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5 de febrero de 2018

Mendoza: Museo Ferroviario Godoy Cruz: un 'santuario' del ferrocarril

Museos Ferroviarios

Este espacio ubicado en la antigua estación Benegas, busca preservar el rico patrimonio del medio de transporte más emblemático para la provincia.


A través de su extensa red ferroviaria, desarrollada entre mediados del siglo XIX y la década de 1960, Argentina sentó las bases de su desarrollo económico con la evolución de las economías regionales y la integración nacional de sus habitantes, así como el nacimiento y crecimiento de miles de pequeños pueblos cuyo único medio de transporte lo constituía el tren. Y Mendoza fue un claro ejemplo de ello: las vías conectaron todos los oasis y localidades de la provincia, permitieron impulsar las actividades vitivinícolas orientadas a la exportación y, como broche de oro, proporcionaron la ansiada conexión segura con Chile a través del Ferrocarril Trasandino.


Lejos de esos ‘tiempos dorados', lo más preciado que les queda hoy a los ferroaficionados mendocinos es el legado y la historia del tren en la provincia. Con esos conceptos, hace casi tres años la Asociación Ferroclub Trasandino y la Municipalidad de Godoy Cruz crearon el Museo Ferroviario Godoy Cruz en la antigua estación Benegas, que resguarda y difunde parte del inmenso e importante patrimonio ferroviario de Mendoza.


Construida en 1912, la estación Benegas fue un importante elemento en el trazado ferroviario de Godoy Cruz, dado que las grandes bodegas del departamento (como Arizu, Escorihuela y Tomba) y la cervecería Andes despachaban sus mercancías en tren desde allí hacia los principales puertos y centros urbanos de consumo. En sus más de 300 metros cuadrados, Benegas supo albergar una incesante actividad ferroviaria, tanto de pasajeros como de cargas, pero tras los cierres de ramales a principios de la década de 1990, la estación fue cayendo en el abandono. Al igual que en muchos otros sitios ferroviarios, familias de ex obreros del ferrocarril y en situación de vulnerabilidad fueron poblando paulatinamente la zona, que además se convirtió en un ‘aguantadero' para la delincuencia.

En los últimos años el municipio fue recuperando esos terrenos usurpados y convirtió el enorme predio de más de 4.500 metros cuadrados en un moderno parque. Así, a mediados del 2015 inauguró junto con Ferroclub Trasandino el flamante Museo Ferroviario Godoy Cruz, logrando que la antigua estación recobrase parte de su brillo perdido. En cuanto a la gestión del museo, el municipio está a cargo de la preservación, custodia y difusión del material, mientras que el ferroclub aporta los objetos exhibidos y participa en varias actividades recreativas.

Como sucede en otros espacios con temáticas similares, en el Museo Ferroviario se respira la historia de aquellos trenes, con sus locomotoras y vagones, que recorrieron durante muchos años los miles de kilómetros de vías que aún resisten al olvido, como así también se revaloriza a los trabajadores (maquinistas, asistentes, encargados y obreros) que hicieron posible el funcionamiento de ese gigantesco sistema de transporte.


Dentro del museo

En el pequeño hall de ingreso, donde funcionó la sala de espera para mujeres y niños (los varones aguardaban en el andén) y la boletería, los visitantes se encuentran con una vitrina donde se exhibe la gorra del jefe de la estación y un pequeño ejemplar del reglamento de trabajo que cada obrero recibía al momento de ingresar a la empresa. En ese mismo sitio se muestra una medalla de oro alusiva a la inauguración del ferrocarril Trasandino, ocurrida el 5 de abril de 1910, la cual fue entregada a los funcionarios provinciales y nacionales que participaron en el acto oficial.

Desde el inicio impactan las fotografías capturadas por Julio 'Tito' Monzalvo (fallecido hace pocos días), quien fuera una figura importante para la protección del patrimonio ferroviario en la provincia. Impresas sobre grandes placas y distribuidas en las paredes de toda la estación, estas imágenes muestran emblemáticas locomotoras e icónicas estaciones, y reproducen las tareas cotidianas de los trabajadores ferroviarios. En su conjunto, son un testimonio visual que relata la historia del ferrocarril y su importancia para la provincia.


La segunda sala, correspondiente a la antigua oficina administrativa y cuyo piso de madera tuvo que ser parcialmente restaurado, alberga una serie de herramientas de gran porte que se utilizaban en las vías y los trenes, como llaves, pinzas y tuercas. Allí destaca un trozo amarillo de riel que funcionaba como medidor de temperatura en las vías del Trasandino. Además, la colección se completa con cinco réplicas de las grandes lámparas a kerosén que supieron iluminar el exterior de la vieja estación Benegas.

Museo ferroviario estación Benegas

Por otro lado, se exhibe a modo de ‘autoguía' una línea de tiempo que narra la historia del ferrocarril, desde el surgimiento de la máquina de vapor a principios del siglo XVIII y la creación de la primera locomotora en 1804, pasando luego al desarrollo de los ensayos en el norte de Inglaterra por 1829 (denominados Ensayos de Rainhill) que, a modo de competición, sirvieron para probar la capacidad de las nuevas máquina

La línea cronológica continúa con la llegada del ferrocarril a distintos países de América hasta su arribo a la Argentina en 1857 con la locomotora La Porteña, la cual realizó ese año su primer viaje entre las estaciones Oeste (ubicada en el sitio donde hoy se levanta el Teatro Colón) y Floresta, en la ciudad de Buenos Aires.

Otras placas cuentan la historia de los servicios ferroviarios en Mendoza, a partir de la habilitación de las vías en La Paz en 1883 y el tramo a la capital provincial dos años más tarde. Una curiosidad aquí es la fotografía de un pequeño tren en el Parque General San Martín, el cual cumplió varias funciones en su minúscula existencia: "Durante la construcción del lago se montó un tren de carga para retirar todo el material excavado. Luego de la finalización de las obras, tanto la locomotora (llamada La Jardinera) como las vías quedaron como un atractivo turístico durante un corto periodo de tiempo. La estación de cabecera funcionaba en las actuales oficinas de la Secretaría de Ambiente, cerca de la rotonda de los Caballitos de Marly", contó a MDZ Emilio De Paoli, uno de los encargados del museo, junto con el director de Cultura y Patrimonio de Godoy Cruz, Claudio Fragapane. 

El atractivo principal de la tercera sala es una maqueta diseñada por estudiantes y arquitectos del municipio, que recrea en escala el diseño original de la estación Benegas y su entorno: el edificio principal con su andén, los dos galpones que eran ocupados exclusivamente por la cervecería Andes para almacenar su mercancía, y las viviendas de los operarios. Sobre la pared, por encima de la maqueta, yace un amplio mapa que grafica la complementariedad entre el trazado ferroviario y las industrias locales de Godoy Cruz a principios del siglo XX.

Uno de los 'tesoros' del Museo Ferroviario es la colección de faroles tipo Linley que eran empleados por los trabajadores especialmente en los horarios nocturnos. Uno de ellos funcionaba con los colores verde y rojo, e indicaba al maquinista cuando debía avanzar o parar la locomotora, respectivamente. Otro era usado como un semáforo de barrera, mientras que un tercer farol se colocaba en la torre de señales para orientar a los trenes sobre dónde estaba la estación.

En la última sala del museo, la más extensa y rústica de todas por ser el antiguo sitio de cargas y encomiendas, se yergue lo que podría calificarse como el máximo atractivo del museo, tanto para niños como adultos: una gran maqueta de ocho metros de largo que emula sin representar algún sitio en específico, el complejo sistema ferroviario de Mendoza. En sus casi cien metros de vías funcionan dos pequeñas locomotoras (una de carga y otra de pasajeros, similares al viejo Trasandino) impulsadas a electricidad, que realizan un recorrido variable y continuo sobre montañas, ciudades, puentes y túneles.

De todas formas, el tramo final del recorrido en el museo resguarda otras reliquias. Entre ellas sobresale una máquina de bloqueo de vía que evitaba choques de locomotoras, y cuyo funcionamiento era relativamente complejo: el jefe de la estación llamaba a su colega de la próxima parada ferroviaria para avisarle que estaba por salir un tren (esto era obligatorio dado que en Benegas había solo una vía de ingreso y egreso); el encargado de la otra estación enviaba un pulso eléctrico a la máquina de bloqueo, la cual liberaba una llave que, a su vez, era entregada al maquinista antes de partir. Cuando la locomotora arribaba a su nuevo destino, debía devolver esa llave para que sea reincorporada al aparato.

También destaca en la cuarta sala una colección de elementos de oficinas, compuesta por tinteros, plumas, cuadernos, teléfonos, telégrafos y máquinas de escribir, como así también escritorios y un mueble boletero importado de Inglaterra y construido a principios del siglo pasado.Mdz.com (Nota enviada por nuestro colaborador señor Jorge Zatloukal)