Informe especial
Desde
las primeras estaciones de la Línea A hasta la actualidad, los métodos fueron
cambiando para reducir el impacto ambiental.
Con
la inauguración del subte en 1913, Argentina fue pionera en Hispanoamérica en
ofrecer un medio de transporte rápido e imperceptible a los ojos de los
transeúntes, salvo por unas ligeras vibraciones en la superficie.
Esta
innovación, impulsada por el espíritu de la Argentina del Centenario, tuvo un
impacto inmenso sobre toda la ciudad, tanto por los cambios fisonómicos que
generó como por la significación que adquirió para la gente de la época.
Pero
desde aquel entonces, en el que las grandes obras realizadas a cielo abierto
despertaban la curiosidad de los vecinos que se acercaban a mirar, las técnicas
de construcción fueron cambiando, fundamentalmente para reducir el impacto
ambiental.
A
continuación te contamos cómo fueron evolucionando los procedimientos y las
ventajas de cada uno.
Un
viaje subterráneo
En
zonas densamente urbanizadas y pobladas como Buenos Aires, el subte cuenta con
una ventaja fundamental que es la de correr bajo tierra. De esta manera,
permite unir puntos alejados de la ciudad, hacer el viaje mucho más rápido y
reducir las consecuencias negativas en el medio ambiente.
Afortunadamente,
el suelo de la ciudad presenta muy buenas condiciones de estabilidad que
facilitan la excavación, un trabajo en el que se utiliza una gran cantidad de
mano de obra y mecanización parcial, con herramientas neumáticas y máquinas
excavadoras.
Diferentes
procedimientos de construcción
A
cielo abierto / cut and cover
A
principios del siglo XX, para construir la línea A, la más antigua de la red,
se cortó el tránsito íntegramente entre Plaza de Mayo y Plaza Miserere.
Este
método, denominado a cielo abierto, fue el primero en ser implementado. Si bien
es el más rápido y el más económico, tiene un impacto muy negativo sobre la
circulación vehicular, requiere romper el pavimento para poder cavar los pozos,
y afecta a los comerciantes de la zona durante el período de ejecución de la
obra.
Por
eso, desde la década de 1930 se avanzó en otras técnicas menos perturbadoras de
la vida urbana.
Con
el correr del tiempo, se implementó la variación cut and cover, que trabaja por
mitades: se corta parte de la calle, se cava el pozo, se colocan los pilotes y,
una vez que se construye la losa superior, se reabre el tránsito y se trabaja
del otro lado. Luego, las obras continúan de forma subterránea, con escaso
impacto en la superficie.
En
caverna
El
método cut and cover permite trabajar a nivel más superficial: hasta 6 metros
de distancia entre la calle y el andén aproximadamente. Pero ocurre que, muchas
veces, es necesario hacerlo a mayor profundidad, por la interferencia de otras
líneas o servicios públicos.
Por
eso, desde hace tiempo, comenzó a implementarse el método en caverna, más
beneficioso a nivel ambiental, ya que la obra se ejecuta íntegramente debajo de
la superficie.
Más
allá del paso del tiempo, las modalidades a emplear dependen de las características
del suelo a fundir, el emplazamiento de otras líneas anteriores y la
interferencia con servicios públicos, entre otros condicionantes.
¡Lo
que se viene!
Actualmente,
la red de subte cuenta con 60 km distribuidos en seis líneas, y trabajamos en el
estudio, el diseño y la ejecución de nuevos planes para mejorar las líneas
existentes y expandir la red, siempre con la innovación y las nuevas
tecnologías como bandera.
De
esta manera, seguimos trabajando para mejorar la calidad de vida de las
personas, brindando un servicio confortable y seguro, que cambie la manera de
moverse en la ciudad. Fuente:
SBASE