"El tren de pasajeros Concepción-Tucumán circulará en 2005, cuando concluya la recuperación de las vías", estimó el coordinador del ferrocarril Belgrano Cargas, León Monetti, informaba LA GACETA el 29 de septiembre de 2004. Será la primera etapa -y la más importante- de la reactivación del ramal que llega hasta Juan Bautista Alberdi. La obra, financiada por la Nación, es supervisada por la empresa ferroviaria y ejecutada por una firma que ganó la licitación, agregaba la nota. Hasta ahora, no se pudo concretar el emprendimiento. Veamos por qué.
Los primeros arreglos revelaron que faltaban unos 11.000 durmientes que habían sido robados, y que se debía refaccionar el puente de El Manantial: "hay 1.000 metros que arreglar allí", decía Pedro Mirassou, administrador de la empresa Zonis, a la que el Gobierno le había otorgado esas tareas. Otro puente destruido era el ubicado sobre el río Romano, en Monteros. Además era una constante -y hoy la situación no ha variado mayormente- el establecimiento de numerosas familias sobre las vías, en casas construidas con chapas. Esta situación se registra en 9 de Julio al 3.900 de esta capital y en las localidades de San Pablo, Lules, La Reducción, San Rafael, Famaillá, Monteros, Concepción y La Cocha. En algunas ex estaciones, además, hay casas de particulares construidas con ladrillos (en Famaillá una de ellas tiene dos plantas). Y finalmente, existe un tramo de 5 kilómetros de vías levantadas, en el paraje conocido como Kilómetro 99.
Todas estas situaciones, más la falta de financiamiento por parte de la Nación, hicieron que el proyecto naufragara. El gobernador José Alperovich había anunciado el 28 de marzo de 2006 que al año siguiente estaría funcionando el coche motor en el tramo Concepción-Tucumán (por un acuerdo con el gobierno de Néstor Kirchner), y que había ordenado a los intendentes del interior que resolvieran el problema de la gente estacionada sobre las vías. Nada de eso ocurrió y hoy los habitantes de pueblos y ciudades sureñas miran con nostalgia las desiertas vías y añoran el sonido agudo de la sirena del gigante de acero.(Fuente y foto: La Gaceta)