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7 de septiembre de 2020

Comodoro Rivadavia: Las tías de Km. 5 recrean la historia en la antigua Estación Talleres

Historias Ferroviarias

Con vestimenta de la época, sonidos que son una invitación al pasado y vivencias propias, un grupo de mujeres hace 10 años vuelve al pasado para recrear la historia del ferrocarril, sus viajes y lo que significó para todo una ciudad, y en especial un barrio. Historia de nostalgia, pandemia y recuerdos, un viaje de ida a través de la huella del tren.

Raquel Torres aún recuerda ese día que se bajó de su auto frente a un grupo de jubilados vestida con ropa de la época del 30. “Llegué con mi auto, me bajé con un sombrero con flores en la cabeza, guantes y les dije a los abuelos: ‘Buenas tardes, mi nombre es Raquel, los voy a llevar a un paseo imaginario. Los voy a llevar a los años 30’ y a ellos les pareció simpático”, dice sobre ese día que comenzó una aventura que cumple una década de actividad.


Era el año 2010 y nadie imaginaba que esa sería la primera intervención de un grupo de mujeres, integrantes de la Asociación Detrás del Puente, que decidieron recrear la historia que Comodoro, y puntualmente Kilómetro 5, tiene con el tren que unió la ciudad con Sarmiento y los campamentos petroleros; una vía de comunicación que tuvo su último paso en 1978, cuando las vías comenzaron a ser nostalgia y pasado.

Ellas son Sinegcia Gonzalez, Raquel Torres, Mabel Jensen, Celia Guerreiro e Itala Condina, vecinas del barrio de zona norte que se encargan de mantener viva la llama de la historia y contagiar a las nuevas generaciones, el principal reto de esta aventura.

El comienzo de todo 

Cuenta Raquel a ADNSUR que un grupo del Centro de Jubilados de Kilómetro 3 fueron los primeros invitados por iniciativa de vecinas de Kilómetro 5. Ese día la recorrida culminó con un té en el Centro de Promoción Barrial a donde Raquel llegó con su auto.


La mujer recuerda que fue una tarde única. Además de Torres también participaron Mabel Jensen, Viola de Narvaez, Raquel Pérez, entre otras mujeres.

Desde entonces, el grupo de tías, con algunas nuevas integrantes y otras que ya no están, recrea la historia del ferrocarril, una iniciativa que se sumó a la propuesta de Turistas por un Día; actividad municipal de recuperación histórica y difusión de los atractivos de Comodoro.

Las tías se han vuelto parte de los atractivos ferroviarios, pero no solo en la Estación Talleres de Kilómetro 5, sino también en otros eventos, como cuando se colocó la réplica del reloj que tenía la Estación Central, sitio donde funciona el Museo Ferroportuario; la Feria de las Colectividades Extranjeras o la Expo Turismo en el Predio Ferial. “Como dicen las chicos fue un golazo”, dice Torres entre risas.

Volver al pasado 

La iniciativa forma parte de las actividades de la Asociación Detrás del Puente, una entidad que inició en 2006, luego del centenario de Kilómetro 5, por iniciativa de Torres y otro grupo de personas que quisieron recuperar la historia del barrio.


Su objetivo, como dice Lia Navarro, otra integrante de la entidad, es que sean un puente entre el patrimonio y la comunidad y le den valor a esos edificios que tienen un importante sello pero hoy carecen de funcionamiento. “Esto es la posibilidad de que la gente se imagine como era la vida de esos bienes patrimoniales que están todos cerrados y que en 13 años de gestión no hemos podido lograr abrirlos para uso actuales y necesarios de la población de Kilómetro 5. Se nos hace muy difícil crear conciencia sobre el patrimonio en edificios donde las nuevas generaciones no han vivido, no tienen experiencias y nos han creado recuerdos. Entonces el rol que tienen las tías es fundamental, porque desde la simpatía, las anécdotas propias y desde la emoción permiten darle valor al pasado”, indica.

Las tías de Kilómetro 5, que llegaron en barco de otros países y nunca se fueron, recrean una época en que funcionaba el kiosco de Roblerito, el diariero del barrio que además vendía golosinas; y la llegada del tren a la Estación Talleres. Está tan bien pensada la idea que con sonido ambiente se escucha el arribo de la locomotora y la voz de un guarda que anuncia la llegada del tren.

Sin duda trata de una actividad que mezcla la nostalgia y la pasión por el barrio, algo que sabe bien Torres, quien vive en el sector desde que tenía 3 meses, cuando su papá recibió de YPF una casa.

“Me crié en barrio Cemento hasta los 11 años y ahí me fui a Azcuénaga. Ahí salí vestida de novia, casada”, recuerda entre risas. “Yo soy fanática, me encanta la historia y contarla a los chicos, porque este pueblo debería ser premiado como lugar histórico. Ahora no podemos hacer nada porque somos todos personas de riesgo, pero seguimos haciendo trámites por la gamela, por el lanchón que ya se quemó el 50% y la pasarela que ya se cayó. Los viejos vivimos de nostalgia”, admite.

Mabel Jensen siente lo mismo que Raquel. En su caso nació en Bariloche y toda la vida estuvo ligada al ferrocarril a través del trabajo de su padre. Vivió en Esquel e Ingeniero Jacobacci, otros pueblos con historia ferroviaria, y en la década del 90, cuando el sistema de trenes en la patagonia ya era parte del pasado, se mudó a Comodoro tras los pasos de su hija, que vino a estudiar a la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.

“Me acuerdo que papá salía a las cuatro de la mañana a auxiliar una máquina. Él era el encargado de las máquinas en Bariloche y después cuando tenía 11 años lo trasladaron a La Trochita, Esquel. Yo he contado mi historia en Turismo por un Día, porque al tener papá ferroviario teníamos un pasaje en camarote por año y esos viajes no puedo explicarlos. Íbamos de Bariloche a Buenos Aires y mamá llevaba para el desayuno café con leche condensada, era algo único”.

Mabel admite que recrear la historia del tren es algo muy profundo, divertido y de mucha nostalgia. “A la gente le encanta y le gusta escuchar cuando vos le contás historia vivida. No es un cuentito, es lo que vivimos en nuestra infancia, nuestra adolescencia. En mi caso a través de un papá ferroviario, es la historia viva de uno”, sentencia, esperando que pronto puedan volver a caracterizarse y seguir transmitiendo la historia de una época dorada de la ciudad que se debe recuperar. ADNSur.com

9 de marzo de 2020

Historia de amor y tragedia en las vías del ferrocarril en Comodoro Rivadavia (Chubut)

Historia Ferroviaria

En Comodoro Rivadavia el tren fue parte del paisaje y el vivir de la comunidad. En algunos barrios, como Kilómetro 5, aún se pueden ver aquellos lugares que eran parte del sistema ferroviario, mientras que el viejo tren descansa en el patio interno del Museo Ferroportuario y la autovía solo es un recuerdo en fotos. La vida sobre rieles, historias de amor y tragedia que se suscitaron en un Comodoro distinto, de antaño, y que un grupo de mujeres recuerda, revalorizando aquellos días caracterizadas como damas de la época.

“Hubo muchas parejas que se formaron a partir de conocerse acá, de viajar en tren en la autovía hasta Comodoro donde trabajaban”, dice Celia Guerreiro, una vecina de Kilómetro 5 que conoció a su marido en el barrio y que aún recuerda con nostalgia y alegría la autovía que unió el Comodoro de antaño.


Celia junto a un grupo de personas que integran la Asociación Detrás del Puente intentan darle valor a la historia ferroviaria de Kilómetro 5, donde ahora se quiere recuperar la vieja Estación Talleres, que estuvo muchos años abandonada, para construir una biblioteca y darles un lugar de contención a los niños y seguir con esta tarea de revalorizar el patrimonio y la historia.

Es que quizás, muchas de las personas que lean esta crónica, y muchos vecinos que viven hacen décadas en la pujante Comodoro Rivadavia, desconocen que la ciudad tiene una historia ferroviaria con dos tipos históricos trayectos: el tren que unía Sarmiento con esta ciudad, y la autovía que viajaba desde Rada Tilly hasta los barrios de zona norte.

Una obra de años

Cuenta la historia de la antigua ciudad que todo comenzó en 1896 cuando el perito Francisco Moreno propuso la creación de un ferrocarril desde el lugar que luego se convertiría en Comodoro Rivadavia.

Luego de muchas gestiones y estudios, la fundación pueblo y el descubrimiento del petróleo, el sueño de Moreno se hizo realidad y el 27 de enero de 1910 llegó a la ciudad el ingeniero Alberto Schneider, director general de ferrocarriles patagónicos, acompañado por el ingeniero Guido Jacobacci, director del área, y el ingeniero Alberto Schawartz, director en el ramal Comodoro – Lago Buenos Aires, para poder manos a la obra, indica el libro “Aventuras sobre rieles patagónicos” de Alejandro Aguado.


Desde entonces todo avanzó rápidamente y el 7 de abril de 1910, a cinco kilómetros del pueblo, desembarcó el vapor Mendoza los 5000 durmientes y a 350 operarios para darle inicio a la construcción del ramal. Un día después se inició la obra que estuvo a cargo de la Dirección General de Vías de Comunicación del Ministerio de Obras Públicas. 

Los trabajaron avanzaron rápidamente y el 28 de octubre circuló la primera locomotora, y menos de 15 días después, con la asistencia de pobladores y autoridades, recorrió los primeros 15 kilómetros, dando inició a esa gran historia.

La historia cuenta que luego de esa primera prueba fue todo avance. Un año después se realizó el primer transporte de ganado y el 25 de mayo de 1914 se inauguró la estación Colonia Sarmiento, haciendo circular una locomotora.

Meses después recién, por disposición del Ministerio de Obras Públicas se colocó nombres a las estaciones del ramal: Comodoro Rivadavia, Talleres, Escalante, Pampa del Castillo, Holdich, Cañadón Lagarto, Valle Hermoso, Parada Km 164, Colhué Huapi y Colonia Sarmiento.

El crecimiento del tren

El tren fue todo un éxito en una zona en crecimiento y alejada de las grandes ciudades. En la década del 20 las autoridades decidieron construir otro ramal que sería fundamental para la vida social de la ciudad y que se sumó a los ramales del puerto y al empalme Astra. Se trataba del ramal que viajaba hasta Rada Tilly.

Los documentos de la época dicen que el mismo inicialmente se construyó para la provisión de ripio en una cantera, pero durante el gobierno de Juan Domingo Perón se extendió hasta la estación Rada Tillly.

Durante ese gobierno también se nacionalizó el sistema ferroviario argentino. Para ese entonces, la zona de Comodoro Rivadavia contaba con una importante cantidad de locomotoras, “morochas” como las llamaban los empleados, y se incorporaron los primeros coches motor: Drewry, más conocidos como chanchita, que transportaba 24 pasajeros y era utilizados para el transporte urbano de Comodoro; otros del mismo modelo modificados que eran utilizados como coches frigoríficos y los Ganz.

Ese ramal que recuerda Celia funcionó hasta 1953, cuando se produjo uno de los accidentes más graves de la historia de la ciudad

La Tragedia de Punta Piedra

El domingo 15 de febrero de 1953 fue un día de calor, ideal para disfrutar del mar. El coche motor 52 regresaba de la playa 99 con 75 pasajeros cuando al tomar una curva de trocha angosta descarrilló.


La máquina iba a exceso de velocidad y la gente quedó atrapada entre los asientos. El desenlace fue fatal: un total de 36 muertos.

Un camionero que llegó al lugar del accidente fue el primero en auxiliar a los heridos junto a quienes disfrutaban del día de playa en el sector.

Los heridos quedaron internados en el Hospital Municipal de Comodoro, el Hospital de Astra, el sanatorio Napolitani, mientras que quienes no sufrieron heridas de consideración pudieron volver a sus domicilios.

El diario Rivadavia en su edición del día después publicó: “Volcó el Coche Motor: 23 muertos y 47 heridos”, aunque el número de víctimas luego aumentó.

Ramón Jesús Míguez, un hombre que vio el momento del accidente, contó a esa diario la terrible escena: “Fue algo terrible: el coche estaba con las ruedas para arriba. Había gentes (Sic) que permanecían con los cuerpos apretados por los asientos, debatiéndose en medio de una gritería que hacia enmudecer, que paralizaba de toda acción”.

El fin de una época

Luego del accidente el ramal Rada Tilly fue clausurado para siempre. Nadie pensaba que ese hecho sería el inicio del ocaso del transporte más importante que tuvo la región durante la primera mitad del siglo XX.

Todo terminó el 22 de enero de 1978, cuando el último tren llegó a la estación de Comodoro Rivadavia. Un año antes el gobierno militar había determinado por decreto eliminar el ramal, abandonando las instalaciones y todo lo que conllevó su funcionamiento.

Es que el tren no solo fue transporte de carga y pasajeros, sino también la identidad de un barrio, el motor que permitió mantener vínculos familiares, amistades y dar sobre trabajo, desde el conductor hasta el foguista y el guarda en la máquina, hasta el jefe de estación, los empleados de los talleres y hasta el kiosco de don Robledo, una figura emblemática para quienes recuerdan esa hermosa época en Kilómetro 5.ADNSur.com