evitar confrontaciones extremas con quienes, en concentraciones similarmente masivas, se manifestaban en su contra. La historia juzgará todo aquello, y no este humilde redactor quien siquiera piense en hacerlo.
En materia ferroviaria es innegable que la administración de Néstor Kirchner puso en discusión nuevamente a la cuestión del ferrocarril. Cómo olvidar aquellos años donde después de tanto tiempo volvían a circular trenes emblemáticos como: el "Gran Capitán”, el “Rayo de Sol”, el “Estrella del Norte”, el “Santafecino”, el “Rosarino” el tren a Saladillo y Gral. Alvear, a Carmen de Patagones, etc. Se reabrían tímidamente viejos talleres ferroviarios como Tafí Viejo o Los Hornos. Demás está decir, que mucho de lo que se prometió no pasó nunca la categoría de promesa, y otras cosas que se comenzaron con muchos bríos perdieron impulso al poco tiempo.
Si se hubiera continuado en la reconstrucción ferroviaria con los mismos ímpetus con los que se arrancó allá por el 2003/4, seguramente hoy el panorama sería mucho más rico y satisfactorio para todos aquellos que amamos el tren. No sé bien por qué motivos (aunque tal vez los suponga) la “locomotora” de esos años iniciales fue perdiendo fuerza con el tiempo.
De todos modos, creo que si hacemos la comparación más lógica del mundo, que es la de ver de donde veníamos, la situación hoy ha mejorado.
Quedan toneladas de cosas por hacer, entre ellas planificar seriamente una política ferroviaria que se proponga enfrentar de lleno los intereses corporativos que hoy empantanan cada intento de avance del ferrocarril. Con la misma fuerza que Néstor enfrentó a sectores poderosísimos, dueños de una capacidad de "lobby” inconmensurable; es de esperar que lo haga Cristina con aquellos que en miras de sus intereses particulares ponen trabas durísimas al desarrollo del tren, condenando así a la muerte a miles de personas por año en accidentes de transito perfectamente evitables en las rutas del país.
Para finalizar, sólo quisiera manifestarle mis respetos a la familia del ex presidente Néstor Kirchner, y brindar todo mi apoyo a nuestra Presidenta para seguir adelante en este duro trance. Tengo la certeza que tiempos aun mejores nos aguardan a todos los argentinos en todos los ámbitos. Será cuestión de aprender de los errores, profundizar los aciertos, y nunca dejar de pensar con una visión de conjunto.