Nota de Opinión
Adrián Fernández (para Crónica Ferroviaria
Comenzó la clausura de algunos trenes de pasajeros de larga distancia. Y con eso, miles de personas se quedan sin servicios mientras que trabajadoras y trabajadores son despedidos. Sí, otra vez.
Conozco algunos ferroviarios que votaron al verdugo. Que lo votaron conscientes, eso digo. No sé si son muchos o pocos, no los conté, pero me dolió. Lo votaron por el odio al gobierno anterior y al anterior del anterior y al anterior de esos y, además, porque "peor no vamos a estar...", decían.
No los juzgo. Pero tampoco los entiendo. Capaz se bancan sin chistar quedarse de un día para el otro sin un salario depositado el primer día de cada mes, sin la obra social, sin el aguinaldo, sin las vacaciones pagas o sin los bonos salariales.
Inclusive capaz, hasta se bancan sin chistar dejar de llevar cientos de pasajeros a destino, despachar un tren a horario, garantizar el transporte de la carga, tener prolija la estación, dar información al usuario, conseguir repuestos para reparar trenes o cortar el tráfico en el paso a nivel para evitar accidentes. Pienso que también, capaz se bancan dejar un trabajo seguro y no volver a ver a sus compañeros para pasar a trabajar en negro, ser informal o ser monotributista.
Supongamos que votaron al verdugo aún sabiendo lo que se nos venía. ¿Habrán pensado en lo que se nos venía aunque sea una vez?. Me hago preguntas, pero no los juzgo, repito. Igual no los entiendo, eso digo.
No entiendo cómo les da lo mismo que el tren pase por pueblos y ciudades o que deje de pasar. No entiendo porqué no les importó que miles de personas que tomaban los pocos trenes que sobrevivieron a la devastación de los 90, se queden otra vez a pie, pagando cuatro o cinco veces más para viajar en micros destartalados e inseguros. Tampoco entiendo cómo no les importa que muchas familias se acercaran a los andenes para vender sanguchitos, bebidas, pasteles y otras cosas caseras, juntar unos mangos y regresar a la estación cuando pase el próximo tren. No estoy "romantizando" nuestro ferrocarril, que iba lento y con pocas frecuencias, estoy describiendo algo concreto que cualquier persona que haya viajado en los últimos años habrá visto también.
¿Cómo puede ser que hay laburantes que pasan por esta vida sin asumir siquiera el compromiso de ser leales a la memoria de los que dieron todo por nuestros trenes, y que ya no están para contarlo?. ¿Qué lugar ocupan la memoria y la consciencia en estos compañeros?
Hay algo que sí sé, porque me lo enseñaron en mi casa: algún día volverán los trenes que nos quitaron. De la devastación se vuelve, porque este es un país ferroviario. Una y otra vez los buenos ferroviarios y los buenos pueblos realizarán la hazaña. Pero los gobiernos devastadores y sus cómplices serán olvidados, como se olvidan a los cobardes.
Nadie que vota a consciencia al verdugo podrá sentir jamás la emoción, únicamente reservada a los apasionados, a quienes aman lo que hacen porque lo que hacen es una acción colectiva. ¿O alguien duda de que ser ferroviario es un laburo colectivo, grupal, que piensa y actúa para otros?. Se la pierden. No se vuelve de la traición ni de la falta de consciencia.
Perdón, porque escribo estas palabras desde mi más profunda tristeza. Algún día volverán los trenes, eso digo. Que lo recuerden los memoriosos, que lo disfruten los apasionados y que se resignen los que hoy justifican otro ferrocidio o miran para otro lado.