Exterior
Un paseo hasta Aguas Calientes suave, sin pendiente y un verdadero festín para la vista junto al río Vilcanota y los gigantes macizos verdes que lo protegen
Las primeras referencias descubiertas sobre visitantes en Machu Picchu señalan que el agricultor cuzqueño Agustín Lizárraga estuvo en las ruinas el 14 de julio de 1902, guiando a una excursión de otros tres peruanos.? Pero no fue la primera vez estuvo allí, otros datos sugieren que Lizárraga se dedicaba a mostrar la ciudadela inca a ‘visitantes’ y había estado en 1894 con otro ‘turista’.
Pero la difusión a nivel mundial del lugar no comenzó hasta que Hiram Bingham, un profesor estadounidense de historia interesado en encontrar los últimos reductos incas de Vilcabamba, oyó hablar de las historias del guía Lizárraga. Gracias a contactos locales, consiguió ser conducido hasta el Machu Picchu en 1911 por otro agricultor, Melchor Arteaga.
Los caminos salvajes –que siguieron en su día los agricultores, los curiosos y el historiador para llegar hasta el Santuario Histórico Peruano– nada tienen que ver con los accesos que existen hoy en día. Con la popularización y posterior turistificación de Machu Picchu, se crearon infraestructuras para poder llegar con relativa facilidad tanto a la ciudadela como al pueblo a los pies de las ruinas, Aguas Calientes.
Por las vías hasta Machu Picchu pueblo
Acercarse hasta el pueblo a los pies de este Patrimonio de la Humanidad no es posible por carretera; el punto más cercano al que se puede llegar en vehículo es la conocida Estación Hidroeléctrica de Machu Picchu, a 10 kilómetros de Aguas Calientes. Allí el turista debe elegir la forma de llegar hasta el pueblo, en tren o la opción más barata y muy recomendable: caminar por una espectacular ruta por las vías del tren.
Se trata de un precioso camino de unas tres horas junto a las vías del propio ferrocarril que llega a Aguas Calientes. Un paseo suave, sin pendiente y un verdadero festín para la vista junto al río Vilcanota y los gigantes macizos verdes que lo protegen.
Esta caminata permite observar toda la majestuosidad del paisaje con toda la tranquilidad, sin las ventanas ni la rapidez que el tren conlleva. Además, hay que estar atento ya que en un punto de esta ruta es posible observar las terrazas y los muros de Machu Picchu.
A lo largo del precioso camino entre los verdes valles y el río abunda la flora y fauna. Se puede vislumbrar la variedad de orquídeas y, si hay suerte, ver algún oso hormiguero en su hábitat natural.
Cuidado con el tren
Aunque no existe mayor peligro durante el camino, no podemos olvidar que esta ruta se realiza al lado de la vía ferroviaria –en uso– que conecta con Aguas Calientes, sirviendo para el transporte de pasajeros y mercancías. Aunque sea prácticamente imposible no darse cuenta de que viene el tren por su voluminosidad y las señales acústicas, debemos tener cuidado en todo momento.
Que la ruta sea por las vías también permite disfrutar de túneles mágicos y pasos sobre el río por raíles, perfectos para fotografiar.ElConfidencial.com