Allá cuando en la década del 90 al país lo gobernaba el menemismo, quien fue el artífice de realizar un proceso de transformación de las empresas públicas privatizándolas, entre ellas los ferrocarriles (no voy a explayarme sobre el desastre que ocurrió posteriormente porque ya lo hice en varios de mis artículos de opinión), en el año 1996 se creó un ente autárquico dependiente de la Secretaría de Transporte de la Nación, que llamaron Comisión Nacional de Regulación del Transporte (C.N.R.T.).
Dicha Comisión tiene como objetivo: controlar, fiscalizar y habilitar vehículos afectados al transporte de pasajeros y cargas. En lo que se refiere al servicio del transporte ferroviario, debe aplicar y hacer cumplir los contratos de concesión del transporte de trenes metropolitanos, de larga distancia y cargas; controlar la cantidad y calidad de la oferta de servicios, fiscalizar la ejecución de los programas de mantenimiento de estaciones y material ferroviario; controlar el cumplimiento del programa de inversiones acordado en los contratos de concesión; intervenir en la investigación de accidentes y vigilar el cumplimiento de las normas de seguridad ferroviaria, todo eso en función y la protección de los derechos de los usuarios.Observando todos los acontecimientos sucedidos últimamente, más las constantes denuncias (con fotografías) que venimos publicando en Crónica Ferroviaria desde hace casi 5 años sobre el medio de transporte ferroviario, creo, debido a todos los accidentes (choque de trenes), descarrilos de formaciones, y el estado calamitoso del material rodante y tractivo que tiene una antigüedad, en su mayoría, de más de 40 años, entre otros, no observamos que la CNRT haya puesto énfasis para controlar y vigilar el cumplimiento de las normas establecidas, sino que vino corriendo detrás de los sucesos.
Sin ir muy lejos, el accidente del choque de trenes ocurrido entre las estaciones San Miguel y José C. Paz de la Línea San Martín entre una formación de la empresa Ugofe y otra de Ferrobaires donde se tuvo que lamentar la muerte de 4 personas y heridas a decenas de pasajeros, desnuda y deja al descubierto las falencias de la CNRT, cuando se entera de que la mayoría de las locomotoras prestaban servicio con el sistema de freno hombre Hombre Muerto anulado, o que las formaciones de la empresa provincial y de otros ferrocarriles, corrían trenes con menos del 40% de freno. Recién ahí, después del luctuoso hecho, puso énfasis en controlar.
Por eso, creo que la CNRT, como la mayoría de los entes reguladores de las empresas privatizadas, reaccionan cuando los hechos ocurren; anticiparse a ellos, pareciese ser una utopía.