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6 de junio de 2011

JUJUY: ABANDONO EN LA ESTACIÓN DE TRENES DE LA QUIACA

Mientras tanto, los habitantes norteños padecen de un transporte automotor deficiente y con tarifas abusivas.

A casi veintiún años del cierre del ferrocarril en el país, una medida que dejó no solo obreros en la calle, sino también pueblos incomunicados y deprimidos, como La Quiaca y tantos otros de la Puna y Quebrada. Con la llegada del tren nace y vive la ciudad fronteriza. Su llegada se produce en 1907 adornado con banderas argentinas y bolivianas, siendo sus exclusivos pasajeros técnicos y empresarios políticos de la época.


Según cuentan durante los primeros viajes los vagones cargueros venían repletos de cereales en grano, harinas y grasas. Mientras tanto, volvían al sur con minerales y braceros para la zafra de los ingenios azucareros asentados en Jujuy y Salta. Con el transcurrir del tiempo fueron incorporándose servicios semanales utilizados por toda la población. Para la época este tipo de transporte resultaba seguro y cómodo comparado al transito en mula, burro o llama. Sin embargo el viajero se exponía a vientos, tormentas y hasta el pillaje de forasteros. Quien no recuerda hoy como bandoleros yanquis se robaron la remesa en peso oro de la empresa Minera Aramayo-Patiño, a la altura de la localidad boliviana de Tupiza, plasmada luego al cine. Luego con la construcción de la ruta 9 el uso del tren quedó reducido al traslado de los pobladores más humildes.

Cuando Perón nacionalizó los ferrocarriles en 1947, éstos ya tenían problemas de maquinarias y administrativos. Por entonces defendió los ramales estatales y adquirió los que estaban en manos privadas. Proceso contrario promovió el ex presidente Carlos Menem que los cerró durante la década del 90. La escasa reacción popular a la medida y las posteriores varias promesas reactivadoras aún no llegaron a concretarse. Aquel día, miles de familias quedaron desmembradas porque perdieron su fuente de trabajo, innumerables pueblos aislados a la vera de la ruta nacional 9, muchos de ellos perdieron su identidad acrecentándose la incomunicación y la desigualdad social. Hoy el abandono y deterioro de terrenos ferroviarios, vías y estaciones (nuestro patrimonio), son "recuperados" por organizaciones sociales.

Sin duda, la desventaja de no contar con una opción de transporte económica, segura y ecológica son algunos de los males que dejó el cierre del ramal ferroviario entre La Quiaca-Jujuy. Las consecuencias que sufrimos hoy los habitantes norteños es un transporte automotor deficiente y con tarifas abusivas como única opción para el traslado de pasajeros hacia la capital u otros destinos. Un elevado costo del flete en el transporte de carga por camión que influye directamente en los productos de primera necesidad, cuando la ultima maquina partió de La Quiaca provocó en la gente desesperanza porque con el tren murieron caminos y sueños. Así lo atestiguan dos generaciones de quiaqueños que miran la estación recordando otros tiempos.(Fuente y foto: El Tribuno)

EN RESPUESTA DE LA NOTA DEL SEÑOR LORENZO PEPE

Cartas de Lectores

Señor Director:

Con relación a la nota de respuesta del señor Lorenzo Pepe, en primer lugar quiero destacar que mi nota original en ningún momento “acusa” expresamente a dicho señor sobre supuestas “confabulaciones”, sino que plantea un hecho real y que nadie puede negar: la universidad por Ley 26321 tiene el aval para ocupar el terreno y la actitud de la gente de la universidad ha sido casi soberbia para con la gente de Ferroclub. Al respecto lo invito que vaya al predio y hable con la gente que trabaja ahí para ponerse al tanto de la situación que han vivido en ese lugar. Y el señor Pepe que ha participado en la creación de la misma (lo señala en su nota de respuesta), se supone que tiene la suficiente autoridad o consideración para normalizar o al menos interceder en la situación.

Respecto a su relación con la creación de esa ley, claramente en la nota pongo: "… que según parece ha sido uno de los impulsores de la nombrada Ley”. Esto lejos de ser una acusación, es plantear una suposición de lo que mucha gente comenta en el ambiente, dejándole al señor Pepe la posibilidad por este mismo medio de aclararlo. En todo caso lo estoy poniendo al tanto de lo que mucha gente cree, como para que aclare la situación.

Por otro lado, el señor Pepe de forma ofensiva hacia mi persona con relación a mi apellido, que llevo con orgullo por haberlo heredado de mi padre que en 1955 tuvo que sufrir hasta simulacros de fusilamiento por formar parte de una fuerza leal al general Perón, pero que una vez superado siguió viviendo su vida sin subirse a un pedestal, señala que mezclo las cosas para mi conveniencia. Sobre el particular, lamento comunicarle que no existe tal conveniencia porque no tengo absolutamente interés creado en ninguna asociación.

Sobre “su compromiso” con los ferrocarriles, no voy a hacer comentarios porque sobre el tema tengo mi opinión personal y me parece innecesario andar ventilando la misma.

Por lo que el señor Pepe señala, tiene conocimiento del conflicto, de modo que lo mínimo de esperar es que “como persona comprometida con el ferrocarril” por lo menos atienda a la gente de Ferroclub ante sus inquietudes. Y no sólo lo digo por Ferroclub, sino por la futura operatividad del lugar para servicios regionales y de larga distancia. Quiero imaginar que el señor Pepe tiene pleno conocimiento de las intrusiones en otros posibles lugares para armar talleres o lugares de alistamiento del Ferrocarril Urquiza, como Lacroze o Martín Coronado, donde creo yo que la situación ya es irreversible. Y al respecto, me permito responder a uno de los comentarios de un anónimo que plantea la opción “UNIVERSIDADES Ó VIEJAS VAPORERAS” como si reviviéramos viejas antinomias. Y nada mas equivocado, porque debe haber lugar para todo: para las universidades y para el ferrocarril. Porque, como bien dice el señor Pepe en su nota referenciando a humildes jóvenes que en bicicleta van a la universidad, también debemos reconocer a miles de argentinos que tienen derecho a subir a un tren, que tal vez es lo único de que pueden disponer, para tener una conexión con las ciudades.

Le aclaro al señor Pepe que lo de “Funcionario Importante” corre por su cuenta, porque en la Subsecretaría de Transporte Ferroviario hay un equipo de gente (técnica, como en mi caso) que intenta día a día hacer algo positivo por nuestro ferrocarril. De modo que nadie es importante, ni nadie se cree “estrella”.

De ninguna manera hubo agravio. Solamente se ha planteado una situación que es real. En todo caso el único agravio que percibo es del señor Pepe hacia mi persona y machacando con mi apellido. No hay mofa hacia los trabajadores porque pudieran quedarse con sus casas, que encima las pagaron, solamente mi expresión de deseo era que la misma efectividad que tuvo para con esa gente, que con todo derecho ha logrado su vivienda, la tuviera para el ferrocarril. Ferrocarril que en los noventa sufrió el tiro de gracia en nombre de una “modernidad” que nos ha dejado en la situación que vivimos hoy: decenas de miles de kilómetros de vías abandonados y saqueados, centenares de locomotoras, coches, vagones y equipos coche motor canibalizados, infinidad de pueblos aislados no sólo a nivel de servicios de pasajeros, sino también de encomiendas y cargas, puertos argentinos de operación carísima por tener que operar con camiones.

Todo esto producto de un gran festín liberal del cual muchos han formado parte. Y del cual, orgullosamente puedo decir que no he participado. Porque yo, Daniel Campana, siendo un simple "perejil", o si le gusta mas al señor Pepe un "Cuatro de Copas", o mejor para seguir sus burlas: un tipo que no suena para nada, tuve la dignidad (que muchos “alineados” no tuvieron) de negarle el saludo en la cara a tal vez uno de los políticos mas poderosos que en esos momentos había. Y lo hice como persona comprometida con un ferrocarril al que en esos años gran parte de los “funcionarios importantes” llevaron a la agonía. Saludos.
Daniel Campana
danielmcampana@hotmail.com