Actualidad
El Estado nacional y la Municipalidad de la ciudad de Córdoba celebraron un convenio para la utilización de los predios de los ferrocarriles argentinos situados en barrio Talleres y en Alta Córdoba.
El mazazo que en la década de 1990 el Gobierno nacional propinó a la red de comunicación más importante del país no sólo acabó con pequeños conglomerados urbanos a los que envió sin pasaje de vuelta a un viaje sin destino.
El acuerdo actual cede al municipio terrenos que eran ocupados por los “talleres ferroviarios” y se emplazan en una zona populosa de la ciudad.
Es auspicioso que la sede del Concejo Deliberante se instale en este espacio, porque es en ese órgano donde perviven todas las expresiones de los vecinos de la ciudad, en una genuina expresión democrática como un modo de replicar la esencia del lugar donde el ferrocarril tiene algo que decir.
Los “talleres ferroviarios” poseen una rica historia de identidad en la zona, que sin duda es necesario trasladar a las nuevas generaciones.
Así puede encontrarse un edificio de rica arquitectura, donde se desarrollaban las tareas administrativas, galpones de guardado, talleres de reparación, en los que obreros competentes recomponían el material ferroviario averiado. Hoy sobrevive como un espacio enorme que es un sitio de recitales.
No es casual que la zona tuviera un enlace, a través de un largo corredor, que la vinculaba con barrio Pueyrredón o barrio Inglés (llamado así por los empleados y obreros ingleses ferroviarios allí asentados), lo que la transformó en un gran centro de influencia.
Agréguese a ello, en el espacio referido, la existencia de escuelas públicas, de la Nación y de la Provincia, donde han forjado su futuro muchos cordobeses, una pluralidad de orígenes –polacos, armenios, italianos, españoles, judíos–, un plan de viviendas del Banco Hipotecario, lo que implicó una estructura urbana moderna para la zona.
Sería esperanzador que las autoridades municipales ponderaran crear un espacio para resguardar la historia local del ferrocarril. De hacerlo, habrá muchas memorias activadas dispuestas a enriquecer no sólo la historia cotidiana y la memoria colectiva, sino también, desde ese sitio, a propiciar un mejor conocimiento del ferrocarril.
Los centros vecinales de los barrios que convergen, los jubilados, los docentes, los memoriosos de la zona tendrán mucho que contar para afianzar no sólo la identidad cultural del área, sino también para que la ponderación del ferrocarril alcance su real valía.
Tal vez, alguien pueda sorprender contando la historia de un empleado que trabajó como ingeniero en el Tren a las Nubes y recaló en Córdoba, o de otro que sobrevivió al terremoto de San Juan, o cómo el traqueteo tranquilizador de los trenes adormecía a los pasajeros, o el refinamiento que se respiraba en el coche comedor de los trenes de larga distancia, y muchas historias que darán una nueva perspectiva a la mirada sobre el destino de los ferrocarriles. Nos lo merecemos y se lo debemos a las nuevas generaciones.LaVoz.com
El Estado nacional y la Municipalidad de la ciudad de Córdoba celebraron un convenio para la utilización de los predios de los ferrocarriles argentinos situados en barrio Talleres y en Alta Córdoba.
El mazazo que en la década de 1990 el Gobierno nacional propinó a la red de comunicación más importante del país no sólo acabó con pequeños conglomerados urbanos a los que envió sin pasaje de vuelta a un viaje sin destino.
El acuerdo actual cede al municipio terrenos que eran ocupados por los “talleres ferroviarios” y se emplazan en una zona populosa de la ciudad.
Es auspicioso que la sede del Concejo Deliberante se instale en este espacio, porque es en ese órgano donde perviven todas las expresiones de los vecinos de la ciudad, en una genuina expresión democrática como un modo de replicar la esencia del lugar donde el ferrocarril tiene algo que decir.
Los “talleres ferroviarios” poseen una rica historia de identidad en la zona, que sin duda es necesario trasladar a las nuevas generaciones.
Así puede encontrarse un edificio de rica arquitectura, donde se desarrollaban las tareas administrativas, galpones de guardado, talleres de reparación, en los que obreros competentes recomponían el material ferroviario averiado. Hoy sobrevive como un espacio enorme que es un sitio de recitales.
No es casual que la zona tuviera un enlace, a través de un largo corredor, que la vinculaba con barrio Pueyrredón o barrio Inglés (llamado así por los empleados y obreros ingleses ferroviarios allí asentados), lo que la transformó en un gran centro de influencia.
Agréguese a ello, en el espacio referido, la existencia de escuelas públicas, de la Nación y de la Provincia, donde han forjado su futuro muchos cordobeses, una pluralidad de orígenes –polacos, armenios, italianos, españoles, judíos–, un plan de viviendas del Banco Hipotecario, lo que implicó una estructura urbana moderna para la zona.
Sería esperanzador que las autoridades municipales ponderaran crear un espacio para resguardar la historia local del ferrocarril. De hacerlo, habrá muchas memorias activadas dispuestas a enriquecer no sólo la historia cotidiana y la memoria colectiva, sino también, desde ese sitio, a propiciar un mejor conocimiento del ferrocarril.
Los centros vecinales de los barrios que convergen, los jubilados, los docentes, los memoriosos de la zona tendrán mucho que contar para afianzar no sólo la identidad cultural del área, sino también para que la ponderación del ferrocarril alcance su real valía.
Tal vez, alguien pueda sorprender contando la historia de un empleado que trabajó como ingeniero en el Tren a las Nubes y recaló en Córdoba, o de otro que sobrevivió al terremoto de San Juan, o cómo el traqueteo tranquilizador de los trenes adormecía a los pasajeros, o el refinamiento que se respiraba en el coche comedor de los trenes de larga distancia, y muchas historias que darán una nueva perspectiva a la mirada sobre el destino de los ferrocarriles. Nos lo merecemos y se lo debemos a las nuevas generaciones.LaVoz.com
Excelente comentario para los que llevamos al FFCC en la sangre. Siempre intereses economicos personales y politicos por fuera del ferrocarril son los culpables del intento de extinguirlo
ResponderEliminarTodo muy lindó pero nadie piensa en las 120 familias que viven de los talleres ferroviarios único de la línea Belgrano Carga empleados con mas de 40 años de servicios toda una vida por Dios piensen en estos trabajadores. Jorge H. González
ResponderEliminar